Europa en Guerra

Putin tiene reservas para comprar toda la deuda rusa y cuenta con China para resistir las sanciones económicas

Durante más de una década fue reduciendo la deuda, que hoy representa menos del 20% del PBI. Tiene más de USD 630.000 mil millones de reservas.

La deuda rusa ya no es lo que era. De la crisis de mediados de los noventa capaz de desplomar las reservas del Banco Central y el valor del rublo, actualmente representa menos del 20% del PBI de Rusia, gracias a la reestructuración por eurobonos en 1997 y una política de desendeudamiento creciente a partir del alto precio de los commodities que exporta la potencia, como el gas. 

En la actualidad el Banco Central ruso acumula reservas por más de 630.000 millones de dólares.

Por eso, entre las advertencias de los principales bancos sobre el efecto del conflicto ruso-ucraniano no figura el efecto sobre la deuda externa. Incluso si golpea a los acreedores -entre ellos bancos europeos y asiáticos-, ninguno de tiene una exposición particularmente peligrosa, tal y como lo expuso el último informe del BBVA. Los más expuestos estrictamente son las mismas empresas y bancos rusos.

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Así y todo, desde noviembre, los índices de valores rusos se vienen desplomando por temor a un recrudecimiento del conflicto con Ucrania -que ya acumula 8 años- y se profundizaron en los últimos dos meses, como refleja el índice MSCI del país. Pese a esto, las sanciones impuestas por Biden a los acreedores que refinancien en el mercado primario o secundario dieron un susto a los inversores.

El miércoles, tan pronto se difundió la prohibición para comprar activos rusos en el mercado secundario -la prohibición para el mercado primario regía desde 2017-, el rublo perdió 1,7% de su valor.

Desde enero, los índices bursátiles rusos cayeron más de un 25%, el último 4% esta semana. Y el miércoles, tan pronto se difundió la prohibición para comprar activos rusos en el mercado secundario -la prohibición para el mercado primario regía desde 2017-, el rublo perdió 1,7% de su valor.

Con las sanciones anunciadas por Biden, que fueron emuladas por la Unión Europea, Rusia se queda virtualmente sin acceso a los mercados voluntarios de deuda y se enfrenta a un gran limitante para financiar su gasto bélico. No obstante, con superávits gemelos, reservas internacionales fortalecidas -en 2021 acumuló 120.000 millones de dólares en la cuenta corriente- y una deuda externa del orden del 17,9% del PBI y reservas internacionales para cubrir o bien toda la deuda externa o bien dos años de importaciones, no tiene más restricciones que el escaso crecimiento de la economía para hacerle frente al capital que adeuda.

Estrictamente, con unos 210.000 millones de dólares de deuda a 2021 figura entre los 10 países menos endeudados del mundo, incluso si su deuda casi se dublicó en términos del PBI respecto del 10,5% que supo tener en 2012. Es que el grueso de la deuda externa rusa no es pública, sino privada mediante sus grandes corporaciones. Y, a la vez, el grueso de los acreedores de la deuda pública son sus ciudadanos y empresas, en particular el Sberbank, que en las últimas horas vio sus acciones desplomarse a mitad de precio.

El limitado impacto de corto plazo de las sanciones financieras es consecuencia de la disciplina de Putin para reducir la dependencia del capital extranjero y eliminar el déficit fiscal que tuvo hasta 2018. La consecuencia inmediata de sus esfuerzos por blindar las finanzas de la Federación Rusa fueron el bajo crecimiento de la economía, que es altamente dependiente de la inversión pública.

Así y todo, el ministro de Finanzas del Kremlin dio muestras de contar con financiamiento de corto plazo holgado para capear las sanciones y aseguró este miércoles que adelantaría la fecha de emisiones de deuda para sortear las limitaciones impuestas por Occidente.

El limitado impacto de corto plazo de las restricciones financieras es consecuencia de la disciplina de Putin para reducir la dependencia del capital extranjero y eliminar el déficit fiscal que supo tener hasta 2018. La consecuencia inmediata de sus esfuerzos por blindar a las finanzas de la Federación Rusa se tradujeron en el bajo crecimiento de la economía, que es altamente dependiente de la inversión pública. De allí que, previo a la pandemia, el presidente ruso evaluara un plan de impulso al crecimiento con inversión pública y también con inversión extranjera directa, plan que quedó postergado.

Europa recurre al gas licuado para evitar la dependencia de Putin

Así, ante el menguado impacto de corto plazo de las sanciones financieras, Alemania se planteó encabezar la ofensiva contra Rusia por el lado de la economía real: cortar el gasoducto del norte -incluso si esto implica en el corto plazo un encarecimiento adicional a las tarifas domésticas de gas y de luz al reemplazarlo por gas licuado de petróleo- y limitarle el acceso a insumos industriales como una manera desvincularla de las cadenas globales de valor.

En recientes declaraciones, el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, apuntó a dejar "fuera de todo desarrollo industrial" a Rusia e insistió en que su país "puede arreglárselas" sin el gas ruso. Llegado el caso, dijo, asistirían a los hogares si el precio de la energía se dispara, afirmó.

De cualquier modo, la efectividad de cualquier sanción depende en buena medida de la posición de China como intermediario para que no le falten insumos a Rusia -porque puede comprarlos al resto del mundo y re-exportarlos, en particular alimentos-. Y también para que  pueda seguir vendiendo gas que, en todo caso, China puede someter a licuefacción y exportar en barcos al resto del planeta.

Y también en lo financiero. China, aun con sus bemoles, ha logrado inmiscuirse en las reservas de los Bancos Centrales de buena parte de las economías emergentes con swaps de monedas y lleva años consolidando al renmimbi como potencial divisa alternativa al dólar. De hecho, China es el principal tenedor de la deuda de los Estados Unidos y socio estratégico de Europa, India y Australia -además de ser el principal socio comercial de América del Sur-. Por ende, tiene los grados de libertad suficientes para ignorar las amenazas de sanciones de Occidente si asiste financieramente a Rusia. No en vano el último 4 de febrero, Putin visitió a Xi Jinping en Beijing.