Chávez se comprometió a pagarle a Techint

El presidente venezolano habló con Cristina y dijo que su país "está listo para cancelar" la deuda que tiene con el grupo argentino por expropiar Siderar, empresa que pertenecía al grupo siderúrgico argentino. La deuda rondaría los U$S 1.650 millones. "Vamos a pagar", sintetizó.
Finalmente, entre reunión y reunión y más de dos horas de elogios y bromas en público, Cristina Kirchner y Hugo Chávez hablaron del tema que más preocupaba a los empresarios argentinos: el pago de la indemnización que debe Venezuela al grupo Techint por expropiarle la empresa Sidor en el Orinoco. “Vamos a pagar”, sintetizo el mandatario bolivariano.

Según el diario Clarín, cuando salieron de las reuniones y se acercaron a la prensa que insistentemente preguntaba si había presentado el caso Sidor ante el presidente venezolano. Cristina Kirchner respondió: "Hemos hablado de todas las cosas que teníamos que hablar". Y Chávez más concreto confirmó: "Ese tema está arreglado hace tiempo. Nosotros somos gente seria y responsable, hay un acuerdo y se va a cumplir. Esto se alargó un poco, pero estamos listos para cancelar, vamos a pagar”.

El matutino cuenta que ministro de Industrias Básicas y Minería venezolano, Rodolfo Sanz, se manifestó en la misma línea y aseguró que "estamos a punto de cerrar la negociación por Sidor". Todo sucedió ayer en el Palacio de Miraflores de Caracas durante la visita de la Presidenta.

Los directivos del grupo Techint se mantuvieron en silencio. Pero uno de sus ejecutivos clave, Luis Betnaza, viajó especialmente a Caracas. Hace tiempo que habían dejado en manos de la Presidenta y del ministro de Planificación, Julio De Vido, las negociaciones con Venezuela para lograr el pago de la indemnización por la nacionalización de Sidor: debió haberse cancelado en diciembre del año pasado.

Terniun, una de las empresas del grupo italo-argentino de Paolo Rocca, era propietaria de un 60% de Sidor (Siderúrgica del Orinoco), la fábrica de planos de acero que Chávez decidió pasar a manos del Estado, a mediados de 2008. En el acuerdo alcanzado luego de ocho meses de negociaciones, Venezuela se habría comprometido a pagar US$ 1.650 millones al contado por el 50% de las acciones, aunque ese número nunca trascendió oficialmente. En ese caso, Techint quedaría como socio minoritario con el 10 por ciento de las acciones. Las dos partes habían tenido que ceder algo en el camino: Techint había arrancado pidiendo 4.500 millones y Chávez había ofrecido de entrada sólo unos 400.

En el grupo empresario reconocen que el gobierno argentino intercedió con decisión para lograr que se concretara el pago. Pero, al menos hasta ahora, sólo consiguió que Chávez dijera más de una vez que estaba dispuesto a pagar.

Las gestiones del gobierno argentino no son para nada desinteresadas. Tiempo atrás, Rocca y Luis Betnaza, director del grupo, le comunicaron a Cristina que todo el dinero que recibieran como indemnización de Sidor sería invertido en la Argentina. Una parte, iría a parar a Siderar, la planta que el grupo Techint tiene en San Nicolás.

Poco más tarde, y mientras el pago por la nacionalización no se concretaba, desde Techint comenzaron a dar señales de que, a raíz de los efectos de la crisis internacional, podría haber un cambio de planes. "En los últimos dos meses la demanda de acero de todo el mundo bajó un 40 por ciento y esa caída pronto podría llegar al 50", fue el mensaje que enviaron desde la compañía.

Esos mismos cambios en el mercado internacional del acero parecieron modificar también los planes de Chávez. Fuentes del gobierno venezolano dicen ahora que, por la caída de la demanda y el precio internacional, Sidor no vale ya lo que se había estimado meses atrás.

Y, en ese contexto, estalló el conflicto en Siderar, en San Nicolás. Techint frenó el último tramo de una inversión total por 1.200 millones de dólares para la ampliación del Alto Horno Uno y despidió a unos 2.300 trabajadores de empresas contratistas. Tuvo que intervenir el Ministerio de Trabajo para dictar la conciliación obligatoria, que el martes se extendió por diez días más.

Los funcionarios que acompañaron a Cristina Kirchner durante el viaje partían anoche de regreso a la Argentina con una certeza: si el Gobierno lograra que Chávez cancele la deuda, podría presionar a Rocca para que cumpla con su palabra de invertir ese dinero en la Argentina.

A lo que, suponen, Rocca no podría decir que no.