Transición

Velasco opera para que Moreno Valle se quede con el PAN y encabece una "oposición soft"

El chiapaneco busca un panismo que colabore los primeros años con AMLO. Gil Zuarth, la otra apuesta.

El gobernador de Chiapas navega con astucia desde hace años entre su profunda amistad con Enrique Peña Nieto y su vínculo fraterno con Andrés Manuel López Obrador. A nadie del círculo rojo sorprendió su osada labor como nexo entre Los Pinos y un sector de Morena durante esta campaña.

LPO adelantó mucho tiempo atrás el movimiento que estaba orquestando en Chiapas, cuando el PRI -en rigor, bajo la voluntad de Aurelio Nuño- pretendió imponer en un acuerdo con la cúpula del Verde a Roberto Albores como candidato en esa tierra. Velasco no aceptaba quedar marginado de la definición de su propio delfín.

En ese momento decidió, entonces, optar por un acuerdo con Morena, detrás de la candidatura de Rutilio Escandón, otro punto de contacto entre AMLO y Velasco. Ahora, el gobernador de Chiapas sigue operando para garantizar un primer período de oposición soft para López Obrador.

Velasco es íntimo amigo de Rafael Moreno Valle, uno de los panistas que consiguió -no sin polémica- retener su terruño. El poblano tenía el desafío de sostener su entidad para lanzarse en la obligada renovación que transitará el PAN, sobre todo después de un dura derrota para el anayismo.

Un sector de Morena prefiere a Roberto Gil Zuarth como futuro dirigente nacional azul. El ex senador es un hombre de posturas templadas y con nexos hacia diversos sectores del panismo, y del PRI.

Velasco cree que Moreno Valle podría tener una doble función de colaboración, si en los próximos meses se hace del partido y consigue además la coordinación de la bancada en el Senado, su primera meta.

Como explicó este medio, en el anayismo intentan alargar lo más posible la renovación, antes que nada para que se curen las heridas que dejó este proceso electoral, al tiempo que intentan agrupar a parte de las fuerzas que conformaron la alianza que llevó al queretano a la dirigencia. Ese trabajo lo hace ahora Marko Cortés, que se quedó sin Senado por culpa de Damián Zepeda.