Montenegro sobrevivió al embate de los legisladores por Palacios

El ministro de Seguridad porteño defendió la designación en una sesión donde hubo tensión y agrupaciones de DDHH con carteles protestando. Los cruces con los legisladores y el ataque de los kirchneristas, quienes lanzaron acusaciones de dudosa procedencia. El momento más tenso se vivió por la causa AMIA: Montenegro reveló que Macri no se comprometió a remover al "Fino" Palacios si es procesado. El acto fallido del ministro.
Si hay muestras de lealtad política, sin dudas la defensa de Jorge “el Fino” Palacios que ensayó el ministro de Seguridad y Justicia del gobierno porteño, Guillermo Montenegro ante los legisladores fue una de ellas.

En un clima muy tenso, y rodeado de familiares del atentado a la AMIA (Memoria Activa), Madres de Plaza de Mayo, la agrupación “Víctimas del 19 y 20” y miembros del CELS, el ministro había sido citado por la comisión de Seguridad que preside la kirchnerista Silvia La Ruffa para explicar las causas que motivaron al Ejecutivo a designar a Palacios como flamante jefe de la policía metropolitana.

Para prepararse, Montenegro se tomó el trabajo de leer parte de las causas en las que está involucrado, o estuvo, Palacios, para contestar a cada pregunta (ver aparte “Explicaciones punto por punto”). Habló de la causa por el 19 y de 20 diciembre, la del asesinato de Axel Blumberg y, en especial, la causa más complicada: la del atentado de la AMIA.

Cerca de él, además de los diputados porteños, las agrupaciones sostenían carteles con consignas como “Palacios, ¿qué hiciste el 19 y el 20?”, la palabra “represor” seguida de una foto de Palacios y la palabra PRO, “Macri = Hitler” y “Con Palacios reprimir es PRO”.

“Es el mejor jefe de policía que puede tener la ciudad de Buenos Aires”, se aventuró Montenegro en su alocución. La reacción fue inmediata: gritos y voces que gritaban “mentira”. “Queremos un probo y no un fino”, le espetó una militante de Derechos Humanos muy enojada.

En sus explicaciones, y consultado por el legislador kirchnerista (ex ARI), Pablo Failde, el ministro del PRO contó que tuvo una relación profesional desde 1989 y que sabe que “recibió infinidad de felicitaciones de jueces y fiscales”, en especial cuando estuvo al frente de la División Drogas Peligrosas.

“A Mauricio lo conoció cuando fue secuestrado y desde ahí se conocen. Palacios se retira en 2004 voluntariamente, y ahí lo llevan a Boca como gerente de seguridad”, contó. “Hay una relación de conocimiento personal, por eso no tengo dudas de la decisión”, agregó, con el abucheo del público presente.

Uno de los momentos de mayor tensión se dio cuando reconoció que el ex comisario tenía vínculos con el represor Carlos Gallone, tema que llenó de gritos e insultos la Sala Intersecretarias de la Legislatura porteña.

Por su parte, la legisladora de la Coalición Cívica, Diana Maffia lo cruzó muy duro: “El señor Palacios está involucrado en causas impunes y, si bien tiene amparo legal, nos presenta un cuadro de inseguridad política”.

Mientras hablaba la diputada, curiosamente dos jóvenes comenzaron a repartir gratuitamente ejemplares de la revista “Veintitrés”, cuya tapa reza “El judas de la AMIA” con una elocuente foto del “Fino”.

El kirchnerismo saca carpetas

Por su lado, el presidente del bloque K, Diego Kravetz, reveló que el mismo Montenegro les había asegurado, cuando se debatía la Ley de Creación de la Policía Metropolitana, que Palacios no iba a ser su jefe.

Luego tiró el primer “carpetazo oral” de la tarde: reveló que Palacios fue asesor de la policía de Neuquén y deslizó, por lo bajo, que podría haber dado “recomendaciones” para la polémica fuerza de seguridad que terminó con la vida del maestro Carlos Fuentealba. El ministro del PRO le contesto que desconocía si “el Fino” había asesorado al gobierno neuquino.

El segundo “carpetazo” oral fue de parte de La Ruffa. La legisladora le planteó si hubo una reunión secreta con el juez Ariel Lijo en “Corrientes 524 para conversar sobre la situación procesal de Palacios”. Tajante, Montenegro le contestó “no”.

A modo de respuesta, el macrista peronista, Cristian Ritondo, quien conoce el funcionamiento de la policía tras haber sido viceministro del Interior, arrancó diciendo: “Lamento interrumpir el festival de la oposición”. Y contó que en 2003 y 2004 en la comisión Bicameral que seguía la investigación de la causa Amia en el Congreso, Palacios fue felicitado por su trabajo.

Minutos más tarde, consultado por Aníbal Ibarra si no era “patético” defender al ex comisario, Montenegro cometió un acto fallido que despertó el reproche de las agrupaciones presentes. Intentando defender a Palacios dijo: “Yo no sospecho de los delitos que cometió”. Rápidamente se corrigió, pero era tarde.

Causa AMIA, el talón de Aquiles

El momento más complicado para Montenegro se dio cuando surgió, con más detalle, la causa AMIA, y en especial cuándo el legislador porteño Alejandro Rabinovich (Autonomía con Igualdad) le consultó sobre la reunión que mantuvieron Mauricio Macri y él con los titulares de la DAIA y de la mutual israelita.

“Fue una reunión cordial, se les explicó los motivos por los que se lo nombró a Palacios. Les dijimos que la causa que tiene no está resuelta y hace ocho meses que no hay resolución”, contestó Montenegro.

“El jefe de gobierno me pidió que estudie si había motivos para procesarlo y yo consideré que no”, agregó.

En ese instante familiares de la AMIA, encabezados por Laura Guinzberg, vociferaron: “Esas instituciones no nos representan a las víctimas”.

Pero la cuestión se complejizó cuando Rabinovich insistió y le repreguntó si era verdad que Macri dio su compromiso de remover al “Fino” en caso de ser procesado en la causa AMIA.

Muy nervioso, Montenegro enrojeció y titubeó. “Estuve en la reunión con la DAIA y la AMIA y no se habló de la posibilidad de que lo procesen. Pero le digo que no, no hubo un compromiso de removerlo de parte del jefe de gobierno”.

En ese instante Sergio Burstein, miembro de Familiares y Amigos de Víctimas de la AMIA, le gritó: “¿Y que van a hacer si lo procesan?”.

El ministro de Seguridad, aún muy nervioso, atinó a contestarle: “No voy a hacer futurología”.