Independentismo

Sánchez enfría la relación con Aragonès por las "provocaciones" de ERC y especula con los presupuestos catalanes

El presidente del Gobierno dio la orden de congelar la mesa de diálogo por la insistencia de ERC en un nuevo referéndum y ahora el PSC condiciona el respaldo a las cuentas en el Parlament.

 Las declaraciones de los funcionarios de la Generalitat, con Pere Aragonès a la cabeza, y de los miembros de ERC, comenzando por Oriol Junqueras, caen muy mal en Moncloa. Después de haber avanzado con la reforma al Código Penal, con la supresión del delito de sedición y la rebaja de la malversación, Pedro Sánchez cree que la contraparte catalana está haciendo campaña a costa de su Ejecutivo y por eso ha congelado la celebración de la mesa de diálogo con el presidente autonómico.

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Sánchez y Aragonès saben que la suya es una relación por conveniencia, pero para el líder del PSOE las concesiones al Govern son demasiadas y le ha ocasionado críticas de algunos barones socialistas y de la oposición, que destaca cada vez que puede el cambio de postura del presidente: en 2019, durante la campaña por las generales, prometió que penalizaría los referéndums ilegales y terminó concediendo indultos a los dirigentes del procés.

 El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, junto a la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà.

Las últimas encuestas marcan un crecimiento del PP y Alberto Núñez Feijóo podría suceder a Sánchez. En la visión del gobierno, la normalización del vínculo con Cataluña calmaría a los independentistas, y la mesa de diálogo buscó en todo momento acordar medidas para desjudicializar el 1-O y crear un buen clima entre ERC y el Ejecutivo central. Sin embargo, Aragonès insistió el mes pasado con un nuevo referéndum y sugirió un cambio en la Constitución para lograr ese objetivo.

En la visión del gobierno, la normalización del vínculo con Cataluña calmaría a los independentistas. Sin embargo, Aragonès insistió el mes pasado con un nuevo referéndum y sugirió un cambio en la Constitución para lograr ese objetivo

Esa exigencia fue la gota que colmó el vaso para el gobierno. Desde la Generalitat se ventilaba que Sánchez había hecho campaña con un endurecimiento hacia Cataluña para después cumplir una a una las condiciones del independentismo, desde los indultos hasta la reforma penal. En el caso de la malversación, el PSOE dijo que no se tendría lugar en esta legislatura mientras negociaba con ERC. La credibilidad es un activo clave en política y Sánchez todavía no asumió el coste de su estrategia hacia Cataluña.

Las dos partes reconocen que no habrá una nueva reunión de la mesa de diálogo hasta próximo aviso. Eso depende de Moncloa y por el momento no habrá un cara a cara entre Sánchez y Aragonès. La carta que jugará el gobierno serán las cuentas catalanas, en proceso de negociación. Tras la ruptura con Junts, los republicanos están forzados a pactar con el PSC, que tiene la misma cantidad de diputados.

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ERC deba por hecho el apoyo de los de Salvador Illa, pero los socialistas catalanes reclaman la ampliación de El Prat y el impulso al Hard Rock Café en Tarragona y el cuarto cinturón en el Vallès. Aragonès cuenta con el respaldo de los comunes, aunque sin el PSC o Junts las cuentas están destinadas al fracaso. La dinámica de las negociaciones responde más al enojo de Sánchez que a las internas en el Parlament.