Orfandad electoral

Con Cristina supuestamente fuera de la carrera, la inercia propia de la gestión convierte hoy así a Alberto Fernández en el único candidato formal.

Mientras en Juntos por el Cambio la disputa por el liderazgo del espacio y las principales candidaturas está al rojo vivo, el Frente de Todos comienza lentamente a moverse en torno a lo que -para muchos- pareciera ser el único plan viable: Sergio Massa. Es que el contraste entre la pluralidad y diversidad de precandidatos anotados en la principal coalición opositora, y la orfandad de opciones electorales competitivas del oficialismo es más que evidente y comienza a preocupar a muchos actores relevantes del amplio espectro peronista.

A escasos siete meses de las PASO, y mucho menos tiempo aún de la entrada en vigencia de los plazos legales para la inscripción de alianzas y la oficialización de candidaturas, en el Frente de Todos cuesta encontrar a alguien que se asome convincentemente al escenario electoral y se pruebe el traje de precandidato. Con Cristina Fernández de Kirchner supuestamente fuera de la carrera, la inercia propia de la gestión convierte hoy así al presidente Alberto Fernández en el único candidato formal.

Fernández, que en varias ocasiones avisó que va por la reelección, incluso ya comenzó a intentar proyectar discursiva y simbólicamente una imagen de candidato, y trabaja con una nueva estrategia de comunicación que busca ser más proactiva y que intenta instalar en la agenda lo que desde su equipo entienden son los "logros" del gobierno. Aunque es entendible para un presidente que necesita recuperar centralidad frente a un largo año de gestión por delante, el énfasis en su proyecto reeleccionista parece aislarlo aún más, incentivando algunos importantes realineamientos en diversos sectores que anidan en el oficialismo, incluso muchos que fueron un importante sustento de su gestión, y que hoy comienzan a mostrar abiertamente su preocupación por la falta de una oferta electoral competitiva.

Más allá de la esperanza que albergan algunos referentes del cristinismo puro en relación a una candidatura de la "jefa", en distintas terminales del peronismo comienza a madurar el "plan Massa". Si bien el tigrense ha señalado en varias ocasiones que no competirá este año, los objetivos que el mismo ministro se planteó para el primer cuatrimestre del año tienen un inconfundible "tufillo" electoral. El razonamiento que ensayan varios actores de peso en el oficialismo -sindicalistas, movimientos sociales e intendentes del conurbano- es el siguiente: si Massa logra alcanzar la meta de que el otoño llegue con una inflación por debajo del 4% y atenuar algunas de las variables que más afectan el bolsillo de la gente, el sentido común lo posicionaría como el candidato natural del espacio, sin mucho margen para correrse del centro de la escena.

Si bien este plan depende en gran medida de que el ministro alcance la meta autoimpuesta de acercar los índices de inflación a los tres puntos porcentuales, algo que a la luz de la sequía y el escenario macroeconómico actual no parece nada fácil, lo cierto es que los realineamientos comienzan a mostrar que para muchos esa es la única apuesta posible. Así lo entienden, por ejemplo, un amplio sector del sindicalismo y algunos de los movimientos sociales que supieron apuntalar al presidente, y que hoy no sólo cifran sus expectativas en torno a Massa sino que también se muestran dispuestos a colaborar activamente para facilitarle una tarea que lo torne más competitivo. En esa clave debe leerse el acuerdo de Massa con los "gordos" de la CGT para moderar las negociaciones paritarias en el primer tramo del año y coadyuvar así a la contención de las expectativas inflacionarias. Lo mismo corre para el convenio que Barrios de Pie suscribió con la secretaría de Comercio para auditar el programa Precios Justos.

Por ahora, el kirchnerismo acompaña con un silencio táctico, que contrasta con la belicosidad contra el presidente, a la espera de señales de Cristina. Más allá de que seguramente desde La Cámpora se escenificará un operativo clamor y se seguirá mencionado a Wado De Pedro como posible candidato, una candidatura de Massa que surja como consecuencia natural de los resultados económicos sería bienvenida, ya que le permitiría consolidar el repliegue estratégico hacia la provincia de Buenos Aires.

Desde el entorno del presidente, por su parte, dejan trascender de que si hubiese una recuperación económica, el propio presidente podría apropiarse políticamente de esos logros, y que no necesariamente sería Massa el dueño de ese hipotético "capital político". Sin embargo, las circunstancias que llevaron al ingreso del líder del Frente Renovador al gobierno y los márgenes de autonomía con que se maneja dan cuentas de que la apuesta massista se construye en torno a un relato basado en la figura del "salvador", algo que de materializarse en resultados sería difícil de disputar.

Lo que parece difícil de mesurar políticamente -más allá de la meta de inflación- es cuál es la magnitud del resultado económico que galvanizaría el apoyo a una candidatura de Massa: en este plano seguramente mandarán las encuestas, teniendo siempre en claro que el tigrense no competirá si ya sabe de antemano que no puede ganar. No será él el candidato de la "derrota digna".