En enero sólo en la ciudad se taparon 50 manifestaciones antisemitas

Una serie de pintadas inundaron Buenos Aires en el mes pasado luego del comienzo de la ofensiva israelí en Gasza. Según la DAIA la mayoría son contra el Estado de Israel y el judaísmo en distintas paredes. Dicen que el brote se debe a la guerra en Oriente Medio.
Son garabatos hechos con aerosol, estampados con pulso apurado en una pared de la calle Yerbal al 2200, barrio de Flores. Dicen, como si se propusieran delatar algo, “Judíos viven acá”. Aparecieron el domingo y causaron estupor entre los vecinos de la cuadra, que no son judíos –excepto uno, que no cree que el mensaje sea para él– y todavía esperan por los pintores que el gobierno porteño prometió enviar para borrar todo.

Los titulares de la DAIA dicen que expresiones como ésa brotaron en varios puntos de la ciudad desde que Israel comenzó a bombardear la Franja de Gaza el 27 de diciembre. Pero también que recrudecieron la semana pasada, cuando se desató un debate por las crecientes manifestaciones de antisemitismo en la Argentina. “Se han tapado unas cincuenta pintadas en el último mes, pero creemos que fueron muchas más porque por cada aparición que se denuncia, hay dos que no”, explica Ángel Schindler, vicepresidente de la DAIA. “Nos llama la atención el nivel de virulencia de los mensajes. Estamos trabajando para desactivar esta campaña que se instaló con fuerza en el país”, publica el diario Crítica.

Días atrás, la Agencia de Noticias Judías relevó el paisaje urbano en busca de leyendas y descubrió que varias de las pintadas hechas durante manifestaciones de grupos proislámicos y protestas vinculadas con el conflicto en Oriente Medio, aún no fueron tapadas. Según consignó en su página web, hasta el 30 de enero pasado, en las puertas del Hotel Intercontinental, todavía podían verse escritos antisemitas contra el empresario de la colectividad Eduardo Elsztain. En avenida Belgrano, esquina Piedras, podía leerse: “Basta de silencio. Boicot a Israel”, con una esvástica en lugar de la letra S. En la plaza Estado de Israel, barrio de Palermo, una pared decía “Ghetto de Varsovia”, junto a otra esvástica dibujada. Y a pocas cuadras de la AMIA, sobre la calle Azcuénaga, la leyenda: “Se viene la tercera bomba” sembraba temor en el barrio del Once.

A la pregunta de quiénes son, el vice de DAIA responde: “Grupos menores. Organizaciones minúsculas y resentidas que, frente a esta cohesión que se está demostrando, actúan con las pintadas. Bueno, hay que seguir trabajando para abortar este proceso, que tiene repercusión internacional: fíjese lo que ha pasado en Caracas, Venezuela. El que ve pintadas debe denunciarlas”. Para eso, llamando al teléfono 4378-3212, la AMIA recibe la denuncia y gestiona la solicitud al Gobierno Porteño para pintar la leyenda.

Schindler dice que todavía esperan respuestas de organismos gubernamentales por este tema y que los sorprende cierto nivel de pasividad social ante la gravedad de los hechos. “Hay como una falta de unanimidad y un apoyo todavía tímido de algunas ONG”, explica Schindler.

La contracara de ese apoyo tibio fueron los dichos del juez de la Corte Suprema, Carlos Fayt. Ayer, en el retorno de la actividad judicial, el jurista condenó las expresiones de odio contra judíos. “El antisemitismo es un cáncer en el cerebro de la humanidad y hay que arrancarlo definitivamente”, expresó. Fayt admitió su admiración por Israel, contó que visitó el Estado hebreo en varias oportunidades y concluyó: “Admiré a ese pueblo que de la nada, con la fe, construyó un país”.

También ayer, la titular del INADI, María José Lubertino, que había quedado en medio de la polémica al cuestionar las operaciones de Israel en Gaza, presentó un informe de su gestión a las autoridades de la AMIA.

Lejos de esa polémica, en Flores, donde aparecieron las últimas pintadas, los vecinos especulaban sobre los presuntos autores. “Una banda de pibes”, arriesgó el dueño de un comercio. “Algún boludo”, dijo el único judío de la cuadra, dueño de un depósito. Pero nadie contaba con certezas.