Guerra en Ucrania

Putin apura la anexión del 20% de Ucrania para neutralizar la contraofensiva de Zelenski

Moscú prepara referéndums en el Donbás, Jersón y Zaporiyia, pese a no controlar la totalidad de esos territorios. La inteligencia británica habla de un inminente asalto "final" de Rusia.

 El Kremlin ya dio luz verde a las autoridades de ocupación para que promocionen referéndums de "unificación" con Rusia en las regiones ucranianas bajo su control. Según Vladimir Putin, la anexión del Donbás, en el este, y Jersón y Zaporiyia, al sur, debe concretarse aun en medio de los enfrentamientos con el ejército de Ucrania, que perdería así un quinto del territorio nacional. Lo que más preocupa a Volodimir Zelenski es que los planes de anexión de Moscú coinciden con los informes de la inteligencia británica sobre un posible asalto ruso a gran escala en el sur.

El presidente ucraniano le advirtió a Putin que si avanza con "pseudoreferéndums" en los territorios ocupados estará enterrando cualquier intento de negociación. Pero Evgueni Balitski, el hombre de Moscú en Zaporiyia, acaba de convocar una consulta, y en Jersón, que rodea a la península de Crimea -anexada por Rusia en 2014-, se prepara para seguir los mismos pasos. De acuerdo a Bloomberg y al diario independiente ruso Meduza, le fecha tentativa es el 11 de septiembre, cuando Rusia tiene previsto celebrar las elecciones municipales, o dentro del mismo mes.

 "La pretensión de Putin es ser el líder del mundo"

Para el Kremlin no es un problema el nivel de participación, con millones de ucranianos que huyeron de las zonas ocupadas desde el inicio de la invasión a finales de febrero, ni la resistencia de los locales a las autoridades colaboracionistas o impuestas por Moscú. Tampoco representa un obstáculo el hecho de que los soldados de Putin no controlen del todo los territorios en disputa. De hecho, la estrategia pasa por legitimar la ocupación y rediseñar las fronteras, algo que el presidente ruso prometió desde el minuto uno.

La anexión supondría para Rusia "un desgaste militar importante, pero también un cinturón de protección contra una posible agresión de la OTAN", dice a LPO Fernando Cocho Pérez, analista de inteligencia y experto en temas de seguridad. "La anexión va hasta Odesa, bordeando todo lo que es el Mar Negro, y consigue cerrarle en un 95 por ciento la frontera a Ucrania, que Putin considera de riesgo", señala. La pregunta es hasta dónde avanzará Rusia en territorio ucraniano.

El presidente ucraniano Volodimir Zelenski cerca de Odesa, a finales de julio. 

El investigador de la Universidad Autónoma de Madrid descarta que Putin aspire a un control total del país vecino. "Para eso, Rusia necesitaría en el terreno más de 300 mil soldados, más toda la logística y unos 135 mil soldados de reserva para refrescar las tropas. Tampoco ha tenido interés en ir a Transnistria, una región que se separó de Moldavia, donde hay 2000 soldados rusos y 45 mil misiles de medio y largo alcance, antiguos pero capaces de hacer muchísimo daño", asegura. 

Lo que más inquieta en el Kremlin es la contraofensiva que prepara Ucrania: si Kiev logra recuperar territorios, entonces Moscú acelerará la anexión de las zonas ocupadas

Putin envió a las regiones ucranianas bajo ocupación al subjefe de gabinete, Serguéi Kiriyenko, que en junio pasado había entregado documentos rusos a los habitantes de Zaporiyia y prometido ayuda para organizar la consulta de "unificación". Kiriyenko, fugaz primer ministro de Boris Yeltsin a finales de los 90, también supervisa de cerca a los funcionarios títere y la marcha del proceso de rusificación, paso previo a la anexión. Además, el delegado del mandatario ruso es el encargado de montar una apariencia de legalidad y cierta transparencia a referéndums con resultados ya sabidos.

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Pocos días antes de lanzar la invasión a Ucrania, Putin había reconocido la independencia de las autoproclamadas repúblicas separatistas de Lugansk y Donetsk, en el Donbás ucraniano. Ahora ultima la logística para incorporarlas a la Federación Rusa junto a Jersón y Zaporiyia. A finales de julio, John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, reconoció que "Rusia ya está instalando apoderados y funcionarios ilegítimos" en los territorios bajo su control y que no existen dudas respecto a "una versión de lo que podría llamarse un libro de jugadas de anexión muy similar al que vimos en 2014", en alusión a Crimea. Lo que más inquieta en el Kremlin es la contraofensiva que prepara Ucrania: si Kiev logra recuperar territorios, entonces Moscú acelerará la anexión.

Una mujer tras el bombardeo ruso sobre áreas civiles de la ciudad de Druzhkivka, en el Donbás ucraniano, en junio pasado.  

"Putin podría acabar con la guerra de manera inmediata, basta con mandar 12 misiles Satán 2 o Burevestnik, el paso anterior a una bomba nuclear táctica. No lo ha hecho, porque provocaría un desierto tal que la reconstrucción sería larguísima y la imagen pública, mortal. Pero tiene capacidad para hacerlo. Es la ‘táctica de la alfombra', como la que se usó en Mariúpol: cuadricular la ciudad y destruirla hasta los cimientos", apunta Cocho Pérez. Ucrania denuncia hace semanas que Rusia necesita retener Zaporiyia como "escudo nuclear". Allí se emplaza una planta nuclear que, según Washington y Kiev, los rusos usan como base militar. 

Putin podría acabar con la guerra de manera inmediata, basta con mandar 12 misiles Satán 2 o Burevestnik, el paso anterior a una bomba nuclear táctica. No lo ha hecho, porque provocaría un desierto tal que la reconstrucción sería larguísima y la imagen pública, mortal. Pero tiene capacidad para hacerlo

Esa situación explica por qué las tropas ucranianas están reforzando sus posiciones en el sur. Pero mientras Rusia espera la contraofensiva enemiga, la inteligencia británica reveló que los soldados de Putin no han logrado avanzar más de diez kilómetros en el último mes y que pronto se producirá un punto de quiebre en la guerra. Y todo dependerá de Rusia, que viene concentrando fuerzas en el sur, aunque juega con las especulaciones. Los ucranianos se preguntan si el despliegue ruso es defensivo o el preludio de un gran ataque en el sur de Ucrania.

Serguéi Kiriyenko, el enviado de Putin al Donbás y organizador de los referéndums. 

El analista afirma que "Rusia y Gran Bretaña se conocen mucho y se odian mucho". "El GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno del Reino Unido) tiene dos hipótesis plausibles: un asalto final, donde Rusia arrase Odesa y use los últimos recursos de reserva militar para asegurar la frontera a sangre y fuego, o preparase para una guerra de corta intensidad, pero de largo aliento, es decir, una guerra de guerrillas", asegura en relación con los informes de la inteligencia británica

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"La primera opción provocaría un desabastecimiento militar en Rusia y, desprovista de esta capacidad, el último recurso son los misiles de largo alcance. La segunda opción crearía una mini Afganistán porque Ucrania está vendida al servicio de inteligencia británico y a la inteligencia militar de la OTAN", considera Cocho Pérez. Para una guerra que Putin proyectaba como una blitzkrieg, quizás las anexiones no le garanticen que el conflicto termine en semanas, más bien todo lo contrario.