Fernando Prieto

"El retardismo no existe, se inventa un debate para seguir con el modelo especulativo de las renovables"

Al director del Observatorio de Sostenibilidad le parecen "ridículas" y "naif" las acusaciones de "retardistas" y "antirrenovables" que están recibiendo quienes plantean reparos al modelo de la transición energética.

Si Fernando Prieto, doctor en Ecología y director del Observatorio de la Sostenibilidad, con 35 años de trabajo tenaz, riguroso y silencioso en el sector de las energías limpias, le contase a un colega extranjero que lo están acusando de "retardista" y de "antirrenovable", su interlocutor no daría crédito.  

Sin embargo, esos dos motes son los que recibe -no solo él, sino también muchos otros científicos y expertos- por ir a contracorriente del modelo que España está eligiendo (que ha elegido) para descarbonizar su economía. 

Su pecado: denunciar el "brutal asalto a lo Far West" al sector energético de las renovables, cuestionar la falta de planificación territorial, advertir profundos e irreversibles impactos ambientales por la flexibilización de los controles y, sobre todo, maldecir la poca apuesta estatal por el autoconsumo, una faceta en la que España va con muchísimo retraso en comparación con Alemania, Australia, Reino Unido e Italia, por citar cuatro ejemplos.

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"Se quiere instalar un forzado debate entre "retardismo" y "aceleracionismo" que no existe. Es forzado y absurdo. Se esconde la naturalización de un modelo especulativo que quiere sacar el máximo beneficio en el mínimo tiempo posible. Si las grandes empresas pudiesen instalar todas las placas esta tarde, lo harían encantados. Le da igual la gente, la biodiversidad, los ecosistemas. Ningún país de Europa está adoptando este modelo y ningún país se está cargando sus paisajes más emblemáticos como lo está haciendo España", explica en diálogo con LPO.

El objetivo del Observatorio es hacer una radiografía real, veraz e independiente de la situación de España en temas de sostenibilidad. ¿Cuál es el diagnóstico del modelo de transición energética que está aplicando España?

Desde el año 2014 que estamos publicando un informe que se llama "Un millón de tejados solares" y repitiendo que en España se ha estado paralizando el autoconsumo, algo que parece alucinante. Recién en 2022 tuvimos una eclosión importante en esta pata clave de la transición energética. Y si bien estamos avanzando en la instalación para propietarios privados, estamos avanzando poco en comunidades energéticas, que escasean en nuestro país. ¿Por qué es importante fomentar e invertir en autoconsumo? Porque la gente se favorece de la energía directamente, es un sistema muy democrático. En paralelo a esta parálisis, sí se ha desarrollado un modelo de macroplantas solares -de las cuales muchas son necesarias, nadie lo niega- con poca planificación, medio a lo bestia, y con graves impactos ambientales. Lo que decimos desde el Observatorio es que primero hay que colocar placas solares en zonas industriales, vertederos, escombreras, minas abandonadas, zonas aledañas a las infraestructuras de autovías antes de ocupar terrenos agrícolas o forestales. Nuestro cálculo es que hay 300 mil hectáreas disponibles para esto.

Quienes piden esto y cuestionan el modelo de las renovables son llamados "retardistas". ¿Te molesta el mote?

Es curioso. Nosotros venimos hablando de las renovables hace mil años diciendo que hay que hacer una transición energética lo más rápido posible. Este asalto a lo "Far West" del sector energético a las renovables, con el aval político, está básicamente atentando contra eso. Muchos vecinos y organizaciones están judicializando estos macroproyectos para evitar que se construyan en sus pueblos. Este es el verdadero "retardo". En Carmona, por ejemplo, pueblo de Andalucía, van a montar uno de estos proyectos a 500 metros de las casas. Cuando tu transformas una zona agraria hay muchísimos cambios e impactos. La transformación es muy importante. Vamos camino a municipios que van a tener un porcentaje muy alto de su superficie con placas solares. Tenemos municipios con una concentración enorme de placas y otros con ninguna. En Madrid no hay ni media placa solar. En Cataluña y en el País Vasco tampoco. Las comunidades más pobres y con menos desarrollo son las que van a asumir los costes de esta mala política energética. Muchos dicen "no pasa nada, es lo que hay que hacer". Pero sí pasa. Y es grave.

El volumen de proyectos aprobados alcanza las 42 mil hectáreas. Es como tres veces Valencia o Sevilla. Es una transformación del territorio absolutamente brutal. No se ha hecho algo así en España en los últimos 40 o 50 años. Es un cambio en la ocupación del suelo muy importante. Zonas agrícolas, forestales e industriales que van a quedar valladas. Un fenómeno así requiere una planificación minuciosa y estratégica. Nada de esto se está haciendo. 

Es paradójico lo que cuentas: el "retardismo", por el rechazo y la judicialización de muchos proyectos, asoma como un efecto colateral no menor de este despliegue masivo de los megaproyectos.

Es así. Hay mucho enfado. Lo lógico es buscar sitios donde se puedan poner las placas. Buscar acuerdos, buscar consensos. Y buscar participación ciudadana, algo que no se ha hecho nunca. Es curioso porque en Europa se ha avanzado mucho en la instalación de placas solares para edificios y en cooperativas energéticas. En Dinamarca, por ejemplo, hay poblaciones que tienen hasta su propio molino. Han asumido que es necesario el molino y han armado una cooperativa para poder abastecerse de esa energía. Sin embargo, en España se hizo justo al revés. Se han fomentado las grandes plantas del oligopolio energético y se han puesto muchas trabas a que la gente ponga sus propias placas.

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Estamos hablando de una decisión política, ¿no?

Sí, la decisión política ha sido favorecer este modelo especulativo. Alemania va a tener en breve 2 millones de tejados solares. Estamos hablando de Alemania que, prácticamente, no tiene sol. En California, los distintos gobiernos, demócratas y republicanos, han ido implementando muchas medidas en esta vía. Por ejemplo, si un ciudadano quiere comprar una casa que ya tiene placas solares, sabe que una parte importante de la hipoteca la va a pagar esta instalación doméstica. Es beneficioso para todo el mundo. Sin embargo, aquí en España todo ha sido impedimento. Ahora tenemos cerca de 200 mil placas. Tendríamos que tener muchísimas más. Perdimos mucho tiempo. Son décadas de decisiones políticas. Ahora por fin empieza a ver un marco favorable, pero no exento de muchos problemas. En Portugal, otro ejemplo, tú compras unas placas solares, las enchufas en casa, las registras y ya está. Esta democratización de acceso a la energía no se ha estimulado en España.

Pareciera entonces que lo que se plantea como un debate entre "retarditas" y "aceleracinonistas" no es más que una lógica y muy válida puja política por qué modelo se prioriza. ¿Qué esconden estos motes?

Es un debate que no existe. Es forzado y absurdo. Se esconde la naturalización de un modelo especulativo que quiere sacar el máximo beneficio en el mínimo tiempo posible. Si las grandes empresas pudiesen instalar todas las placas esta tarde, lo harían encantados. Le da igual la gente, la biodiversidad, los ecosistemas. Ningún país de Europa está adoptando este modelo y nadie se está cargando sus paisajes más emblemáticos como lo está haciendo España. Es cierto que todos tenemos que asumir la transición energética, ver cómo se puede hacer, favorecer a las comunidades. Pero no vale cualquier sitio en cualquier zona. Se están poniendo molinos en zonas protegidas, como el Maestrazgo, en Teruel. Estamos hablando de estructuras de 200 metros. ¿Por qué no se ponen en las sierras de Madrid? Es que nadie se atreve a decirlo.

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¿Por qué no se ponen?

Primero porque Madrid ha sido lo suficientemente inteligente al hacer de sus sierras parque nacionales, cosa que en Galicia, por ejemplo, no pasa. No existen prácticamente espacios protegidos. Y segundo porque, en Madrid, la gente no lo admitiría. Lo mismo que en Cataluña. ¿Por qué no se ponen molinos en los Pirineos? La gente, con razón, no quiere cargarse sus propios paisajes.

La solución parece ser la de avanzar en las llamadas "tierras de sacrificio".

El tema es que en esas tierras la gente tampoco las quiere. Pienso que este descontento social, que crece, se va a ver en las próximas elecciones. La gente va a buscar proteger su propio territorio. Insisto: hay que buscar las zonas más lógicas en todo el país donde se puedan instalar los molinos y las placas, aunque tardemos dos años en planificar esto, son dos años que vamos a ganar. Esto es central. Vamos a conseguir que la gente esté de acuerdo y que las comunidades se sientan partícipes y acompañadas. Si se sigue por el camino en el que vamos se va a retrasar todo y no se van a instalar ni la mitad de los proyectos. Ahora mismo, además, estamos como en un casino. Un promotor pone un molino, se lo vende a otro, lo compra el siguiente. Es una locura este modelo.

En paralelo a la parálisis del autoconsumo se ha desarrollado un modelo de macroplantas solares con poca planificación, medio a lo bestia, y con graves impactos ambientales. Lo que decimos desde el Observatorio es que primero hay que colocar placas solares en zonas industriales, vertederos, escombreras, minas abandonadas, zonas aledañas a las infraestructuras de autovías antes de ocupar terrenos agrícolas o forestales. Nuestro cálculo es que hay 300 mil hectáreas disponibles para esto

¿La guerra de Ucrania está siendo el pretexto ideal para avanzar con los ojos cerrados en este modelo?

Está siendo la excusa perfecta, sí. Es el pretexto para avalar la falta de regulación y la flexibilización de los controles ambientales. El decreto del Gobierno que elimina evaluaciones y quita las alegaciones civiles es un error enorme. Los impactos van a ser irreversibles. Hay que entender que además de la emergencia climática tenemos una grave crisis de biodiversidad. No se puede desvestir a un santo para vestir a otro. Para combatir la emergencia climática no podemos cargarnos nuestros bosques o nuestros sistemas agroalimentarios. No tiene sentido destruir olivares de miles de años para poner placas solares, sobre todo en un país como España donde sobra espacio. Si estuviésemos hablando de Holanda u otros países, el debate tendría más sentido.

La ministra Teresa Ribera reconoció esta semana que hay una "fuerte presión" de Europa para darle prioridad "sin condiciones" al despliegue de las renovables. Aclaró que en España esto no está pasando, aunque el Decreto 20/22 da cuenta de lo contrario. ¿Te sorprendió esta medida?

No tienen ningún sentido. Sobre todo, porque como dije antes, va a ralentizar mucho más la transición energética. El volumen de proyectos aprobados alcanza las 42 mil hectáreas. Es como tres veces Valencia o Sevilla. Es una transformación del territorio absolutamente brutal. No se ha hecho algo así en España en los últimos 40 o 50 años. Es un cambio en la ocupación del suelo muy importante. Zonas agrícolas, forestales e industriales que van a quedar valladas. Un fenómeno así requiere una planificación minuciosa y estratégica. Nada de esto se está haciendo.

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¿Por qué muchos expertos en energía, progresistas la mayoría de ellos, asocian estas críticas con un rechazo a las renovables?

Es una simplificación absurdo y naif. Se intenta decir "o estás conmigo o estás contra mí". Llevo 35 años trabajando en cuestiones vinculadas a la sostenibilidad y pidiendo, cuando no era un tema de agenda, por la transición energética.

Pero te acusan de defender un "discurso antirenovable".

Es ridículo por donde se lo mire. Lo curioso es que estas voces no están pidiendo con la misma vehemencia el despliegue de los tejados solares. Es curioso. Estamos hablando de impactos positivos inmediatos. Con un cambio de legislación, se podría a ir a un centro comercial, coger las placas e instalarlas. O crear una comunidad energética. Temas sencillos y muy rápidos de implementar. Sin embargo, esta misma gente es la que está poniendo trabas. En cambio, en los macroproyectos de miles y miles de hectáreas, problemáticos por dónde los mire, no ven ningún tipo de problema. Porque se han aprobado los proyectos con competencia estatal, ahora faltan los proyectos de todas las CCAA. La cifra que conocemos se puede multiplicar por cuatro o por cinco, una absoluta locura. La excusa es la emergencia climática, que nadie discute. Pero esta emergencia no se va a solucionar con poner este año toda la eólica del mundo. Que queda claro: se necesitan macroproyectos, pero no de esta manera.

¿Es España un país negacionista de los tejados solares?   

Lo que digo es que en España se han tomado muchas políticas deliberados durante décadas para retrasar a propósito el autoconsumo. Ahora mismo sigue habiendo barreras muy serias. Gente que tiene instalada su comunidad energética y no la puede aprovechar porque las empresas no enganchan las placas a la red. El otro argumento es que "hay que hacer todo a la vez", las macroplantas y el autoconsumo. El tema es que uno está favoreciendo a la gente democratizando el acceso a la energía y la otro no, todo lo contrario.

Hablando de las barreras del autoconsumo. Días atrás, la Asociación de Empresas de Energías Renovables reconoció que estamos "tirando mucha energía", 19% de la energía de autoconsumo instalada. ¿Suena a despropósito en esta cruzada por acelerar el despliegue verde?

Totalmente. Volvemos a lo mismo: decisión política. La ministra podría llamar a las empresas distribuidoras para que asuman todos estos problemas de forma urgente. Pero no se hace.

En Madrid no hay ni media placa solar. En Cataluña y en el País Vasco tampoco. Las comunidades más pobres y con menos desarrollo son las que van a asumir los costes de esta mala política energética. Muchos dicen "no pasa nada, es lo que hay que hacer". Pero sí pasa. Y es grave

Otro tema que parece escondido en el debate: la reducción del consumo energético. ¿Por qué es tan tabú? Solo Francia lo puso en agenda con un plan que estipula reducir en un 40% el consumo de energía para 2050.

España también lo tiene puesto en su estrategia de descarbonización, pero no está haciendo absolutamente nada para reducir su consumo. Es cierto que en 2022 ha habido una disminuido. Habría que ver si es algo coyuntural o un inicio de tendencia para ir hacia una economía que consuma menos electricidad. Las sociedad más ricas van a tener que reducir producción y consumo, y eso implica reducción de energía.

La energía nuclear es una mala palabra en este debate. La coincidencia es mayoritaria. Un gurú de este sector dice algo que no deja de ser una fuerte interpelación: "O reducimos nuestro nivel de vida o apostamos con todo por la energía nuclear. Su tesis: las energías limpias no van a alcanzar. Su ecuación: 70% solar/eólica y 30% nuclear para sostener el capitalismo global tal como lo conocemos. ¿Cuál es tu mirada?

La nuclear tiene que ir desapareciendo poco a poco. La inestabilidad del parque de Francia es un ejemplo de que no tiene sentido apostar por esta energía. Mi ecuación: 100% energía renovable con reducción de energía. Hay una energía, la termosolar, que tenemos que potenciar de forma muy seria. Es una energía más cara y más sofisticada. Sería interesante que el gobierno le exigiera a estas compañías que están obteniendo beneficios extraordinarios y escandalosos reinvirtieran en esta tecnología, clave para eliminar el gas, paso que hay que dar.

¿Y el hidrógeno verde qué papel juega en la transición energética? La sensación es que estamos ante otra enorme burbuja.

Es un vector que hay que ver cómo avanza en los próximos años. En algunos temas parece estar solucionado, como en las refinerías o la industria química. Pero para el transporte, por ejemplo, está todo en el aire y sin solucionar. Las pérdidas que hay ahora mismo son una locura. Nadie sabe cómo se va a poder transportar este hidrógeno. Por lo pronto, España da por hecho que va a ser un principal productor y exportador. Hay una grave problema de expectativa porque, lo más seguro, es que no se cumplan. Es un mercado muy futurista, otra gran burbuja. Necesitamos voces expertas y autorizadas para bajar la espuma. Lo que no podemos es cargarnos aún más los territorios con toda la infraestructura que requiere el hidrógeno para su producción a gran escala y después decir "la verdad que fue un error".