Kirchner juguetea con Alberto y le promete protagonismo

El ex presidente se comunicó al menos tres veces en esta semana con su ex jefe de Gabinete. Le pidió que le de una mano en el armado peronista para las elecciones de octubre. Las felicitaciones por lo que dijo en televisión, los palos a Massa y la dudosa promesa de "repatriar" a los funcionarios que hizo echar. Además, la fantasía de recrear la "Belle Epoque" del kirchnerismo del primer gabinete.
Hablaron tres veces desde el lunes a hoy. Por teléfono. El diálogo se reabrió luego de cruzar saludos formales a fin de año. Vio la oportunidad –o la necesidad- de su antiguo colaborador y le tiró un lazo de seda. “Alberto tenes que venir a laburar conmigo en el armado peronista, tenemos que ir juntos provincia por provincia”, le dijo palabras más, palabras menos, el ex presidente.

La propuesta no deja de ser inteligente. Suma a su antiguo colaborador en un área netamente política y le evita así el disgusto a su mujer de volver a lidiar con el hombre con el que alguna vez soñó fundar el cristinismo –el problema fue que Néstor no se quizo jubilar-, y luego le renunció en la cara y sin avisar, en lo más parecido a una traición seria que la Presidenta haya vivido. Todavía no lo perdona.

Néstor, mas pragmático como diría Sergio Massa –de esto se informa más adelante-, sabe que en estas épocas de escasez es tiempo de sumar lo que haya, sin ponerse exquisito.

Tal vez el único que se ponga un poquitín celoso, si finalmente este jugueteo se concreta, sea Juan Carlos Mazón, hasta ahora asesor todopoderoso de Kirchner en lo que hace a su relación con el peronismo del “interior”. El bonaerense es tierra de Florencio Randazzo, Alberto Balestrini, y otros barones del Conurbano.

O tal vez, la idea de repatriar a Alberto en ese rol, sea una jugada de Kirchner para ponerle coto –y ojos- a Mazzón, que nunca se sabe si es un representante del Presidente ante el peronismo profundo o al revés. Seguramente sea las dos cosas según como viene el viento. Y en estos tiempos de decadencia kirchnerista es bastante obvio hacia dónde se está inclinando el péndulo.

Casualidad o no, quedaron en verse los próximos días personalmente, y Néstor Kirchner decidió cancelar su viaje a Cuba, mientras que Alberto suspendió una charla que pensaba dar en España.

Massa, el peronismo y la necesidad

La propuesta de Kirchner, viene a poner en su justo lugar las esperanzas de “regreso” del albertismo que está sufriendo ese “estado de necesidad”, que le produce una profunda melancolía a los peronistas obligados a dejar el poder.

Conciente de esa debilidad, Kirchner en el diálogo con Alberto, profundizó la herida. “Mi idea es que la gente tuya que se fue vuelva a estar en funciones”, le dijo sin mayores precisiones. Los teléfonos de Héctor Capaccioli, Romina Picolotti, Guillermo Moroni y tantos otros, ardieron cuando Alberto les transmitió esas palabras. La esperanza es lo último que se pierde.

En la charla, acaso Kirchner hizo un reconocimiento a lealtad de Alberto, en sus muy amarretes términos. “Me gustó lo que dijiste con Longabardi cuando cruzaste a Massita y dijiste que este era un gobierno progresista, no práctico”, lo sobó Kirchner.

El elogio no pudo ser más certero. Si hay una persona a la que detesta Aberto Fernández, esa es Sergio Massa. De ahí también la imposibilidad objetiva de su egreso al gabinete. “Alberto nunca aceptaría ser ministro por debajo de Sergio. A lo sumo una embajada, y en particular una: la de Uruguay, siempre quiso ese lugar”, afirmó a La Política Online un amigo del ex jefe de Gabinete.

Ni unidos ni dominados

Es todo un caso el de Massa. El gobierno cada vez lo necesita más. Es uno de los pocos dirigentes que puede presentar para competir en la provincia de Buenos Aires. Encuestas serias le otorgan 24 puntos de intención de voto. Mucho menos que Daniel Scioli –que ya avisó que no va a ser candidato a diputado, ni bajo tortura-, pero mucho más que cualquier otro dirigente del PJ bonaerense.

De manera que los Kirchner lo necesitan con la misma intensidad que le recelan pos sus inconsultos operativos de prensa, siempre en exclusivo beneficio propio. Se entiende la indignación de los Kirchner. La regla es todo para ellos, nada para los demás, y no soportan que alguien se las aplique. Pero lo necesitan, Massa lo sabe y parece enviar un mensaje que está empezando a propagarse en el PJ.

El mensaje es el mismo que explica las estrategias y declaraciones –con sus matices- de hombres como Jorge Telerman o Carlos Reutemann. Esto es, simplificando, vamos a ser candidatos del peronismo o algo así, no vamos a hacer antikirchnerismo, pero nosotros ponemos el discurso, elegimos las compañías y hasta nos guardamos poder de veto en las listas

¿Porqué semejante atrevimiento? Porque saben que ahora son ellos los que le aportan votos a un Kirchner que resta más de lo que suma. Conserva poder institucional, económico y sobre todo, capacidad de daño. Por eso, hay que contenerlo, negociar, pero acotado, como corresponde a su nueva realidad política.

“NI a favor ni en contra, independientes”, es la frase símbolo de esta nueva etapa a la que parece intentar subirse Massa. Difícil pero no imposible tarea. Ni tal lejos del sol como para morirse de frío, ni tan cerca como para incendiarse.

Pero Massa tiene un problema adicional ¿Cómo evitar que en su primer acto de campaña en la provincia, Kirchner suba al escenario, agarre el micrófono e incendie todo, como hizo hace poco en La Plata? ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién puede contradecir en territorio bonaerense a un Kirchner, que si hay algo de lo que está orgulloso, es de considerarse el jefe político del PJ bonaerense?

Aquellos viejos buenos tiempos

Hay algo de nostalgia en estos nombres que vuelven a surgir –Alberto Fernández, Rafael Bielsa-, que en algún lugar del cerebro de Néstor Kirchner parecen configurar el anhelo por regresar a la Belle Epoque de su primer gabinete, cuando la gente los quería y todo les salía bien.