Guerra en Ucrania

Putin planea anexar los territorios ocupados con un plebiscito para destrabar la guerra en Ucrania

Rusia proyecta una referendo en la región ocupada de Zaporiyia, mientras avanza en la rusificación de las zonas controladas.

 Cuando se comparó con Pedro el Grande, Vladimir Putin no solo estaba pensando en el historial de conquistas del zar y en sus propias aspiraciones expansionistas, sino en los próximos planes para Ucrania. El presidente ruso parece inclinarse por una anexión de las regiones que rodean al Donbás ocupado, es decir, Jersón, Zaporiyia y Járkov, donde sus tropas están reforzando la ofensiva. De momento, Putin alcanzó uno de los objetivos vitales de la invasión: la apertura de un corredor terrestre entre el Donbás y la península de Crimea.

Pero el mandatario quiere incorporar a Rusia los territorios ucranianos parcialmente controlados para generar una nueva dinámica que obligue a Volodimir Zelenski a negociar -desde una tregua hasta una potencial cesión territorial- y, en simultáneo, justificar ante los rusos el esfuerzo bélico. Con ese objetivo en mente, Putin acaba de enviar a la zona al subjefe de gabinete, Seguéi Kiriyenko, fugaz primer ministro de Boris Yeltsin y ahora el nexo directo entre Moscú y los territorios separatistas.

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Según Galina Danilchenko, la alcaldesa de facto de Melitopol, emplazada en Zaporiyia, Kiriyenko prometió a los habitantes de la ciudad la entrega de pasaportes rusos y el respaldo para organizar un referendo de "unificación". La anexión podría extenderse a otras zonas de Jersón y Járkov, aunque el Kremlin aún no definió una fecha exacta para celebrar tales consultas. El medio independiente ruso Meduza asegura que las opciones son julio o septiembre, siempre antes de fin de año, si bien depende de la capacidad de las tropas rusas para consolidar sus posiciones en los territorios ocupados.

Antes de consumar la rusificación de los enclaves separatistas, los estrategas militares rusos debaten qué modelo seguir, es decir, si crear un nuevo distrito federal que se incorpore a Rusia o fomentar la independencia, como hizo con las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donetsk, a través de gobiernos títere que responden a Moscú. Kiriyenko es el encargado personal de Putin para evaluar la situación en el terreno.  

Antes de consumar la rusificación de los enclaves separatistas, los estrategas militares debaten qué modelo seguir: si crear un nuevo distrito federal que se incorpore a Rusia o fomentar la independencia, como hizo con las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donetsk

"Está por verse si el cambio de enfoque estratégico de Putin llevará a una anexión o a una ampliación de las repúblicas del Donbás en cuanto a su composición territorial y posterior incorporación a Rusia. El propósito es el mismo: asegurarse el control y avanzar con la rusificación. Ya han cambiado la moneda por el rublo, están reemplazando los libros y trayendo a maestros rusos para que enseñen en las escuelas, y llevando a ucranianos de esas regiones a Rusia, mientras traen a rusos", explica a LPO Andrei Serbin Pont, doctorando en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

Putin junto a su hombre para el Donbás, Seguéi Kiriyenko. 

Para el analista y experto en temas de defensa, la anexión de territorios es parte de la tradición geopolítica rusa, algo que Putin apenas está interesado en ocultar al mundo. "El hecho de sacar a ucranianos de la región, de desplazar a las autoridades, es un mecanismo que ya vienen utilizando en Crimea en 2014 y en Abjasia y Osetia del Sur previo al conflicto con Georgia en 2008. Es una forma de legitimar las ocupaciones", dice. Por eso las referencias del presidente a Pedro el Grande o a la Unión Soviética expresan una "nostalgia por las épocas imperiales" del pasado.

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Rusia ha logrado abrir un corredor en el sur de Ucrania, liberando el paso en su zona de control, luego de garantizar el dominio total de Jersón y la parte de Zaporiyia que le da acceso al mar de Azov. Sin embargo, los soldados de Putin todavía luchan por ocupar puntos clave del Donbás como las ciudades de Severodonetsk y Lisichansk, sin las cuales el Kremlin se ve limitado en los planes de expandir las fronteras de la Federación Rusa.

El ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigu.  

Los rusos tampoco controlan todo lo que desearían de Járkov, en el noreste, donde la resistencia ucraniana prepara una contraofensiva. "En el último mes no hemos visto grandes cambios en el frente, las líneas son bastante estáticas. El jefe de la inteligencia ucraniana dijo hoy que el conflicto se está transformando en una guerra de artillería, que es lo que le está faltando a Ucrania. La situación no es la misma que hace dos meses, una guerra con empleo de columnas blindadas y emboscadas por parte de unidades de infantería", señala Serbin Pont. 

Las pérdidas materiales han sido enormes: cerca de una tercera parte de la capacidad ofensiva convencional. Rusia está calculando cuántos recursos puede seguir

Y una guerra de desgaste a veces implica que una de las partes patee el tablero, como hizo Putin con la anexión de Crimea. Los costos son demasiado altos para las partes. Mientras Ucrania "está haciendo un esfuerzo muy grande por entrenar a las unidades de reservistas para ir reemplazando las bajas en combate" -entre 100 y 200 por día, según Kiev-, se calcula que Rusia "pudo haber perdido unos 20 mil soldados" desde febrero a esta parte. "Las pérdidas materiales han sido enormes: cerca de una tercera parte de la capacidad ofensiva convencional. Rusia está calculando cuántos recursos puede seguir", sostiene el especialista.

Putin afirmó el jueves que al pueblo ruso le correspondía asumir "la responsabilidad retomar y fortalecer", en honor a Pedro el Grande y en plena guerra en Ucrania. Del otro lado, con más realismo y urgencia, Zelenski les recordó a Estados Unidos y Europa que su país depende de la ayuda militar para evitar que se estanque el conflicto. "Nosotros superamos a los rusos en motivación", dijo el presidente ucraniano al exigir municiones a sus aliados.

El presidente ucraniano Volidimir Zelenski visita a soldados en Járkov, a finales de mayo. 

"El apoyo occidental es importante para reemplazar las pérdidas de Ucrania. Esta guerra de artillería es muy cara. Llevar la munición al frente es algo complejo y la sustentabilidad de las operaciones a largo plazo depende de ello. Los stocks no son ilimitados para los países de la OTAN. Cuando EEUU transfirió sus misiles Javelin a Ucrania al principio de la guerra, entregó una cuarta parte de su stock. Tardará seis años en reponerlos. Los países europeos limpiaron sus stocks de armas de reserva, pero también necesitan sus reemplazos. Occidente no se quiere quedar sin stocks si considera que Rusia es una amenaza", afirma Serbin Pont.

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Zelenski defiende la recuperación de todos los territorios ocupados, una misión bastante improbable y a la vez un riesgo en el tiempo. Los líderes europeos ya insinúan la idea de una tregua, espantados por los efectos económicos de la guerra. El desgaste puede terminar fortaleciendo a Putin si logra consolidar la ocupación y dejar la puerta abierta para futuros avances en la zona: su contribución a la Rusia que proyectaba Pedro.