Opinión

Las diatribas como estrategia

Tal parece que AMLO no comprende que los discursos polarizantes no son un camino a la paz que tanto pregona desde su privilegiada tribuna en Palacio.

El tono que están alcanzando los discursos desde Palacio Nacional en contra del INE por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, además de de una alta virulencia, comienzan a ser un motivo de preocupación grave.

Y es que una cosa es no estar de acuerdo con las leyes que debe hacer valer el instituto y otra muy diferente es tratar de desmantelar un organismo que la sociedad mexicana tardó en construir décadas, pero aún más preocupante resulta la descalificación emanada desde Palacio Nacional hacia las personas que están al frente del Instituto.

Cosa de ver el discurso de este lunes 30 de enero en el que López Obrador tildó a Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, de farsante sin principios y sin ideales, en un ataque directo a la persona, ya sin estar las leyes de por medio.

El encono y fastidio del Presidente por no haber logrado una reforma electoral y tener que conformarse con un "Plan B" (que bien puede ser echado por tierra en la Corte), es evidente y queda de manifiesto en diatribas, ahora en contra de las personas.

Tal parece que el Presidente no quiere comprender que los discursos polarizantes no son un camino para la paz, que él tanto pregona desde su privilegiada tribuna en Palacio Nacional.

No son pocas las voces que le han pedido moderación en sus discursos, pues son un factor desencadenante de violencia, como por ejemplo los ataques directos y sistemáticos a la prensa crítica a su gobierno.

Si en algo es experto López Obrador es en utilizar su narrativa en favor de sus intereses, como por ejemplo decir que en su gobierno está "prohibido prohibir" pero tiene decenas de políticas prohibicionistas en materia de salud. Decir que él es un pacifista, pero atacar sistemáticamente a sus críticos con todo el aparato del Estado sin importar que esto pueda ser un factor desencadenante de violencia. Soltar siempre que se "serenen" sus adversarios, pero ser él quien profiere críticas despiadadas en contra de las personas.

La diatriba como estrategia del gobierno de López Obrador, ya comienza a verse desgastada y probablemente no esté surtiendo el mismo efecto que tenía hace un par de años. Cierto es que el Presidente es muy popular, pero eso no garantiza que vaya a ganar su partido la presidencia en el 2024, porque lo que se vio este lunes, es una clara desesperación del Mandatario porque el INE está terminando por convertirse en una gran piedra en su zapato.

Algo así como lo que le está pasando a Claudia Sheinbaum en su camino a suceder a López Obrador en 2024 con el tema del Metro, que se ha tornado en un lastre para sus aspiraciones.

Tal vez esos temas terminen por ser ser el tendón de Aquiles para ambos, pues ninguno ha sabido lidiar muy bien con esas críticas que crecen y crecen rumbo al final del sexenio obradorista.

Twitter: @campudia