Macroeconomía

Gracias al cambio en la meta de reservas del FMI, ahora Massa puede postergar el dólar soja 3

El Banco Central necesita recomponer reservas, pero la inflación recalentada de febrero no da espacio a la emisión monetaria de un nuevo dólar-soja.

Massa vuelve de la India con un par de logros bajo el brazo: dos créditos aprobados por el Banco Mundial y, sobre todo, la reducción de la meta de acumulación de reservas netas del acuerdo con el FMI. Módico, si se mira el desorden macroeconómico al que se enfrenta el ministro. Clave, si se mira el desfiladero por el que transitan esos desequilibrios entre el  desconfianza de los mercados y la amenaza de más argayo del lado de la política conforme avance el calendario electoral.

El punto es que las gestiones del ministro en la India y de sus colaboradores en Washington (Rubinstein, Cleri y Madcur) les permiten regresar al país con la certeza de que el Fondo Monetario accedió a revisar el sendero de metas críticas del acuerdo Stand-By. Y esto, sin que Argentina solicitara formalmente un waiver, un perdón por incumplimiento. 

El objetivo está en la agenda hace seis meses: que el organismo adapte los hitos hacia el orden macroeconómico a la realidad. Al fin y al cabo, la guerra en Ucrania y la sequía, no fueron desvíos de la política económica respecto del plan diagramado con los técnicos del FMI, fueron sacudones del tablero que imposibilitarán que las metas se cumplan, pese a haber aplicado las políticas convenidas. El costo, no menos de 5.000 millones de dólares, subrayan en el Gobierno.

La realidad es que hasta no saber en cuánto reducen la meta de reservas es difícil saber si queda algún grado de libertad para cumplirla. Pero podemos pensar que se reduzca a un nivel asequible para el Gobierno sin la necesidad de establecer un esquema de incentivos, como sería el dólar-soja 3.

"Los factores para pedir esta reducción son convincentes. Desde el vamos tenemos una menor competitividad externa y, a su vez, se sumó un factor completamente condicionante y que no era predecible al momento en el que se realizo dicho acuerdo con el Fondo: la sequía. Como ésta afecta la capacidad de generar divisas en el país, nuevamente es esperable que se revisen las metas hacia abajo. Sin ir más lejos, según el último informe del balance comercial del Indec, en el primer mes de este año las exportaciones cayeron un 11% en una comparación interanual, donde los productos agrícolas se redujeron un 44% en cantidades exportadas", detalló a LPO el economista de la Consultora ACM, Francisco Ritorto.

Así y todo, no será hasta este martes que el Fondo formalmente anuncie las nuevas metas y se conozcan los por menores de la corrección. Lo que sí se sabe es que Massa deja de estar contra las cuerdas tanto frente a los acreedores externos y también de cara a los productores agropecuarios. Ya no dependerá sí o sí de la implementación de un dólar-soja 3 en la segunda quincena de marzo, tal y como se daba por descontado en el sector. En cambio, frente a la demanda de importaciones para que la economía no se frene, el ministro seguirá padeciendo la frazada corta.

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En el primer caso, los inversores venían recortando sus posiciones en bonos por las demoras en el anuncio del repo y preocupados por las señales de insolvencia que llegan desde el mercado único de cambios, donde día a día el Banco Central tiene una posición vendedora. Con este cambio en los términos con el FMI, ahora entienden que las probabilidades inmediatas de impago de los intereses se disipan. Así, las cotizaciones de los bonos repuntaron hasta 3,1% (como en el caso del AL30), recortando sus pérdidas en el mes al 10%. La mejoría se trasladó automáticamente al riesgo país, que se redujo 1,4% y quedó en 1969 puntos básicos, lejos de los 1700 puntos que acarició cuando se anunció la recompra de bonos a mediados de enero.

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En el segundo caso, Massa ganó una ventana de oportunidad. Tener que sumar 2.500 millones de reservas en un trimestre que arrancó con déficit cambiario récord -tal y como confirmó este lunes el Banco Central- es un desafío titánico habida cuenta de la convergencia del efecto sobre el stock granario de la sequía y del efecto sobre el flujo de liquidaciones del último dólar-soja. La alternativa así era volver a apelar a un incentivo exportador a mediados de marzo: el tan augurado dólar-soja 3.

Sin embargo, con la inflación acelerándose en febrero, volver a generar un "bombazo" de emisión de pesos como los más de 500.000 millones que significó el último dólar-soja, ponía al ministro en la disyuntiva: o intentar cumplir con la meta de reservas a pesar de que eso implicara un fogonazo inflacionario; o renunciar a cumplir la meta del FMI, pedir un waiver y buscar contener los coletazos de no cumplir y perder, por lo pronto, el desembolso de unos 4.200 millones de dólares en junio.

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"La realidad es que hasta no saber en cuánto reducen la meta de reservas es difícil saber si queda algún grado de libertad para cumplirla. Pero podemos pensar que, como ya van a estar flexibilizando dicha meta, se reduzca a un nivel asequible para el Gobierno sin la necesidad de establecer un esquema de incentivos, como sería el dólar-soja 3", consideró Ritorto.  

Con el cambio de meta, ahora Massa dispondría de margen político para decidir si postergar al tan ansiado dólar-soja 3, morigerarlo o incluso intentar convencer a los productores de volver a liquidar a tipo de cambio oficial sin una compensación por las retenciones. Por lo pronto, las ayudas estatales por la sequía no están disponibles para los que retienen granos y por el lado de los precios internacionales no se avisoran mejoras que esperancen a los productores para seguir embolsando cuando arranque la cosecha en abril.

En palabras del doctor Juan Miguel Massot, director del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la USAL: "Lo logrado con el FMI es fundamental para que no se desate una crisis terminal de la política económica en curso y, por lo tanto, una crisis institucional de consecuencias muy graves. En ese sentido, tiene un gran valor. Esto no implica que la economía esté bien, o que no haya problemas serios durante el resto del año, como, por ejemplo, que se tenga que aceptar una inflación promedio del 6% mensual o más, o que el desempleo comience a subir, o empeore la pobreza y la desigualdad".

Lo logrado con el FMI es fundamental para que no se desate una crisis terminal de la política económica en curso y, por lo tanto, una crisis institucional de consecuencias muy graves. Lo mejor que puede hacer [el ministro] es tratar de capear la tormenta y que, en cierta forma, es lo que está haciendo.

"Lo mejor que puede hacer es tratar de capear la tormenta y que, en cierta forma, es lo que está haciendo. No puede tener grandes logros ni se espera cosas interesantes para el mediano y largo plazo, porque el gobierno finaliza este año sin un ápice de credibilidad. Pero, hay que ver qué pasa, son pocos meses, pero, en términos económicos, son una eternidad. Si la situación empeorase significativamente antes de diciembre, no se puede descartar que deba tomar alguna medida draconiana, como pasó con otros gobiernos que llegan exhaustos política y económicamente e imponen medidas financieras, monetarias, cambiarias, del comercio exterior, que le permiten, al menos, entregar el poder en tiempo y forma. Por el momento, a esto último le asignaría baja probabilidad de ocurrencia, pero ya hubo casos en que parecía que un gobierno podía controlar la crisis hasta su salida, y no lo pudo hacer. Un caso exitoso de gestión final de un gobierno con una grave crisis económica fue Macri, y los peores fracasos fueron el gobierno militar y Alfonsín", agregó.