Nuevo León

Pese al enfrentamiento con el PRI y PAN, en la 4T ven difícil un acuerdo estatal con Samuel en 2024

Mesas de arena hacia la contienda electoral. Efectos de la huelga fallida.

 Desde hace algunos días sobrevuela  en el círculo rojo la posibilidad de que Morena concrete un acuerdo electoral en  Nuevo León con Movimiento Ciudadano hacia el 2024. En principio la dinámica sería la de construir un escenario que le permita a Samuel García controlar el Congreso estatal mientras que Morena llevaría la ventaja en la elección federal para así fortalecer al próximo presidente.

Es un acuerdo que tiene fácil enunciado pero muy compleja cristalización. Samuel García y Abel Guerra, que hoy por hoy es la persona más determinante de Morena a nivel estatal, coinciden en su rechazo al PRI que conduce Francisco Cienfuegos pero fuera de esa sintonía no hay mucho más. Hay, en cambio, un déficit de confianza entre ambas partes que viene desde la transición estatal de 2021, cuando el triunfo de García fue impugnado desde el campamento de Clara Luz Flores que había quedado en cuarto lugar.

La tesis que da lugar a esto intercambios es la de que PRI y PAN se van a desfondar electoralmente el año que viene. Una noción que ha ganado mucho terreno desde la semana pasada cuando esos partidos decretaron una huelga legislativa para finalmente interrumpirla en cuestión de días. Aflora así la idea de una nueva dicotomía política: Morena en el eje del centro a la izquierda y MC del centro a la derecha con PRI y PAN como expresiones menores, periféricas. 

El obstáculo para ese cuadro es que las dos fuerzas adolecen de lo que más tienen PRI y PAN: estructura territorial. Morena tiene penetración real en pocos municipios de la zona metropolitana y le falta además perfiles reconocidos por el gran público más allá de Clara Luz Flores o Waldo Fernández. En MC ocurre algo similar que por estos días se intenta contrarrestar con la rápida apertura de comités municipales para lo cual se recurre a operadores de estirpe panista. 

Una guerra de carencias cruzadas donde unos tienen nombres (Morena-MC) y otros tracción en la base electoral (PRI-PAN) y que explica en parte porque la reciente sociedad PRI-PAN no arroja grandes conflictos entre esas dos familias durante décadas enfrentadas en Nuevo León: es una sintonía que se elabora más desde abajo que desde los personalismos.

Hay un factor adicional para la suerte de este experimento: la candidatura presidencial de MC. Si Samuel García fuera candidato, como lo esperan en la Secretaría de Gobernación, será casi imposible realizar acuerdos locales cuando Samuel haga una campaña nacional de corte opositor. Habría más chances si el aspirante fuera Enrique Alfaro, que tiene ganas de ser candidato a presidente, salvo el detalle que advierten en Palacio Nacional: sacaría menos de cinco puntos y no sería funcional al plan  de dividir el voto anti-4T.