Un repliegue inevitable

Para sobrevivir a lo que pareciera ser una debacle inminente en las elecciones nacionales, la única opción disponible para Cristina pareciera ser la provincia de Buenos Aires.

Ni la construcción de la narrativa de la "proscripción" ni el pretendido "operativo clamor", menos aún la arenga al "luche y vuelve" con la que sectores del kichnerismo duro intentaron sintetizar ambas apuestas en torno a Cristina Fernández de Kirchner, tuvieron el efecto buscado. No es una cuestión meramente interpretativa, sino una realidad que se desprende de prácticamente todas las encuestas: los números de la ex presidenta siguen arrojando altos niveles de rechazo, con un piso relativamente alto, que a su vez opera como techo, en distritos como la provincia de Buenos Aires. Un panorama que no parece alterarse significativamente en razón de las novedades en las causas que en su contra se tramitan en Comodoro Py o del embate contra la Corte Suprema que tiene su epicentro en la Cámara de Diputados.

Por ello, más allá de que seguramente la retórica de la proscripción se seguirá esgrimiendo como eje de un relato tendiente a dotar de cierta mística a la figura de la vicepresidenta entre sus votantes duros (los "convencidos"), los dirigentes más pragmáticos -y más realistas- del espacio comienzan a plantearse escenarios más terrenales que le permitan al kirchnerismo no solo capear el temporal electoral a la vista sino "proteger" a su líder frente a la hipótesis de que en un plazo no menor a dos años la condena en la denominada "causa Vialidad" pueda quedar firme.

Y, para sobrevivir a lo que pareciera ser una debacle inminente en las elecciones nacionales, la única opción disponible pareciera ser la provincia de Buenos Aires. En este marco, la candidatura a senadora nacional por dicho distrito parece tan necesaria como inevitable.

No solo para despegarse de una probable derrota nacional, con un candidato que a 3 meses del cierre de listas es aún un gran interrogante, y para obtener los tranquilizadores fueros, que le permitan apelar los fallos desfavorables (incluso ante tribunales internacionales) sin medidas restrictivas a su libertad, sino para apuntalar la candidatura a gobernador de Axel Kicillof, imprescindible para que el repliegue estratégico tenga una sólida base territorial que les permita retener resortes de poder.

Es que quienes están más atentos a las encuestas que a la pirotecnia verbal y las diatribas que sostienen el relato saben que Kicillof en "solitario" no es suficiente para garantizar la victoria, que el gobernador necesita a Cristina en la boleta. Algo parecido perciben muchos intendentes de dilatada experiencia territorial en el conurbano, aún algunos no tan cercanos a la vicepresidenta: con Cristina en la boleta el piso electoral con que arrancan la campaña es mucho más alto que el que puede garantizar el gobernador. Y ello, en el contexto de una elección que ya se percibe como muy compleja para el Frente de Todos, es una ventaja comparativa que no se pueden dar el lujo de desdeñar, aun pagando el costo de "abrir" las listas a La Cámpora y otros sectores cristinistas.

Un escenario que se refuerza aún más con la fragmentación que producirá seguramente la irrupción del ascendente Javier Milei en territorio bonaerense. Más allá de no haber confirmado aún su candidato a gobernador y de las dificultades que su postulante provincial tendrá para fidelizar el voto del líder libertario, resulta evidente que la competitividad de este espacio tenderá a favorecer al oficialismo provincial en detrimento de los candidatos de Juntos por el Cambio. Una razón de peso más para procurar asegurar ese "piso" con que arranca una boleta con Cristina en una provincia donde el gobernador se elige a simple pluralidad de sufragios.

Ahora bien, cuáles son entonces los obstáculos que, al menos por ahora, demoran esta definición que pareciera a todas luces inevitable. En primer lugar, está el encendido discurso en el que el 6 de diciembre del año pasado una vicepresidenta enojada por la condena del Tribunal Oral Federal 2 señaló que no sería "candidata a nada", lo que demandará de una reingeniería argumentativa que no presenta mayores problemas. En segundo lugar, está la negativa de Alberto Fernández de renunciar a su proyecto reeleccionista, actitud que exaspera al kirchnerismo duro y obtura el lanzamiento de candidatos alternativos como Daniel Scioli, que ya camina sigilosamente el territorio a la espera de una bendición oficial. En este sentido, resulta altamente improbable que la vicepresidenta anticipe su jugada bonaerense, exorcizando los fantasmas de un "operativo clamor" en torno a una candidatura presidencial, ya que ello le otorgaría mayor margen de maniobra a Alberto Fernández en el plano nacional.

Así las cosas, es muy probable que tanto Cristina como el presidente dilaten las definiciones hasta el filo del plazo límite para la inscripción de las candidaturas, aunque ello conspire contra el cada vez más difícil escenario electoral que a nivel nacional enfrentará el peronismo.