"En Israel vivimos con miedo"

Claudia Goldkorn es argentina y vive en Beersheva. Cuenta cómo se vive en medio del conflicto con Hamas. "Los padres se turnan para llevar a sus hijos al trabajo porque están de vacaciones y no pueden quedarse solos", contó la mujer. Y agrega: "Hay que escuchar las dos campanas antes de opinar porque hay que estar viviendo acá para saber lo que está pasando".
Claudia Goldkorn es una ciudadana argentina que vive en Beersheva desde 1997 y aseguró que desde "hace ocho años" que las comunidades de esa región del sur de Israel no pueden "respirar tranquilas" por los misiles que lanzan desde la Franja de Gaza.

En una entrevista exclusiva con la Agencia Judía de Noticias (AJN), Goldkorn relató cómo se vive en medio de la guerra y expresó su malestar por la opinión de algunos dirigentes argentinos que se manifestaron en contra de la operación del Ejército israelí contra la organización Hamas.

Claudia contó que decidió, junto a su marido, hacer aliá (emigrar a Israel) debido a la difícil situación laboral que se vivía en Buenos Aires a mediados de la década del '90, con una tasa récord de desempleo y el comienzo de la recesión económica.

"Me casé en el año '94, trabajaba como maestra jardinera en el Scholem Aleijem de Mataderos (Buenos Aires). Mi marido tenía una fábrica textil que quiebra en el '95 y como él no conseguía trabajo, en julio del '96 abrimos la carpeta para hacer aliá", relató.

Los trámites duraron menos de un año y en marzo del '97, la pareja ya estaba en condiciones de viajar a Israel.

"El día que hicimos aliá estábamos en la casa de mis padres y era no poder separarnos de la familia, estaban los primos, amigos, tíos… fue muy duro y era llorar, bajar las escaleras y volver para abrazarlos", recordó Claudia.

Las lágrimas siguieron en el lobby del aeropuerto de Ezeiza y el matrimonio decidió subir tres horas antes de la partida del vuelo para "evitar una larga despedida".

En medio de la tristeza de haber dejado Buenos Aires, Claudia y su esposo se instalaron en Beersheva, la ciudad más antigua de Israel, que está ubicada a más de 100 kilómetros al sur de Tel Aviv y a sólo 40 de la Franja de Gaza.

"La ciudad es preciosa, siempre lo fue, no es pueblo, ni una ciudad grande. La verdad que me encanta Beersheva porque veo progreso constante, que va avanzando como ciudad y cada vez es más grande", destacó Claudia.

Pero desde el comienzo del conflicto, cuando Hamas decidió poner fin a la tregua con Israel, en diciembre pasado, y lanzó una lluvia de misiles sobre territorio israelí, la vida en Beersheva cambió.

"Beersheva fue una ciudad tranquila y segura, de hecho hasta que empezó la guerra, la gente podía salir cualquier hora sin problema", aseguró Claudia.

La maestra jardinera, que ahora cuida chicos en una casa, explicó que ahora tanto ella como su marido y sus vecinos van del trabajo a la casa sin hacer escaladas, ya que siempre está la posibilidad de que comience a sonar la sirena que alerta la llegada de un misil.

"Yo suelo volver a mi casa entre las 18 y las 18:30 y en el colectivo siempre venía parada, pero hoy va la mitad de la gente, porque algunos tienen miedo de salir", describió Claudia.
No obstante, aclaró que "todos van a trabajar con miedo" y ella está un poco más tranquila porque cuida a dos nenas y cerca tiene un refugio, al que deben llegar antes de un minuto desde que comienza a sonar la sirena que alerta el lanzamiento de un misil desde Gaza.

Ante la crisis que generó la guerra y como los chicos no tienen clases, muchos papás se turnan para llevar a sus hijos al trabajo.

Claudia contó que en una entidad bancaria "hicieron una colonia para los chicos" que eran hijos de los empleados.

La rutina de Claudia y su marido se modificó desde el estallido de la guerra, ya que desde que llega a su casa mira la televisión para ver las últimas novedades del conflicto.
Respecto de la relación con la comunidad árabe, la mujer aseguró que es "buena" aunque aclaró que en lo personal no le tocó vivir con ellos, ya que están instalados en los alrededores de la ciudad. "A mi marido le tocó trabajar con gente de Cisjordania y no tuvo ningún problema", agregó.

Respecto de cómo se refleja el conflicto en la Argentina, Claudia confesó que "sintió vergüenza por la marcha que hizo la izquierda con los piqueteros frente a la Embajada de Israel, en la que nos acusaban de asesinos".

"Esa gente no tiene noción de lo que hablan, nos acusan de hacer un Holocausto. Los invitaría a pasar un día en Sderot, Ashkelon o en Ashdod", desafió.
Claudia recomendó "escuchar las dos campanas antes de opinar", ya que "hace ocho años que se vive sin respirar tranquilos y los chicos tienen miedo".

"Tenemos todo el derecho a defendernos. Además, el Ejército antes de tirar mira que no haya civiles, pero muchas veces ellos (Hamas) usan a la población civil de escudo", sostuvo.

Consultada sobre sí había pensado volver a Buenos Aires por este conflicto, Claudia no tuvo dudas. "De ninguna manera, desde que pisamos Israel nunca se nos ocurrió volver, sí de paseo porque tenemos familiares en Argentina, pero no para vivir. Ni de Bersheva me iría", concluyó Claudia.