Bien el rumbo, faltan detalles no menores

Los anuncios de Sergio Massa dejaron un gusto a dulce, aunque también a poco.

Los anuncios de Sergio Massa como nuevo ministro de Economía dejaron un gusto a dulce, aunque también a poco. Tanto en el lenguaje como en la actitud, parecería tratarse de un nuevo gobierno ya que se abordaron los temas que más preocupan a la sociedad y también los problemas más acuciantes a corto plazo de manera directa y sin apelar a ningún tipo de eufemismo.

Entre los temas que preocupan a la sociedad en general, podemos resaltar el modo asertivo con que se refirió al tema inflacionario y su impacto negativo en la pobreza y la distribución del ingreso. También, la mención a recuperar un orden fiscal que sirva para ordenar expectativas y permitir planificar al sector privado resultó una rara avis para el discurso oficial, como así también alertar sobre despilfarros en la administración del gasto y en la utilización de recursos escasos, como la energía. Estos dos conceptos se relacionan con un compromiso más explícito en cuanto al cumplimiento de las metas acordadas con el FMI, sobre lo cual existían algunas dudas.

Sobre los problemas acuciantes del corto plazo, el nuevo ministro puntualizó correctamente en la escasez de dólares y en la necesidad de liberar en el corto plazo los vencimientos de la deuda doméstica. Respecto de lo segundo, se anunció el lanzamiento de un canje voluntario de deuda para extender los vencimientos de los próximos tres meses, el cual tendría un piso de participación elevado debido a las tenencias de estos títulos intra sector público. Sobre el modo de aumentar las reservas internacionales fue menos explícito, ya que mencionó un compromiso de exportadores de anticipar US$5.000 millones, pero no se precisó a través de qué mecanismo cambiario, cuando parece que el esquema de dólar "soja" anunciado por el Banco Central la semana pasada no está resultando atractivo.

Fue en los detalles donde el gusto dulce de la correcta orientación de los anuncios se vuelve un poco escaso. De todos modos, resulta comprensible que dado como se dio el ingreso de Massa al gabinete, cuando todavía sus nuevos funcionarios no pudieron situarse en sus puestos, esto haya sido así. Puede resultar extraña esta faceta de la transición dentro de un gobierno en funciones, pero justamente, el ingreso del nuevo ministro representa algo más que un cambio de nombres. En efecto, además de un cambio en el organigrama del poder ejecutivo, y por ende en su funcionamiento, el ingreso de Sergio Massa representa también algo más profundo sobre todo en términos de política. Las reuniones previas del nuevo ministro tanto con el presidente como con la vicepresidenta permiten especular con cierto aval político de ambos jugadores, y de todo el Frente de Todos, para que este gobierno enfrente los problemas que nos aquejan desde hace tiempo desde un punto de vista más racional y sobre todo, con mayor cohesión. Sin descuidar las cuestiones técnicas, las desavenencias políticas aparecían como un elemento que no permitía que ningún planteo técnico pudiera tener viabilidad.

Las medidas anunciadas por el nuevo ministro de Economía van en el sentido adecuado, aunque no puede ser considerado por el momento como un plan de estabilización y crecimiento

Al menos por unos días, las definiciones de anoche pueden ser suficientes para continuar con la buena onda en los mercados, pero el tiempo es escaso. Para terminar, si bien lo político resulta muy relevante, el gusto a poco también emerge por la falta aún de una pieza clave en el nuevo gabinete. Contar con un macroeconomista de nota no resulta un reclamo corporativo de la profesión, pero si es necesario para abordar de una manera más eficaz todos los desafíos que se van a ir presentando. Si se quiere alcanzar acuerdos con la oposición, la presencia de un profesional que pueda plantear cuestiones a los de la oposición resultará casi crucial, lo mismo cuando se negocien las evaluaciones con el FMI en el futuro cercano. La nueva gestión tendrá que explicar de un modo muy asertivo y consistente por qué la deuda es sostenible, por qué la inflación va a bajar, etc., etc. Esa explicación tendrá que ser en la forma tan firme como el mensaje político que el ministro dio a modo de presentación formal.

Las medidas anunciadas por el nuevo ministro de Economía van en el sentido adecuado, aunque no puede ser considerado por el momento como un plan de estabilización y crecimiento. Sin perjuicio de ello, los anuncios procuran atacar dos frentes que en el último tiempo y a muy corto plazo venían siendo acuciantes. Esto es la búsqueda por incrementar de modo sustancial el nivel de reservas internacionales en el Banco Central y por despejar el horizonte de financiamiento durante los próximos 3 meses.

También, aunque sin un grado de detalle preciso, se ratifica la meta fiscal acordada con el FMI, cuestión que se abordaría mediante un mayor control del gasto público específicamente por el lado de las transferencias discrecionales a las provincias, un menor gasto en subsidios económicos y un reordenamiento del gasto social. En sentido contrario, aunque de modo comprensible, los anuncios contemplan una compensación para los sectores más postergados debido al salto discreto de la inflación que se observó a partir de marzo último.