Los seis escaños que le faltan al PP y Vox para la mayoría absoluta, la clave del adelanto electoral
El golpe de timón de Pedro Sánchez para reeditar una legislatura que quedó herida de muerte tras la debacle en los comicios autonómicos y municipales tiene varias lecturas. Y varios porqués. Hay uno clave: el matemático.
Sánchez y su equipo de confianza hicieron cuentas pasada la madrugada con el escrutinio finalizado. Extrapolando resultados, y pese a la euforia del bloque de derecha por el avance territorial, los números en unas urnas generales siguen abiertos.
El PP y Vox sumarían 170 diputados al traducir los datos al método d'hondt, cifra insuficiente para obtener una mayoría absoluta (176). El dato no es 100% preciso dado que no se ha votado en todas las comunidades y que los partidos no presentan candidaturas en todos los municipios. Algunas consultoras rebajan el número a 160, lo que le daría aún más oxigeno al sanchismo.
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El matiz no cambia el argumento de Moncloa, que entiende que, sin nuevas medidas sociales y económicas por desplegar (todas las políticas redistributivas y a favor de las clases medias y populares se lanzaron antes del 28M), y sin relato -en manos de la derecha-, esa cifra de 160/170 escalaría hasta llegar a la mayoría absoluta en diciembre.
Unos comicios a la vuelta de la esquina, dentro de 55 días, van -a juicio de Sánchez- a evitar esa agonía, imprescindible para que el PSOE pueda ser competitivo en un escenario muy adverso.
Más cuando el partido, desgaste mediante (pandemia, guerra, etc.), solo dejó 1,2% de votos en el camino en la comparativa con 2019, un poco de más de 400 mil votos, cuantía que era esperable.
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La verdadera debacle ocurrió a la izquierda del PSOE, con recelos que impidieron unidades y que, como el caso paradigmático de Huesca (cuatro formaciones de izquierda quedaron a las puertas del umbral del 5%, no entraron al parlamento y dilapidaron nada menos que el 20% de los votos del progresismo), fagocitaron muchos triunfos de la derecha.
La maniobra de Sánchez apunta a quedarse con la mayoría de esos apoyos de izquierda (apelación del voto útil) o, como ha sucedido tras su anuncio, apurar la unidad de Podemos y Sumar para fortalecer a sus aliados.
La fecha, a juicio de Ferraz, puede ayudar en esta obligación de movilizar a todo el voto progresista. La nueva campaña coincidirá con la constitución de los gobiernos municipales y autonómicos salidos de las urnas. Serán semanas donde el PP y Vox ventilarán sus diferencias. Los recelos entre los futuros socios ("que Feijóo no espere regalos", adelantó Abascal), expondrán con mucha claridad, siempre en la lectura socialista, los "riesgos palpables" del ingreso de la ultraderecha a los poder Ejecutivos locales y regionales.
El otro factor que puede ayudar al progresismo es una supuesta desmovilización de los votantes de derecha -no tan interpelados como los de izquierda en este lema de "a todo o nada"- al coincidir las elecciones con las vacaciones de verano.
Según datos oficiales del INE, en julio de 2022, 2,5 millones de turistas españoles viajaron al extranjero en ese mes. A lo que hay que agregarle los cientos de miles de desplazamientos internos. Existe la posibilidad de votar semanas antes por correo, es cierto. Pero la disminución en la participación puede ser determinante.
La operación remontada está en marcha. "Día 1", graficó en un tuit la vicepresidenta Teresa Ribera. Los números de Sánchez dicen que es posible.