1983-2023 ¿Coalición mata partido?

Falta muy poco para sabersi la próxima década estará protagonizada por personalismos anclados en los dos partidos mayoritarios que ya perdieron su esencia histórica, o si asistiremos a la conformación de coaliciones de largo alcance.

Faltan poco más de 200 días para las elecciones presidenciales que cambiarán definitivamente la historia del peronismo y del radicalismo, y que marcarán, además, el cierre de un largo capítulo de la democracia, cuya duración de cuatro décadas, arroja un balance muy negativo en materia económica y social.

La gravísima crisis política ocurrida en 2001 no alcanzó para persuadir a la dirigencia institucional (políticos, empresarios y sindicalistas) sobre la necesidad de llevar adelante acuerdos básicos en materia de políticas de estado. Las convocatorias al diálogo se diluyen una y otra vez antes de que se llegue a definir una agenda de temas imprescindibles sobre economía, seguridad, justicia y educación. Ni qué decir sobre la búsqueda del consenso en asuntos geopolíticos de interés nacional.

En materia ideológica el escenario político argentino presenta hoy particulares conformaciones que se traducen en plataformas proselitistas de baja intensidad partidaria, cada vez más lejanas para el sentir y las necesidades básicas de la ciudadanía. Tal vez esto se debe a la participación de dirigentes peronistas y radicales en ambas coaliciones políticas (aunque algunos y algunas prefieran ocultar su carnet de afiliación histórica).

Es bueno recordar que la fracasada Alianza UCR-FrePaso conformada en 1999 estaba integrada por dirigentes de izquierda y de derecha, los que poco tiempo después se acomodaron en diferentes posiciones durante los tres mandatos kirchneristas (2003-2015) y la gestión de Cambiemos (2015-2019). En Argentina muchas veces las etiquetas ideológicas desafían a la física: es casi imposible definir a un dirigente como de izquierda o de derecha porque, en muy poco tiempo, ellos mismos han rotado de un lado al otro del espectro integrando coaliciones de ambos colores políticos. Yo no cambié, cambiaron ellos sería el teorema del pragmatismo justificador.

El notable escritor y periodista estadounidense Ambrose Bierce (1842-1914) poseía una aguda ironía en su pluma, y en este sentido definió a la precisión como una "cualidad sin ningún interés, que se excluye sistemáticamente de todas las declaraciones humanas".

En la hoguera de las vanidades que domina hoy la escena nacional, ni el mejor programa de inteligencia artificial podría explicar la dialéctica esquizofrénica que brota de los principales actores políticos. ¿Como se puede explicar racionalmente, entonces, que las críticas más fuertes al gobierno provienen del mismo gobierno; y que las operaciones de prensa para definir las candidaturas de la oposición emergen de los bandos en pugna de esa misma coalición?

El filósofo y general chino Sun Tzu escribió que no hay que interrumpir al enemigo cuando está cometiendo un error. Ella y El neutralizan a diario el consejo escrito cinco siglos antes de Cristo. Ella y El se miran de lejos, pero analizan muy de cerca cada paso político que da el otro. Hago esto porque El lo va a hacer, piensa Ella. No hago esto porque Ella lo hizo, reflexiona El. La estrategia de supervivencia de ambos líderes de las coaliciones políticas obliga a permanentes cambios tácticos en los coroneles de sus respectivos equipos, quienes día tras día deshojan ansiosos la margarita de las definiciones.

Falta muy poco para saber si en la política argentina la próxima década estará protagonizada por personalismos (ismos) anclados en los dos partidos mayoritarios que ya perdieron su esencia histórica, o si asistiremos a la conformación de coaliciones de largo alcance. En los días previos a la elección de 1983 el principal slogan del peronismo era: "Partido Justicialista, 3.250.000 afiliados, el pueblo ya votó". ¿Cuántos nuevos afiliados se inscriben hoy en las principales fuerzas políticas? En la respuesta a esta pregunta tal vez encontremos la explicación al crecimiento del candidato presidencial más novedoso surgido en las últimas dos décadas.