Finanzas Públicas

Análisis: ¿López Obrador hereda una crisis de deuda de EPN?

Analistas apuntan que reducir la deuda en relación al PIB solo es viable si la economía crece al 3%.

El cálculo de José Antonio González Anaya de cerrar el sexenio con una deuda cercana al 45% del PIB es puesto en duda en el mercado debido al magro crecimiento económico, por lo que contrario a la promesa del secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador  heredará mayores presiones de las que recibió Enrique Peña Nieto.

Cuando llegó el actual Presidente, la deuda se ubicaba en 37% del PIB. Esta no ha dejado de crecer desde 2010, tiempo en que sistemáticamente se ha gastado más de lo que se ingresa, una tendencia que los analistas -y los datos duros confirman- alertan, no se ha logrado revertir. Una paradoja en un gobierno supuestamente dominado por la escuela ortodoxa del ITAM que indica el control del gasto como uno de sus pilares.

De acuerdo con el actual encargado de las finanzas públicas, en una entrevista para el diario El Universal, la deuda ha crecido 8 puntos en estos seis años y se explica en 4.5 puntos por la apreciación de la moneda; 1.5 a que se transparentó la deuda de pensiones de CFE y Pemex, pero no fue un aumento, y dos puntos del PIB por inversión.

Si bien González Anaya reconoce el incremento de la deuda, al mismo tiempo pide verla con cuidado: "En otros países como en Estados Unidos, en relación con el Producto Interno Bruto, es de hasta 100%" ejemplifica.  Sin embargo, los especialistas advierten que es preocupante el avance de la deuda en relación al PIB por el nivel de riesgo país que conlleva México.

Y es que ese costo ya representa el 3% del PIB, de acuerdo con datos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).  "Lo que nos cuesta a nosotros es por el elevado riesgo que tenemos frente a otros países. Este porcentaje es lo que gastamos en conjunto en el sector salud en todo el año", expuso  a LPO Ricardo Cantú, director de investigación de dicho centro. 

"Es difícil que la deuda baje en porcentaje del PIB. El pronóstico del secretario de Hacienda será factible solo si el país tiene un crecimiento de 3%", es decir, por arriba del costo de la deuda en relación con dicho valor. Ya se antoja difícil cuando el promedio en las proyecciones del mercado apunta a un avance de la economía de 2.2% en 2018 y aumentó la presión los datos del Inegi al primer trimestre del año, con una caída de 0.1% del Producto Inetrno frente al trimestre anterior. 

La deuda llegó a los $10.5 billones, el doble con la que arrancó EPN

"Si no se revierte esta tendencia de gastar más de lo que se ingresa y se sigue acrecentando la deuda en relación al PIB o en términos nominales, nos va a costar muchísimo la deuda", agregó. Además, cuestionó que eso se está reflejando en mayor desigualdad en la distribución de los recursos.

"Otro asunto es que no tenemos certeza que estos gastos se estén invirtiendo para empujar el crecimiento económico, en cosas que sean productivas para el Estado y se mantengan en el largo plazo, por lo que puede ser que las siguientes generaciones estén pagando una deuda que no están disfrutando", dijo, en una crítica sobre la opacidad en que se manejan estos rubros, en donde, por ejemplo, no se etiquetan los ingresos. "No queda claro en qué queda financiada la deuda".

Para el analista, el reto que enfrentará el próximo gobierno será lograr reducir la deuda por diseño, es decir, a través de un sistema fiscal perfectamente balanceado, que implique la consolidación fiscal -pero sin la ayuda del remanente, que en su opinión, sin éste no se hubiera visto una reducción de la deuda el año anterior- y contener el costo de la deuda.

El diseño financiero del siguiente Gobierno, cuyo barco tomará Carlos Urzúa, parte de esa promesa, de no tomar más deuda, sin embargo, una de las grandes faltantes para el mercado es una respuesta convincente de dónde se tomarán los recursos para todos los programas sociales y obras de infraestructura que plantea, pues se cuestiona que logre formar una bolsa suficientemente robusta para su financiamiento mediante un gobierno de austeridad, el combate a la corrupción y mayores ahorros.