Energía

Europa enfrenta a China y Rusia por convertir a África en su principal proveedor de energía

La sustitución de la energía rusa pone al continente en primer plano. Los líderes europeos proyectan una alianza estratégica, pero sus pares africanos practican una diplomacia en distintos frentes.

 África es uno de los continentes más afectados por la guerra en Ucrania y, paradójicamente, una alternativa para las necesidades energéticas de Europa. Al comienzo de la invasión, Italia se apuró a negociar un acuerdo con Argelia y Egipto para garantizar la provisión de gas, mientras Alemania viene insistiéndoles a Senegal y Mauritania en que aceleren la explotación del yacimiento de Gran Tortuga, emplazado en el Atlántico. Los dirigentes africanos están preparados para hacer negocios, pero también para plantearles a sus pares europeos las urgencias que enfrentan.

Cuando el canciller alemán Olaf Scholz visitó Senegal a finales de mayo, el presidente Macky Sall dijo que su país estaba dispuesto a suministrar gas natural licuado a Europa el próximo año, aunque remarcó que Bruselas deberá hacer su parte para mitigar una posible crisis alimentaria. Se entiende el reclamo: 40 de los 54 países africanos importa entre un tercio y la mitad de los alimentos, según la ONU. La traba a las exportaciones y el encarecimiento de las materias primas son amenazas existenciales para el continente.

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"La guerra aumentó el precio del trigo. En África, los Estados importan y venden los alimentos a un precio menor porque la gente no los puede comprar. La pregunta abierta es hasta cuándo podrán mantener esos subsidios, ya que tiene una repercusión inmediata en la estabilidad política de los países, ante la posibilidad de disparar la conflictividad social. La primavera árabe estuvo asociada al aumento de los precios de los alimentos. Los subsidios son algo estructural", explica a LPO Sergio Galiana, historiador e investigador especializado en África. 

En África, los Estados importan y venden los alimentos a un precio menor porque la gente no los puede comprar. La pregunta abierta es hasta cuándo podrán mantener esos subsidios

Sall, titular pro témpore de la Unión Africana, aprovecha el contexto para desplegar una estrategia diplomática bifronte, es decir, dialogar con Europa y, en simultáneo, buscar soluciones en Rusia. El mandatario senegalés se trasladó el viernes hasta Sochi, donde le pidió a Vladimir Putin que destrabase las exportaciones ucranianas de cereales, después de recordarle que los países africanos se abstuvieron de condenar la invasión. Pero también pidió a la UE que levante las sanciones contra los cereales y los fertilizantes rusos. Los esfuerzos de Europa en África están destinados a chocar con la creciente presencia de Rusia y China.

El presidente ruso Vladimir Putin recibe en Sochi a su par de Senegal, Macky Sall, el viernes pasado.

Emmanuel Macron es uno de los líderes europeos más activos a la hora de recuperar terreno perdido. Ante un escenario de inseguridad alimentaria, el presidente francés promueve la iniciativa FARM, que consiste en aumentar la producción, liberar las reservas en caso de emergencia y, a mediano plazo, convertir al Sahel en una "gran muralla verde" agroalimentaria. Macron proyecta incluso un shock de inversiones en África, una suerte de New Deal que le permita a Europa construir una alianza estratégica.

Si la intención de Bruselas es convertir al continente en un socio energético, primero deberá atender a los efectos de la guerra. En otras palabras, evitar que una potencial crisis alimentaria devenga en inestabilidad política y un posterior incremento de los flujos migratorios hacia Europa. Y el acercamiento será necesariamente diferente porque África ha mutado en la última década.

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Galiana sostiene que "el ascenso de China en los 2000 aumentó el precio de las commodities y volvió a poner a África en el centro de la escena". "En los 90, África era un continente marginal y la mirada de Europa era la del típico donante. La asistencia estaba muy asociada a transformaciones políticas. El Banco Mundial ponía como condición la eliminación de los regímenes de partido único para acceder a programas de facilidades de pago. A los chinos no les importan los asuntos domésticos y dieron cierto margen a los países africanos para salir de ese lugar", señala.

 Emmanuel Macron junto al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, en junio del año pasado.

Además, el director de la carrera de Historia de la Universidad de General Sarmiento apunta a "la posibilidad de un margen mayor de autonomía", a pesar de tratarse de países "que dependen del capital extranjero". Para Angola, por ejemplo, la irrupción de China en el continente supuso la reconstrucción de la infraestructura para la exportación de sus hidrocarburos. Sin embargo, cualquier proyecto de desarrollo para África requiere sincerar los beneficios concretos que obtendrían sus países. Europa ya no puede sostener la posición paternalista ni quitar de la ecuación las condiciones de sus socios. 

La población africana se duplicará en los próximos 20 años y los gobiernos tendrán que asegurarse la producción de energía y alimentos suficientes. El debate, entonces, pasa por la conveniencia o no de una asociación que habilite una transformación en el continente

Los funcionarios europeos recalcan que sus intenciones en el continente son la pacificación, el crecimiento y la modernización, pero el riesgo es que terminen reservándole a África el lugar de proveedor de energía, sin ningún tipo de complementariedad o transferencia de tecnología. La población africana se duplicará en los próximos 20 años y los gobiernos tendrán que asegurarse la producción de energía y alimentos suficientes. El debate, entonces, pasa por la conveniencia o no de una asociación que habilite una transformación en el continente.

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"Las obras de infraestructura y las inversiones que deben ser rentables. Hay proyectos en ese sentido, y si el precio del petróleo sube, las inversiones comienzan a ser rentables. Los grandes jugadores son Nigeria y Angola, con un enorme potencial de desarrollo doméstico. Lo que es cierto es que el propio Estado vive de las rentas de las exportaciones y, sobre todo, del petróleo, a costa de pensar proyectos posibles de desarrollo interno. Es una renta que no cuestiona el modelo primario exportador. De hecho, en el continente no hay refinerías prácticamente. Hay ductos que sacan el petróleo y las plataformas sobre el golfo de Guinea tienen enormes problemas de seguridad", resalta Galiana.

Es difícil que Europa pueda convertir a África en su principal abastecedor energético si no contempla primero los estragos del extremismo yihadista, la inestabilidad política y la competencia con Rusia y China, de la misma forma en que resulta inverosímil que los países africanos resistan mucho más tiempo al incremento de los precios internacionales de hidrocarburos, fertilizantes y granos. Las prioridades del continente pueden dilatar aún más los apremios de Europa.