Guerra en Ucrania

La contraofensiva ucraniana debilita la estrategia militar de Rusia y alienta las críticas internas a Putin

Moscú relativiza el avance de Ucrania en las zonas ocupadas y crecen los cuestionamientos al Ejército ruso y al propio presidente. Las claves del éxito de la ofensiva de Zelenski.

 Cada vez queda menos de la guerra relámpago que Vladimir Putin imaginó al comienzo de la invasión. La contraofensiva ucraniana recuperó en las últimas dos semanas unos tres mil kilómetros cuadrados de territorio, según Kiev, la mayor parte en la región de Járkov, al noreste del país. Volodimir Zelenski había prometido que el esfuerzo de sus soldados se concentraría en la zona de Jersón, al sur y próxima a la península de Crimea, lo que desorientó a las fuerzas rusas de ocupación. Allí fueron liberados unos 500 kilómetros cuadrados. Pero si el objetivo era darle un golpe contundente a Rusia, Ucrania lo logró.

El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, negó lo evidente y sostuvo que la "operación militar especial" continuaba de acuerdo a los planes iniciales. La expulsión o la huida de los soldados rusos de Járkov, dijeron desde Moscú, es una cuestión táctica. Sin embargo, las fuerzas rusas respondieron con bombardeos sobre las localidades de Kupyansk e Izium, en Járkov, y un ataque deliberado contra infraestructura civil que dejó sin luz y agua a miles de ucranianos en la región recién liberada y en otros puntos donde buscan desalojar a las tropas de Putin.

Zelenski lanza una contraofensiva en el sur para recuperar zonas ocupadas y conseguir más armas de Occidente

"Hubo una ofensiva con muchas pérdidas para Ucrania en Jersón, pero logró que Rusia movilizara muchos de sus elementos de reserva a esa región. En Járkov los ucranianos lograron quebrar las defensas rusas. Los rusos carecían de las reservas y las tropas necesarias para reforzar el área y contener la avanzada ucraniana. Además, los ucranianos usaron los medios más avanzados que tenían y mucho del personal capacitado por los países de la OTAN", explica a LPO Andrei Serbin Pont, experto en Defensa y director de investigaciones de CRIES, en referencia a los misiles estadounidenses HIMARS.

 Serguéi Shoigú, ministro ruso de Defensa.  

Para sorpresa de los más escépticos, a Ucrania le tomó poco tiempo desafiar las líneas de defensa rusas, destruir depósitos de municiones, debilitar la capacidad logística del invasor y humillar al Kremlin en el plano propagandístico. Pese a la opacidad en torno al gobierno ruso, las señales de desconcierto no tardaron en asomar. El canciller Serguéi Lavrov se vio forzado a hablar de negociaciones. Ramzan Kadyrov, presidente de Chechenia y aliado de Putin, se quejó porque los soldados rusos "se retiraron a la primera de cambio y entregaron al enemigo varias localidades, aldeas y tecnología y logística militar". 

Los rusos carecían de las reservas y las tropas necesarias para reforzar el área y contener la avanzada ucraniana. Además, los ucranianos usaron los medios más avanzados que tenían y mucho del personal capacitado por los países de la OTAN

Kadyrov también sugirió que hablaría él mismo con Putin. El exdiputado Boris Nadezhdin aseguró en un debate televisivo que "es absolutamente imposible derrotar a Ucrania" a través de una "guerra colonial", algo impensado hace apenas unas semanas. Las críticas a la conducción de la cúpula militar se intensifican. Es que el golpe de Ucrania no solo puede afectar el curso de la invasión, sino frenar la anexión de los territorios ocupados. Como destaca el medio independiente ruso Meduza, los referéndums de "unificación" en Lugansk, Donetsk, Járkov, Zaporiyia y Jersón fueron aplazados hasta nuevo aviso.

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La semana pasada, un grupo de concejales de Moscú y San Petersburgo pidieron al Parlamento que destituyeran a Putin por traición. El gesto apenas tuvo eco entre los diputados, pero se trató de un reto abierto al liderazgo del mandatario. La ONU alertó sobre el aumento de la represión en Rusia contra aquellos que cuestionan la guerra. Peskov desestimó el informe, si bien en Moscú -y en Kiev- creen que la correlación de fuerzas en el terreno puede abrir las puertas a una ola de protestas en Rusia.

El presidente ucraniano Volodimir Zelenski.

"Algunos analistas occidentales atribuyen el éxito ucraniano a la muy baja moral y los serios problemas logísticos de los rusos que, combinado con una ofensiva muy efectiva, gracias al empelo de tecnología y medios muy avanzados provistos por Occidente, ha obligado a Rusia a replegarse. Estamos viendo el ataque contra infraestructura eléctrica en forma retaliatoria por el avance ucraniano en la región", afirma Serbin Pont. Además, señala que "la discusión en torno al empleo de las armas nucleares tácticas debe seguir presente y aumenta ante este fuerte retroceso ruso". Es una incógnita hasta dónde puede y quiere llegar Putin en Ucrania.

"La discusión en Rusia ya se está dando. Los medios afines al gobierno están planteando quiénes son los que contribuyeron a la toma decisiones en torno a la guerra y quiénes asesoran a Putin", continúa el analista. Las declaraciones de figuras que responden al Kremlin, como Margarita Simonyan, directora de RT, que instaba a usar armas nucleares para doblegar a los ucranianos, pueden resultar ahora contraproducentes para Putin.

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Los habitantes de las zonas ocupadas están resistiendo los dictados de las autoridades de ocupación, lo que dificulta los planes de Moscú de "rusificar" las zonas bajo su dominio. Otra preocupación es la imagen internacional de Rusia, sobre todo después de los crímenes de guerra en Bucha, cerca de Kiev, ocurridos en marzo a manos de soldados rusos. Las autoridades de Izium, recién liberada, aseguraron que más de mil civiles fueron asesinados durante la ocupación rusa y el 80% de la infraestructura fue destruida. La estrategia de tierra arrasada podría encontrar un límite frente al avance militar ucraniano.