Orlando

Homofobia, café y pólvora

Hoy, en algunas regiones de Estados Unidos es más fácil encontrar una armería que un Starbucks. El problema no sólo es el odio, sino el acceso a las armas.

Desde 1976 un artículo llamado Homofobia: raíz y significado indicabaque las raíces de esta fobia son múltiplesy complejas. El estudio analizaba lainfluencia de creencias religiosas en preceptos sociales tales como que el acto sexual es únicamente valido confines reproductivos, o que las relaciones homosexuales son más promiscuas y señalaba que la probabilidad demanifestaciones homofóbicas aumentan en sociedades que establecen comportamientospropios al género. Es decir, que hacendistinción entre los roles apropiados para hombres y mujeres.

La mayoría de las religiones (judía, católicay musulmana) privilegian relacionesheterosexuales, pero no son la única raíz de la homofobia, ya que los preceptossociales que analizaba este estudio encontraron también eco en sociedadescomunistas (por definición laicas). Basta recordar la persecución sistemática dehomosexuales en la antigua Unión Soviética, Alemania Oriental, China y Coreadel Norte. 

A falta de cifras exactas una estimación aceptada es que entreel 5% y el 7% de la población mundial esLGBT (lésbico, gay, bisexual o transgénero.) Aun así, al día de hoy, ser LGBT es ilegal en 85 países del mundo yen diez de ellos se castiga con pena de muerte.

La mayoría de las religiones privilegian las relaciones heterosexuales, pero no son la única raíz de la homofobia, ya que también se encontró ese rasgo en sociedades comunistas y por de definición laicas.

El sábado 11 de junio, Orlando y otrasciudades en los Estados Unidos celebraban “el día del orgullo gay”, y el club Pulseaprovechaba la ocasión con una fiesta latina. Esa noche, un hombre estadounidense de padres afganos, llamado Omar Siddique Mateen, entró alcentro nocturno armado y logró asesinar a 49 personas y herir a otras 53. 

Aldía de hoy, derivado de la lista de fallecidos que publicara el ayuntamiento dela ciudad, sabemos que la mayoría de las víctimas eran de origen latinoamericano.Los motivos del asesinato son múltiples: odio, racismo y homofobia. Las raícesde esos motivos —me sobrepasan— probablemente se remontan a la primitiva necesidad de perpetuar una tribu y al origende las culturas. Pero el libre ejercicio del odio, el eficiente mecanismo deaniquilar al otro, tienen un elemento detonante en común: el acceso a lasarmas.

¿Ha estado en los Estados Unidosrecientemente? Probablemente habrá notado la facilidad con la que se puedeencontrar un Starbucks en cadaesquina. Bien, una nueva visualización de datos producida por 1point21 Interactive, y contenida en lapágina de SaferAmerica, muestra que en Estados Unidos existen seiscomerciantes de armas por cada Starbucks en operación. Esto equivale a 67,457distribuidores de armas en todo el territorio norteamericano, es más, el númerode establecimientos para venta de armas sobrepasa el número de supermercados enalgunos estados de la costa este. Loscreadores de la visualización explican que con el escalamiento de violencia entodo el país a veces parece que lasarmas de fuego son más accesibles que el café”. La propia Casa Blanca afirmó que cada año en los Estados Unidos las armas de fuego causan más de30.000 muertes en accidentes, tiroteos, casos de violencia intrafamiliar ysuicidios.

Si todos están armados, más vale tener unapistola a la mano para defenderse, ¿no? Al menos esto es lo que defiende elVicepresidente de Atlas Network,activista de derecha, defensor de los derechos de los homosexuales y de losderechos de portación de armas Tom G. Palmer, quien en su carta a The NewYork Daily News plantea que, de hecho, hay que eliminarregulación en materia de portación de armas. Palmer argumenta que la propia ley del Estado deFlorida establece explícitamente la prohibición de portar armas en los establecimientosautorizados para dispensar bebidas alcohólicas. Según Palmer, esto es músicapara los oídos de cualquier radical, quienes buscarán atacar a sus víctimasprecisamente en lugares donde no tengan armas. Para el activista la respuesta ala masacre de Orlando debe ser contratacary eliminar cualquier “zona libre de armas.”

¿Deberían incluirse en bares, iglesias y estadios, carteles con la leyenda: No nos hacemos responsables de su vida a menos de que porte su propia arma?

Valdría la pena preguntarle a Palmer suopinión sobre el tiroteo en San Bernardino, California en diciembre del añopasado, cuando en un centro para ayuda a personas con discapacidad de desarrollo fallecieron 14 personas y hubo al menos 20heridos; o la masacre en Charleston, Carolina del Sur, en junio de 2015, en laIglesia Metodista Episcopal Africana Emanuel, en donde fallecieron 8 personas,todas ellas afroamericanas. ¿Fueron elcentro sin fines de lucro y la iglesia víctimas de su vulnerabilidad por nopermitir que sus asistentes portaran armas? ¿Todos los maestros en las escuelasdeberían de tener su propia pistola para defenderse de sí mismos? ¿Deberíande incluirse en los bares, restaurantes,iglesias y estadios carteles con la leyenda:no nos hacemos responsables de su vida a menos de que porte su propia arma?

Odio, xenofobia, homofobia, racismo, sexismoy guerras: resonancias que permanecen de los aullidos de nuestros antecesores.El miedo al otro. La raza humana ha aprendido muy bien a justificar sus motivospara odiar. Quizás evolucionemos y para que ese cambio ocurra todas las voces a favor de la paz y la inclusióncuentan. Llevará tiempo.

Hoy, es tarea de los tomadoresde decisiones en uno de los países más poderosos del mundo poner freno a losque comercian con pólvora. Es momento decontrolar, regular y vigilar con todo el poder del estado la terriblemercantilización global del miedo.