La cena de los Kirchner y los hermanos Papaleo que selló el pacto contra Magnetto

Las puertas de la Quinta de Olivos se abrieron para Lidia Papaleo, viuda de Graiver, y su hermano Osvaldo. Ambos, vienen trabajando con Guillermo Moreno en una millonaria demanda contra Clarín y La Nación por las acciones de Papel Prensa que consideran dolosamente extraídas a su familia en conivencia con la Dictadura. "Si Kirchner logra ganar esta pelea habrá justificado sobradamente su paso por la vida", afirmó Papaleo a LPO.
Néstor Kirchner y su esposa Cristina están convencidos de que la única posibilidad que tienen de sobrevivir es ganando la guerra que desataron contra Héctor Magnetto. Lo creen responsable de condicionar la política argentina a través de la empresa de medios de comunicación a la que llegó como adscripto a la dirección en 1972, tres años después de la muerte de Roberto Noble, por recomendación de Rogelio Frigerio, que buscaba fortalecer a la viuda en la dirección del diario.

Y como el enemigo de mi enemigo es mi amigo, las puertas de la Residencia Presidencial de Olivos se abrieron para Lidia Papaleo, viuda de Graiver, y su hermano Osvaldo. Ambos, vienen trabajando codo a codo junto a Guillermo Moreno, para probar que el traspaso de las acciones de Papel Prensa no fue una operación privada entre privados, como aseguran Clarín y La Nación, sino una maniobra fraudulenta perpetrada en connivencia con el gobierno militar, que desposeyó a la familia Graiver de sus bienes mientras estaban secuestrados, y con información obtenida bajo tortura.

Así es. Los hermanos Papaleo fueron invitados especiales a una comida con el matrimonio presidencial hace dos semanas, donde los Kirchner auscultaron si podrán contar con ellos para los tiempos que vienen, cuando la Comisión para la Verdad en Papel Prensa que funciona en la Secretaría de Comercio Interior desde que fue publicada en el Boletín Oficial del 5 de abril, de a conocer el informe al que está obligada, pasados los 90 días corridos desde su constitución. O sea, el 5 de agosto, días más, días menos. Seguramente serán menos, porque los Kirchner están apurados y quieren empezar el 2011, año electoral, con el Grupo Clarín desmembrado.

Por si quedaba alguna duda de que se trata de una venganza K por el conflicto con el campo, la Resolución de la Secretaría que dirige Moreno lleva el número 126. Nada es casual en el universo de Kirchner, y cualquier ocasión es buena para homenajearlo. Pasados los 90 días, la Comisión elevará un informe que ya tiene título, “PAPEL PRENSA-LA VERDAD”, realizado por Beatriz Pagliere, Pablo Aldo Cerioli, Eduardo Omar Gallo y Alberto Ricardo González Arzac, todos directores en representación del Estado, que será elevado “a los organismos competentes”.

Entre los considerandos, figuran declaraciones “del señor D Osvaldo Papaleo con fecha 26 de noviembre de 2009 al Diario EL ARGENTINO, quien sostuvo que CLARIN compró Papel Prensa con la familia Graiver secuestrada”, que de probarse, justificaría la intervención y estatización de la compañía, según considera el Gobierno.

“Si Kirchner lo logra tendrá más que justificado su paso por la vida”, le dijo Papaleo a LPO. Descarnado, el ex Secretario de Prensa y Difusión de María Estela Martínez de Perón, puso en voz alta lo que buena parte de la dirigencia cree. A saber, que la Argentina sería un país mejor si los medios de comunicación masiva liderados por el Grupo Clarín no existieran, y la política no se viera “condicionada” por sus presiones.

Desde Carlos Menem hasta Ramón Saadi, pasando por Adolfo Rodríguez Sáa, José Luis Manzano, Eduardo Duhalde, Luis Barrionuevo, Matilde Menéndez y hasta el mismísimo Raúl Alfonsín, son miles y miles los dirigentes que tienen cuentas pendientes con Clarín en particular y los medios en general. Es que cuando se está en el gobierno, y los medios relatan episodios poco convenientes para los gobernantes, todos se enojan. Cuando se gobierna, nunca es fácil tolerar al “otro”, que normalmente es débil y se expresa a través de los medios. Sin embargo, no todos están junto a los Kirchner en su ofensiva. Es que una cosa es enojarse con el medio, otra muy distinta buscar su desaparición lisa y llana.

Aunque hay que reconocer que Kirchner está siguiendo la tradición peronista. Juan Domingo Perón también buscó intervenir en la opinión pública comprando medios opositores y creando otros nuevos, hasta tener la red de diarios, revistas y radios más concentrada que jamás hubo en la Argentina. Por supuesto, también intervino a través del IAPI en la compra de papel en el exterior, que distribuía a los diarios locales con absoluta discrecionalidad.

La Prensa resistió lo que pudo, saliendo incluso con una o dos páginas diarias, con noticias escritas en letra tan chiquita que sólo podían leerse con lupa. Finalmente, fue expropiada y entregada a la CGT. Antes que Perón, muchos gobiernos se enojaron con La Prensa. Y el general Uriburu quiso clausurarla. Pero no se terminó animando. El que se animó fue Perón, aunque le sirvió de poco. Cuando todos los medios le respondían, la opinión pública se informaba en Radio Colonia, que emitía desde Uruguay.

Pero al volver, Perón no quiso repetir los errores del pasado. Fue el gobierno de Isabel, dominado por José López Rega y la Triple A, el que tomó todas las decisiones en materia de medios de comunicación. Básicamente, implementó dos caminos. Por un lado, entró con formaciones parapoliciales armadas con ametralladoras a los canales 9, 11 y 13, argumentando que las licencias estaban vencidas y forzando la estatización. Por el otro, clausuró a los medios que consideraba opositores y persiguió a periodistas y artistas que consideraba miembros o aliados de las organizaciones guerrilleras. Así, diarios como Noticias o La Opinión, revistas como El Descamisado o Crisis, periodistas como Rodolfo Walsh, Miguel Bonasso o Paco Urondo y artistas como Marilina Ross, Emilio Alfaro o Juan Carlos Gené fueron acosados por la Triple A.

Curiosamente, quien ejecutó ambas políticas fue el propio Papaleo. El Secretario de Prensa y Difusión de Isabel fue apresado primero el 25 de marzo del 76 en el barco donde la dictadura encerró a la dirigencia peronista, y luego en el Pozo de Banfield a fines del 77, porque se creía que era el verdadero contacto entre Graiver y los Montoneros. No se le pudo probar ningún vínculo con la organización guerrillera. Más bien parece que explicó a sus carceleros lo contrario, que dedicó mucho tiempo de su vida a perseguirlos. Ahora es aliado de los Kirchner. La historia argentina es a prueba de discursos maniqueos.