Libertarios

 Milei empieza a moderar el discurso de cara a una candidatura presidencial

El diputado crece en las encuestas. De "quemar" el Banco Central a poner foco en un programa secuencial de reformas.

El teorema de Baglini parece haber empezado a aplicarse al libertario Javier Milei. Esta semana el feroz libertario confirmó su intención de ir por la Presidencia en 2023. Sin resignar su tono anti política, el economista empezó a aclarar que su propuesta no es antisistema y sutilmente empezó a pasar de un discurso de impacto cargado de insultos a explicaciones en tono más pedagógico de su programa político: un conjunto de reformas estructurales organizadas en tres niveles o "generaciones" en las que secuencialidad es crucial. 

No es gradualismo, pero ya introduce la idea de que las reformas llevaran tiempo y no se pueden hacer todas juntas al inicio.

En honor a la verdad, su plataforma política de 2021 ya contenía este programa de reformas estructurales de tres generaciones, por lo que este elemento discursivo no constituye una novedad o un giro hacia la ancha avenida del medio. Sí ha cambiado es el énfasis en el discurso de hacer foco en las políticas de shock de su "primera generación" a la secuencia de políticas posteriores. En particular desde que confirmó su intención de capitalizar su creciente imagen positiva en una candidatura presidencial, aparecieron matices más moderados en sus presentaciones.

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En declaraciones a Radio Mitre la última semana, el economista adelantó que, de llegar al sillón de Rivadavia, mantendría a los beneficiarios de planes sociales porque "no son una manga de vagos, sino víctimas de políticos ladrones, del sistema" y explicó que: "la idea es que esos planes sirvan para capacitarte, reinsertarte en el mercado laboral, que tengan un formato acorde a cómo los liberales vemos el problema", un esquema de asistencia social temporalmente acotado similar al que actualmente se les brinda a las víctimas de violencia de género.

Los que reciben planes no son una manga de vagos, sino víctimas de políticos ladrones, del sistema. La idea es que los planes sirvan para capacitarse, reinsertarse en el mercado laboral.

Contra quienes no afloja en las críticas son los políticos y el Banco Central, contra los que centra la primera generación de reformas: "Planteamos para empezar tres familias de reformas estructurales clave para volver a crecer y salir de la pobreza", se lee en la web de la campaña que lo llevó a ser diputado. Ya el año pasado en una entrevista para la CNN había anticipado que el plan demandaría unos quince años de crecimiento para mostrar sus efectos positivos en el empleo.

En ese momento, adelantó que trabaja con un esquema de ocho ministerios y buscaría desprenderse de las empresas públicas. En el caso de Aerolíneas Argentinas aseguró que como el precio de la empresa es negativo, la dejaría en manos de los trabajadores para que la gestionen, pero en un régimen de libre competencia.

El shock inicial que pregona Milei consiste en la simplificación abrupta del sistema tributario para dejar solo diez impuestos, además de la "eliminación del gasto improductivo del Estado y de la corrupción" a la que le atribuye un costo de "hasta el 5% del PBI" en línea con las estimaciones del Banco Mundial para la región; la flexibilización para la portación de armas y una reforma de la Policía y la Justicia; y, entre otras, la más publicitada, la reforma del sistema financiero para terminar con la inflación.

Lo que no es tan conocido es que el programa de Milei para terminar con emisión del Banco Central es un programa secuencial, no de shock. La primera etapa consiste en "pasar del sistema de encaje fraccionario a la banca Simón" (Simons), es decir, prohibirles a los bancos que usen parte de los depósitos de sus clientes para prestarlos a terceros y dejar solo un porcentaje estacionado o encajado en el Banco Central y asegurarles a sus clientes que la totalidad de sus depósitos van a estar disponibles siempre, mientras que el crédito no se realiza mediante el dinero de los clientes sino instrumentos explícitos como notas de crédito o pagarés que se fondean con capital accionario de los bancos. De esta forma, se elimina el "multiplicador del dinero" bancario, para luego dar lugar a la segunda etapa: "Banca libre y eliminación del BCRA".

Ya sin Banco Central dictando la moneda de curso forzoso legal, la tercera etapa consiste dejar competir a las monedas de forma de dejar "a las personas elegir un sistema monetario" y la cuarta y última es la liquidación de activos y pasivos del Banco Central pasa su "eliminación definitiva".

Milei propone a nivel monetario un sistema de reformas secuenciales que termina con la eliminación del Banco Central, permitiendo que las distintas monedas compitan libremente y la gente elija la que prefiera.

Milei esquiva la discusión de shock o gradualismo y prefiere hablar de secuencia para el armado de un nuevo sistema económico basado en la libertad individual y no en la regulación estatal ni las corporaciones. Por eso detrás de la reducción drástica del Estado y su peso sobre el sector privado, el segundo punto en su programa es la reforma del mercado laboral "hacia adelante" y "sin afectar derechos adquiridos" habilitando nuevas modalidades de contratación que dinamicen el mercado laboral. Recién en tercer lugar y dentro de las reformas de primera generación viene la apertura comercial mediante Tratados de Libre Comercio.

Dentro de las de segunda generación, se destaca la eficientización del Estado, con premios salariales por productividad para los empleados y también retiros voluntarios para reducir el empleo público. La concepción libertaria también apunta a los Estados más cercanos a los ciudadanos, por lo que muchas tareas pasarían a manos de los intendentes. Por ejemplo, la asignación de los planes sociales.

 También se incluye volver a la capitalización privada de los ahorros para la jubilación individual y una reforma de la coparticipación para que las provincias dinamicen sus economías: "Eliminar progresivamente los impuestos que gravan la producción, la ganancia, el trabajo y los emprendimientos y que atentan contra el crecimiento económico. Específicamente, el impuesto a las ganancias de los trabajadores, Ingresos Brutos, los impuestos a las donaciones y a la herencia, el impuesto al cheque, el I.V.A. y las cargas sociales para el trabajador para reducir el empleo informal", se lee en su plataforma.

Las de tercera generación, plantean una reforma profunda de la salud y la educación pública. Sobre la primera, los sindicatos son excluidos como intermediarios y se pasa a un libre mercado de seguros de salud y prestaciones médicas en el que el Estado es supervisor y conserva el rol de prestador de un plan médico básico para la población menos pudiente. La segunda cuestiona "el adoctrinamiento estatal" y  propone reemplazarlo con un sistema de vouchers para que cada familia elija la escuela a la que quiere enviar a sus hijos y así se limite el sesgo en la educación.