El plan "oneshot" para devaluar un 30 por ciento

Crece el debate en el gobierno nacional por una devaluación más acelerada. En círculos kirchneristas denominan "one shot" al plan para resolver problemas múltiples con una devaluación de 30% y un dólar a $4,70. La CGT y el Banco Central se oponen.
Cada vez con más fuerza surgen voces dentro del círculo de economistas vinculados al kirchnerismo sobre las ventajas de una política económica de shock para corregir problemas de la economía, tantos los originados por desajustes internos como los provocados por la crisis financiera internacional.

Los estímulos fiscales son la moda en un mundo que dirige todo su potencial a amortiguar el impacto de la crisis con una fuerte suba del gasto estatal. Pero con las cuentas públicas argentinas cerrando mes a mes de manera ajustada, la alternativa cambiaria es la que seduce a economistas locales, publica el diario El Cronista.

El número mágico que se escucha es 4,70 pesos por dólar, lo que implicaría una devaluación de 30% con respecto al nivel actual del tipo de cambio. Precisamente, un informe de Morgan Stanley difundido esta semana brindó una cifra similar (entre $ 4,50 y $ 4,80). Los promotores de la devaluación sostienen que esto permitiría al Gobierno resolver varios problemas de un sólo golpe y eliminar hasta 2011 las expectativas de nuevas subas cambiarias.

En primer lugar, serviría para darle oxígeno a la industria local, en especial a los sectores vinculados con la exportación que se verían beneficiados una mejora de la competitividad. A su vez, el nivel de actividad se vería estimulado y se reducirían las presiones del campo por la baja de las retenciones. También se frenaría la sangría de depósitos que obliga a mantener altas las tasas de interés mientras el crédito escasea.

El principal riesgo de devaluar es que los precios se disparen, aunque en un contexto recesivo como el actual el peligro disminuye. Entre los opositores está la Confederación General del Trabajo (CGT), que se resiste a brindar su apoyo a una medida que tarde o temprano tendrá impacto en el poder adquisitivo de los asalariados.

En los últimos días, con una nueva ola de despidos, paros y suspensiones, esa resistencia comenzó a ceder. La severidad de la crisis generó un panorama gris en el que mantener las fuentes de trabajo resulta ser más urgente que la necesaria recomposición de los salarios.

También el Banco Central se opone a convalidar saltos en el tipo de cambio. Su titular, Martín Redrado, considera que no hay atraso cambiario y que la política de flotación gradual y administrada le permitió sortear con éxito las corridas que se generaron con el conflicto rural y la caída de Lehman Brothers.

Entre tanta incertidumbre, una cosa parece segura: no habrá devaluación abrupta antes de las elecciones. Néstor Kirchner sabe que en la Argentina los comicios se ganan con el dólar barato. Pero con el adelantamiento de los comicios, las especulaciones sobre una devaluación tienen fecha: 29 de junio.

En la mesa de debate no sólo está el remedio, sino la forma en que se aplicará la medicina. La devaluación brusca (o one-shot, como la denominan sus impulsores) gana adeptos entre quienes recuerdan las bondades del modelo que rigió desde 2002 y se fue erosionando al ritmo de la inflación.

Según el BCRA no hay ningún indicio de que el peso esté sobrevaluado. Pero si en lugar del Indice de Precios al Consumidor (IPC) que realiza el polémico Indec se considera la inflación promedio en distintas provincias, el tipo de cambio real rondaría $ 1,80.