Exclusivo: Los entretelones secretos de la noche de recaudación récord de Biden en una mansión de Miami
El presidente le dio un sentido político a su condición de católico practicante. Lo hizo en una de las charlas mano a mano que tuvo con los invitados que circulaban por la mansión agreste de Pinecrest, al sur de Miami-Dade. Joe Biden miró a los ojos a Nikki Fried, la Presidenta del Partido Demócrata de Florida, y le aseguró que ella se había ganado el acceso al cielo. ¿Motivos de semejante derecho? Los méritos acumulados por la combativa Fried para recuperar al Estado del Sol del dominio republicano. Se trató de un diálogo interreligioso al paso, porque la jefa de los demócratas en el estado de Ron DeSantis profesa el judaísmo.
Biden afirmó que él confía en la posibilidad de ganarle a Donald Trump en Florida, donde el republicano vive y juega de local. No será fácil. Tanto en 2016 como en 2020, Trump se impuso en el estado ubicado al sur de EE.UU. Hace tres años atrás superó los tres puntos de diferencia. Pero Biden cree. Y Fried, también. "Sí, señor presidente, le entregaremos un triunfo en Florida", le prometió ella.
En la noche fresca de Miami (fresca para los parámetros locales, donde el invierno promedia los 17 grados), el demócrata tuvo un paso exitoso. Especialmente, en términos dinerarios. Biden rompió su récord personal de recaudación en un sólo evento. Según le confirmaron a LPO, la campaña por la reelección de Biden y Kamala Harris embolsó más de 6,2 millones de dólares.
"La mayoría de la clase trabajadora apoyará a Biden porque Trump defiende a los multimillonarios"
"El desborde de recursos financieros fue una muestra del compromiso que los demócratas de Florida tienen con la reelección del presidente Biden", afirma Fried ante LPO. En contrapartida, los funcionarios nacionales multiplicaron sus excursiones al Estado del Sol en el último tiempo. Encabezaron actos y mítines políticos. Sólo en 2023, Kamala Harris visitó Florida cinco veces.
En una de sus giras, Harris les prometió a floridanos que no los dejarían solos. "Seguiremos estando presentes, seguiremos estando en la trinchera", les juró la VP en privado. La semana pasada, viajó a Florida otro enviado de Biden. Fue el turno del secretario de Educación nacional, el portorriqueño Miguel Cardona, quien arengó a un grupo de dirigentes demócratas en Miami. En Florida vive gran parte de los 1,4 millones de portorriqueños de la diáspora boricua.
Ante el desembarco de Biden, el dueño de casa y anfitrión de la cena de fundraising estaba exultante. Se trata de un viejo conocido del presidente y del establishment demócrata: el abogado y lobbista Chris Korge, histórico aportante a la causa liberal. Korge maneja las finanzas del Biden Victory Fund, un mecanismo de recaudación de fondos compartido con el equipo electoral de Biden. Involucrado en campañas demócratas desde hace más de tres décadas, fue presidente de finanzas del Comité Nacional del partido.
Korge vive y tiene su estudio en el municipio residencial de Coral Gables, dentro del condado de Miami-Dade. Con su aire lujoso pero pueblerino y tradicional, Coral Gables es el lugar elegido por los millonarios de perfil bajo. Los que prefieren evitar la opulencia de Palm Beach, donde vive Trump. Biden, en su tour floridiano, también pasó por ahí.
Durante las 6 horas que duró su visita, el presidente protagonizó dos reuniones de fundraising. La primera, en Palm Beach, incluyó un cruce aeronáutico. El jet privado de Trump estaba estacionado cerca de donde aterrizó el Air Force One. Los aviones, el oficialista y el opositor, se vieron obligados a convivir hasta que Biden regresó a Washington.
Para dirigirse a Coral Gables, la caravana presidencial se movilizó por tierra. Optó por tomar la autopista estatal I-95 rumbo al sur. En lena hora pico, la seguridad de la Casa Blanca aisló la carretera por tramos, generando pequeños caos de tránsito. Los republicanos que salían de sus oficinas encontraban en el embotellamiento otro motivo, que en realidad no necesitaban, para reafirmar su amor por Trump.
Biden, recibido por la alcaldesa Levine Cava, en su arriba al aeropuerto de Miami.
En Miami-Dade residen 3 millones de personas, repartidas en 34 ciudades. De ese universo, el 70% de los habitantes tiene origen latino. El condado es a su vez una isla de administración demócrata, dentro de un estado gobernado por el ultraconservador Ron DeSantis. Su alcaldesa es Daniella Levine-Cava. Si bien su gestión evita el partidismo, ella no disimula su militancia demócrata. Levine-Cava recibió a Biden a su llegada y compartió la velada en la casa de Korge.
"La energía era inspiradora en la sala. Todos vieron al presidente regresar al sur de Florida y reconocieron su compromiso para recuperar nuestro estado, luchando contra el extremismo del gobernador DeSantis y de Trump", comenta Fried.
Los demócratas floridianos están dando una pelea a dos tiempos. La lucha local contra DeSantis y la nacional anti-Trump, con un calendario electoral está desfasado. El principal problema estatal que identifican los militantes azules es de la vivienda. La disparada de los precios afecta tanto a los inquilinos como a los propietarios. En Florida la inflación triplica la suba de precios nacional en muchos rubros, arrastrando el costo de los alquileres, de las hipotecas y los seguros de las casas.
"Eso se suma el ataque a tantas de nuestras poblaciones de inmigrantes y la pérdida de derechos generales, incluida la atención de salud reproductiva, la libertad de expresión y la prohibición de libros", se queja Fried.
En la mansión bucólica de Korge, Biden buscó desdibujar la imagen de un Trump todopoderoso. Les recordó a los donantes demócratas que el líder MAGA cayó en 2020 y que sus candidatos tuvieron una performance discreta en las legislativas del 2022. Obviando cualquier tipo de metáfora, dijo que Trump "es un perdedor". Fue música para los oídos de los millonarios liberales y los políticos invitados. Korge aprovechó para dar una buena noticia: el dato de la recaudación récord.
Poco después, el presidente se retiró. En la puerta de la casa de Coral Gables, dos grupos de vecinos enfrentados escenificaron un golpe de realidad. Le recordaron a Biden una de las tantas urgencias que enfrenta por fuera de la campaña. Unas 20 personas con pancartas y banderas de Palestina exigían el alto al fuego de Israel en Gaza. Otro pequeño grupo apoyaba la respuesta militar de Benjamín Netanyahu. El Cadillac presidencial pasó entre ambas manifestaciones rumbo al Air Force One que llevaría a Biden de vuelta a la Casa Blanca.