Tras la expulsión de embajador en Lima, la 4T ahora busca respaldo de Lula y Boric a Castillo
Se aceleraron en las últimas horas mensajes y llamadas desde el Gobierno a Brasil y Chile para lograr que, tras la expulsión del embajador mexicano en Lima, tanto Lula Da Silva como Gabriel Boric se plieguen al bloque regional que impulsa Andrés Manuel López Obrador en defensa del destituido Pedro Castillo.
Según pudo conocer LPO, estas gestiones se realizan por fuera de la órbita del canciller Marcelo Ebrard y tienen su origen en el entorno presidencial con cierta colaboración del subsecretario para América Latina, Maximiliano Reyes.
De momento Boric y Lula han evitado relacionarse con el drama peruano. Cada uno cuida de ese modo su agenda propia con Estados Unidos. LPO ya explicó que el presidente electo de Brasil es el gran interlocutor que Joe Biden pretende tener en la reigón. Boric, por su parte, tiene la gobernabilidad comprometida y un panorama económico complejo para lo cual espera apoyo de Washington a partir del negocio del litio.
Pero ahora desde la 4T vuelven a insistir en el respaldo a Castillo y señalan la expulsión del embajador mexicano como un gesto de corte autoritario por parte del gobierno de Dina Boluarte.
La relación entre AMLO y Lula no funciona como en un principio entendían ciertos asesores del presidente mexicano en política regional como el caricaturista Rafaél Barajas, quien lo convenció de no asistir a la Cumbre de las Américas en EU este año. Lula tiene una distancia calculada respecto a México, no le interesó participar de la fallida Cumbre del Pacífico y es casi un hecho que AMLO no estará en la toma de protesta de Lula el 1 de enero.
Boric, en tanto, tuvo un desaire para con la 4T cuando en su última visita semanas atrás optó por criticar al gobierno de Nicaragua en su incursión al Senado mexicano.
Tanto en la diplomacia brasilera como en la chilena resuena la misma duda: ¿Cuál es el motivo de la fijación de López Obrador con la política doméstica de Perú? A simple vista el asunto aparece demasiado forzado más allá de los mensajes a la política interna. No hay un gran flujo de inversión con el país sudamericano ni cuestiones estratégicas visibles.