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Márquez se bajó de la pelea por el PAN y arranca la polarización entre Marko y Gil Zuarth

La encrucijada panista entra la continuidad o el cambio. Anayistas y calderonistas frente al rol de los gobernadores.

La discusión en torno al futuro de la vida partidaria comenzó desde las 8:00 de la noche del 1 de julio. Al sumir su derrota, Ricardo Anaya activó los protocolos para el control de daños al interior de Acción Nacional, no en pos de la reconciliación sino de no dejarse engullir por la dinámica del Comité Ejecutivo y sus disputas por el control del partido.

La permanencia de Damián Zepeda fue abiertamente cuestionada por el ex presidente Felipe Calderón y su grupo, hecho que terminó por confirmarse esta mañana, cuando el dirigente blanquiazul admitió su inminente renuncia a la presidencia del partido para asumir su nuevo cargo como senador de la república. Aunque agregó que este movimiento no fue a raíz de un acuerdo con los gobernadores, sino como parte de una decisión personal.

En todo este tiempo, varios personajes aparte del ex mandatario panista expresaron su interés por presidir al instituto político. Entre ellos, el gobernador de Guanajuato, quien animado por el triunfo de Diego Sinhué y el Frente en su estado, vio posibilidades de cohesionar a los mandatarios estatales panistas bajo su manto. 

LPO confirmó que no pudo lograrlo, y en cambio -dicen los operadores del PAN en el CEN- le pidieron sumarse a la campaña de Marko Cortés, como ya lo hizo del líder albiazul del Senado, Fernando Herrera. "Me voy a casa", anunció Miguel Márquez Márquez. "No voy, que quede muy claro eso", agregó el guanajuatense sobre su intención por disputar la dirigencia.

"En una lectura a primera vista, esta dimisión beneficiaría a Marko", informa a LPO el hombre del CEN panista, "ya que Ruffo, Juan Carlos Romero Hicks y Jorge Luis Preciado no son los favoritos de nadie para ese puesto. Pero hay que esperar cómo reaccionan los calderonistas ante este anuncio".

La guerra intestina durante la campaña electoral entre los anayistas dejó bajas, pero no despejó el escenario. Y la claridad que merecían las alianzas está dando paso a acuerdos velados entre los caciques regionales y grupos de gobernadores; unos subiéndose al barco del Gobierno entrante y otros en franco rechazo a Morena, aunque la mayoría en la misma interpretación ambigua de esperar al primero que se mueva. 

Por ello, subrayó la misma fuente, la dimisión de Márquez daría margen a Roberto Gil Zuarth y los calderonistas para promover entre los mandatarios la idea de un cambio, de un regreso a los valores del partido, traicionados por la continuidad que representa el anayismo de Marko Cortés. "El impulso de ambos bandos va en direcciones opuestas", añadió el panista.