¿Pasos al costado?

El gran interrogante es quién y cuándo dará el primer paso y, más aún, si lo harán explícitamente en algún momento. Al menos, antes de que sea tarde para otro candidato.

Una de las pocas certezas en torno al proceso electoral de este 2023 es la complejidad que éste presenta en términos de desafíos y amenazas para las principales organizaciones políticas y candidatos que aspiran a sentarse en el codiciado "sillón de Rivadavia". Si esto es cierto para los precandidatos de la principal coalición opositora, que se enfrentan a un escenario de unas PASO con resultados imprevisibles, lo es más aún para un oficialismo que no sólo gestiona un país que atraviesa una profunda crisis económica y social, sino que también sigue encerrado en un juego imposible que enfrenta a dos grandes sectores con posiciones irreductibles.

No son pocos los dirigentes del peronismo, sobre todo aquellos que tienen "territorio" como los intendentes del conurbano y algunos gobernadores, quienes ya no ocultan su incomodidad ante una situación que parece difícil de resolverse y que compromete la performance electoral del oficialismo en muchos distritos. La preocupación de aquellos que miran la política y, sobre todo la interna partidaria, con pragmatismo, radica en la toma de conciencia de que ni Cristina ni Alberto estarían en condiciones de ganar.

Desde esta óptica, tanto el "operativo clamor" y la narrativa de la proscripción en torno a una candidatura de Cristina como la insistencia del presidente Alberto Fernández en su proyecto reeleccionista conspiran contra las chances del peronismo, dividiendo el espacio y retardando la posibilidad de encontrar y posicionar un candidato competitivo.

Así las cosas, crece en muchos referentes -aunque aún no lo expresen públicamente- la expectativa de que ambos acaben por dar un paso al costado en favor de un candidato que oficie como una suerte de prenda de "unidad". Y que, con el tiempo suficiente para trabajar su posicionamiento y su perfil, éste pueda reconstruir la idea de que aún es posible ganar.

En este contexto, todas las miradas estarán puestas en el discurso del Presidente ante la Asamblea Legislativa que dejará inauguradas las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. Más allá del interés que seguramente despertará el encuentro entre el Presidente y Cristina -su anfitriona en el Congreso- después de más de 6 meses sin verse cara a cara, las principales expectativas estarán puestas en el discurso del primer mandatario. No es que haya alguien que espere allí algún renunciamiento explícito, pero sí al menos que no utilice el estrado del recinto de la cámara baja como plataforma de lanzamiento electoral.

Atentos a estos posibles movimientos, los referentes de las principales organizaciones sociales adelantaron que no se movilizarán al Congreso: no quieren avalar lo que entienden podría convertirse en un hecho político que respalde el proyecto reeleccionista de Alberto Fernández. No es un hecho menor: se trata de Barrios de Pie y el Movimiento Evita, dos organizaciones que acompañaron desde el comienzo al primer mandatario, respaldándolo incluso en los momentos más álgidos de su enfrentamiento con el kirchnerismo.

El gran interrogante es quién y cuándo dará el primer paso y, más aún, si lo harán explícitamente en algún momento. Al menos, antes de que sea tarde para otro candidato. Es que tanto Cristina como Alberto, si están considerando esa opción, saben que sacan mayor rédito retardando cualquier definición: la primera sabe que jugando al misterio conserva centralidad y gravitación política, no sólo para "manejar la lapicera" sino para no perder musculatura política de cara a los procesos judiciales en su contra; el presidente sabe que con un difícil año por delante en materia de gestión, no puede darse el lujo de perder "poder de fuego" y acelerar el síndrome de "pato rengo".

En este sentido, y a pocos meses de las próximas elecciones nacionales, el Índice de confianza en el Gobierno (ICG) que tradicionalmente pública la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, muestra una fuerte caída: el dato fue de 1,17 puntos en febrero, por lo que se vuelve a acercar a los 1,12 de julio del año pasado, la cifra más baja durante toda la presidencia de Alberto Fernández. Pareciera ser muy improbable que alguien con estos niveles de rechazo pueda aspirar a ser un candidato competitivo.

Además, al escenario de aceleración de la inflación que se registró en enero y que se extendería para todo el primer trimestre, se suman datos poco auspiciosos respecto al consumo, uno de los principales motores de la economía, lo que complicaría aún más las perspectivas de crecimiento para este año. No llama la atención, entonces, que ya muchos analistas estén viendo que será muy difícil evitar un escenario recesivo para 2023. Una complicación más no solo para el presidente, sino también para quienes se entusiasmaban con una candidatura de Sergio Massa que pudiese crecer como contracara de una pretendida baja sostenida en la inflación.

Así, una vez más, resuena el nombre del siempre hiperactivo y optimista Daniel Scioli, siempre en campaña, quien confía en que su candidatura podría convertirse en una prenda de unidad para reorganizar el peronismo.