Matrimonio gay: la estrategia de Bergoglio para derrotar a Kirchner

El cardenal aprovechó la pausa mundialista para operar a fondo en contra del proyecto, aprobado en Diputados con el voto de Néstor Kirchner. Su aliada fue la senadora puntana Liliana Negre de Alonso, ligada al Opus Dei, quien desde la presidencia de la Comisión de Legislación General lideró audiencias públicas en las provincias de toda la franja norte del país, donde abundaron discursos en contra de la iniciativa.
En los días previos al día en el que se iba a votar en Diputados el proyecto para habilitar a personas del mismo sexo, Gabriela Michetti comentaba sorprendida que se había cruzado con el cardenal Jorge Bergoglio y no le había hablado del tema.

El arzobispo de Buenos Aires, con quien la diputada Pro mantiene una relación cordial, había estallado cuando Mauricio Macri no apeló un fallo que avaló un matrimonio entre personas de igual sexo y se estimaba que no esperaría pasivo que el Congreso sancionara una ley para regular esa práctica.

La táctica de Bergoglio quedó a la vista en aquellos días: no agotar demasiados esfuerzos durante el tratamiento de Diputados y poner todas las fichas a que el tema se planche para siempre en el Senado. En definitiva, si logra esto último, los festejos de aquella noche en la Cámara baja quedarán como una mera anécdota.

Mientras el Congreso se apagaba por la fiebre mundialista, que lo tuvo varias semanas sin sesiones, la senadora del PJ disidente Liliana Negre de Alonso delineó una estrategia junto a la curia para que, al menos, cualquier senador piense dos veces antes de apoyar el enlace gay: trasladar el debate a cada provincia con audiencias públicas que, también por obra y gracia de la iglesia, estarían dominadas por opositores al proyecto.

Hubo presentaciones en Salta, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Misiones, Mendoza, Neuquén, Córdoba, Jujuy y San Juan, provincias con una fuerte presencia eclesiástica.

Hasta hace un mes, las organizaciones de gays y lesbianas habían punteado cerca de 37 senadores dispuestos a aprobar el proyecto, la cantidad necesaria para sumar mayoría. Como se descuentan varias abstenciones, se estima que alcanzará con menos votos.

El kirchnerismo miró de lejos las audiencias públicas, digitadas todas por la iglesia. Solían iniciarse con una visita de Negre de Alonso al monseñor local y continuar con una veintena de discursos de referentes locales que se oponían al proyecto.

En algunos lugares, como Tucumán y San Juan, los días previos la iglesia lideró marchas multitudinarias que obligaron a la opinión pública a no desentenderse y, sobre todo, condicionó la decisión de los senadores autóctonos.

El impacto de estas jornadas sobrepasó a las densas audiencias con juristas, teólogos y artistas que hubo en el Senado, de poca repercusión. Sólo movilizó varias Cámaras la conmovedora interpretación del director teatral José “Pepe” Cibrián, uno de los militantes del tema.

Réplica de K

Entre partido y partido, Kirchner tomó nota de esta operación y, a diferencia de lo que hizo cuando el tema se trató en diputados, también se puso a operar. Quiere evitar lo que pasó en esa Cámara, cuando dio vía libre y la mitad de los FpV-PJ fueron por la negativa.

En Tucumán, el senador Sergio Mansilla, discípulo del gobernador kirchnerista José Alperovich, admite entre los suyos que fue el propio Kirchner quien lo llamó para que votara a favor del enlace gay. En diálogo que repiten en la provincia norteña es casi una postal de hasta que punto el patagónico entiende este tema nada más y nada menos que como un pleito personal con Bergoglio

-¿Tenés que votar a favor? –lo habría increpado Kirchner

-No puedo, estoy en contra y ya lo anuncié -fue la respuesta.

-Entonces renunciá a la comisión –lo instó el ex presidente
-Ya tenés mi renuncia –cerró Mansilla.

El tucumano le dejó su lugar a la kirchnerista jujeña Liliana Fellner, incondicional a la Casa Rosada. No alcanzaría para que haya un despacho favorable, ya que Kirchner no logró torcer al siempre rebelde Gerónimo Jenefres, también jujeño, ni al mendocino Rolando Bermejo.

Otros oficialistas que se oponen –rondean la decena- sí podrían ayudar a Kirchner ausentándose como los misioneros Luis Viana y Élida Vigo. No procederían así los sanjuaninos Marina Riofrío y César Gioja, hermano del gobernador y promotor de la unión civil en vez del matrimonio, postura que con proyecto en mano comparte la rebelde Adriana Bortolozzi.

También pedirá unión civil Laura Montero, mendocina y cobista. Su jefe no podría presidir la sesión del 14 de julio en la que el tema se pondrá a suerte y verdad ya que ese día debería reemplazar a Cristina Kirchner en la presidencia, si es que esta vez no se pospone su visita a China.

La sesión estaría a cargo de José Pampuro, también volcado definitivamente por la negativa. De los radicales se conoce el apoyo de Gerardo Morales (Jujuy), Alfredo Martínez (Santa Cruz), Oscar Castillo (Catamarca), Ernesto Sanz (Mendoza) y Nito Artaza (Corrientes). El actor, cuentan, se jacta de su profesión para explicar que no podría trabajar en paz si vota en contra.

Otros apoyos Graciela Di Perna (PJ disidente de Chubut), el socialista Rubén Giustiniani (Santa Fe), los porteños Samuel Cabanchik y María Eugenia Estenssoro (Coalición Cívica), los cordobeses del Frente Cívico Luis Juez y Norma Morandini.

También se alistan en contra los aliados K de Tierra del Fuego María Rosa Díaz (Tierra del Fuego) y José Martínez (Tierra del Fuego) y la volátil rionegrina María José Bongiorno. No sería de extrañar que alguno de este trío no aparezca el día de la sesión.