Opinión

Salinas Pliego molesta al Joker

Parece que Ricardo comparte con Trump esa pasión por una frase que confiere a quien la pronuncia el poder sobre el futuro de las personas, esperando -como quiera que haya sido- gratitud: "You're fired".

I'm not the hero of this story. I'm a man who's been corrupted by his own unbearable pain.

I'm a man who has too much blood on his hands to be called good.

Carta de Thomas Wayne a Bruce Wayne.

«I really don't care. Do U?». Familias separadas con niños en jaulas por el servicio de inmigración (ICE) en Texas, donde Melania Trump mostró una chaqueta Zara color verde militar en julio de 2018, se sintieron aludidas con el mensaje en la espalda de la primera dama de Estados Unidos. «A mí no me importa. ¿A ti?». Para nada, pudo quizá responder el empresario Ricardo Salinas Pliego quien es un conocido promotor de la campaña de reelección de Donald Trump.

Desde 2016, el dueño de Grupo Salinas, la segunda persona más rica de México (detrás de Carlos Slim), ha donado cerca de $570,300 dólares al Partido Republicano y en los últimos meses al Comité de Finanzas para la Victoria de Trump, según reveló Proceso. Un tema del que acaso habló con el presidente de EU durante la cena de honor que dieron en la Casa Blanca a López Obrador, su aliado táctico en la dispersión de dinero de los Programas del Bienestar de la 4T.

No, la clase trabajadora no le importa a Salinas Pliego, sólo su fortuna. Reforzó esta imagen sobre sí mismo llamando malagradecida a una extrabajadora de Fundación Azteca durante un intercambio de tweets el pasado 30 de julio. «En @gruposalinas tenemos una misión muy clara: contribuir a crear Prosperidad Incluyente, es decir, que nos vaya bien a todos para que a México le vaya bien. Bajo esta premisa, les comparto una lectura reciente llamada "La paradoja de la prosperidad", de Clayton M. Christensen», escribió el empresario en su cuenta de Twitter.

«Después de q me liquidaron de zopetón de tu Fundación (en plena pandemia!!! , después d 18 años d hacer TODO por tu misión y siendo persona vulnerable) sabes? saqué fuerzas sepa de dónde para cosechar todo lo que sembré pero ahora POR MI (una "socia" q te importó poco)», reprochó la usuaria Guadalupe Riojas Rodríguez. La respuesta de Salinas Pliego pareció el mensaje de una cuenta-parodia: «Me decepciona saber que eres una persona mal agradecida con quien te ocupó por 18 años. De haberlo sabido... tu salida era antes».

Seguro de contar con un respaldo teórico y autoridad moral, jubilando a Milton Friedman y citando a una argentina que impulsa la reconciliación con el neoliberalismo demoliendo el zeitgeist del siglo XX (tipo Gloria Álvarez), así explicó Ricardo su filosofía de vida nueve días antes de lidiar con la malagradecida extrabajadora: «Decir que el pobre es pobre porque el rico es rico, es como decir que el enfermo está enfermo porque el sano está sano. Son dos cosas que no tienen nada que ver. La riqueza NO es un juego de suma cero». Y la verdadera paradoja de la prosperidad es que la lucha de clases la siguen ganando los ricos, como presumió Warren Buffett.

Esta dialéctica reflexión sobre la desigualdad de Antonella Marty, autora de Capitalismo: un antídoto contra la pobreza, es con la que coincide «plenamente» Ricardo Salinas Pliego, cuando la crisis económica por la pandemia ha sido tan cruel con él. Amparado en una brillante abstracción anti-keynesiana -y de paso reseñando el libro de Clayton M. Christensen-, analizó en una nueva entrada de su blog la impotencia de los «no-consumidores», «aquellos que estaban excluidos por el mercado», cuya maldición sólo puede ser rota por «la empresa», «única institución humana creadora de riqueza», y por el propio mercado, «máxima expresión de la civilización».

Parece que Ricardo Salinas Pliego comparte con Trump esa pasión por una frase que confiere a quien la pronuncia el poder sobre el futuro de las personas, esperando -como quiera que haya sido- gratitud: 'You're fired'. 

«Frecuentemente se ignora la importancia de los no-consumidores: son miles de millones de personas alrededor del mundo que luchan para progresar, pero que difícilmente lo logran porque las soluciones para mejorar su nivel de vida están fuera de su alcance». Fuera de su alcance.

Mencionar a la «amargada», «ingrata» y «mercenaria» Sabina Berman sería insensible de no existir una respuesta oficial de Grupo Salinas con todas estas descalificaciones a la escritora que en su columna de El Universal denunció la muerte por coronavirus de una cajera de Banco Azteca en una sucursal de Guadalajara.

«Sus programas siempre fueron mediocres y de poco interés para la audiencia, motivo por el cual fue necesario prescindir de sus servicios. En vista a su actitud hoy, fue un error que su salida no haya tenido lugar antes. Fue así que, desde que dejó de recibir dinero por parte de Grupo Salinas, por arte de magia, [Berman] se transformó en una dura crítica de la empresa que alguna vez fue su hogar, así como de su dueño, quien le abrió las puertas y dio trabajo por más de una década. Vaya paradoja: tras ser despedida, finalmente pudo "ver la luz"».

¿La paradoja no será otra, que tras emplearse en Grupo Salinas los trabajadores al fin son iluminados? Pues parece que Ricardo comparte con Trump esa pasión por una frase que confiere a quien la pronuncia el poder sobre el futuro de las personas, esperando -como quiera que haya sido- gratitud: «You're fired». De ahí que en el comunicado del vicepresidente de Asuntos Públicos de Grupo Salinas, Tristán Canales Najjar, no hubo una sola referencia a las muertes por Covid-19 en los lugares de trabajo de la empresa.

En el caso de Margara S. de 36 años, tras enfermar y que le fue negado el resguardo en casa, porque «Grupo Salinas no cierra» y recibir tratamiento contra el virus «sería abandono del trabajo», murió junto a su madre, a la que presumiblemente contagió, dejando huérfanos a dos niños y enfermos a su hermano y cuñada.

«Debemos olvidarnos de la ecuación equivocada: que virus es igual a muerte, no es cierto. Está en error quien piense que el virus le va a conducir a la muerte», arengó Salinas Pliego en su célebre discurso del 25 de marzo ante altos ejecutivos y líderes de opinión de TV Azteca, a quienes además pidió continuar trabajando, abandonando sus casas, «como si fueran héroes que salieran a defender un derecho humano: la libertad», observó Sabina Berman. El título de su texto es una fúnebre certeza para los trabajadores de «la empresa», su hogar: «Mi libertad: tu muerte (Salinas Pliego)».

«Ellos y todos los empleados, pasados y presentes, son familia», dice Thomas Wayne en Joker, desdeñando el clima anti-ricos que provocan sus declaraciones e hiriendo a Arthur Fleck. Sin apenas creérselo, desde un megayate, como lo hizo en su momento otro magnate de la televisión mexicana (el Tigre Azcárraga), Salinas Pliego quiere que creamos que protegerá a los suyos de la pandemia. Pero sus protegidos, los «no-consumidores», los «excluidos por el mercado», su familia, saben que lo que abrace su jefe como lo que aborrezca será igualmente rasgado y despedazado sin derecho a prestación alguna.