Sánchez admite la debacle en las urnas y adelanta las elecciones generales para el 23 de julio
El fin de ciclo tras la paliza electoral del PP y de la ultraderecha no es abstracto ni lejano. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado este lunes un adelanto electoral tras los pésimos resultados cosechados por el PSOE y sus socios en los comicios autonómicos y municipales de este domingo.
En una declaración institucional en el palacio de la Moncloa, anunciada a al prensa con una hora de antelación, el líder socialista adelantó que las elecciones generales que iban a celebrarse a final de año se realizarán en dos meses, el próximo 23 de julio.
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El Consejo de Ministros aprobará este mismo lunes la disolución de Las Cortes, por lo que el debilitado Ejecutivo quedará en el aire hasta la apertura de las urnas.
El jefe del Ejecutivo ha asumido "en primera persona" los resultados electorales. Su respuesta, "someter el mandato popular a la voluntad popular" tras lamentar que el nuevo mapa territorial dibuja "nuevas mayorías conformadas por el PP y por Vox".
Y ante el escenario de que España debe asumir a partir del próximo 1 de julio la presidencia de turno de la Comisión Europea, Sánchez argumentó la necesidad de clarificar la voluntad de los españoles.
"Se necesita una clarificación de los españoles de las políticas que hay que hacer y las fuerzas que tienen que llevar a cabo esas políticas. Lo mejor es que los españoles tomen la palabra para definir el rumbo político del país", dijo con gesto adusto.
El presidente del Gobierno ha aprovechado para defender su gestión, a la que puso en contexto tras la pandemia y las consecuencias económicas de la guerra. "Estamos encarando una senda clara de crecimiento, empleo y cohesión social. El Gobierno ha sacado adelante las grandes reformas comprometidas en el discurso de investidura, el programa de gobierno y los acuerdos con la Comisión Europea", resaltó.
La decisión de Sánchez tiene varias lecturas. El PSOE sabe que su gobernabilidad está en jaque con un huracán tan potente en contra y que, sin peso territorial y las principales CCAA en manos de la derecha, diciembre quedaba muy lejos, lo que iba a profundizar aún más el desgaste político.
La estrategia, decidida entre Sánchez y su círculo íntimo a la madrugada de este lunes, busca un golpe de efecto para movilizar a todo el electorado progresista ante el riesgo real, concreto y casi inevitable de que el PP gobierne con vox los próximos cuatro años.
A Sánchez le queda una bala: agrupar todo el voto útil de la izquierda en torno a su figura. La estrategia es arriesgada e implica su renuncia a la presidencia de la UE, un hito para el gobierno de coalición. Pero es su única forma de subsistir.
Las elecciones, dentro de 55 días, coincidirán con los pactos del PP y Vox, que se esperan ásperos, dilatados y con mucho fuego cruzado, lo que también explican este sorpresivo adelanto.
El Gobierno se la juega con dos lemas: Ellos (la derecha radical) o nosotros. A todo o nada.