Transición

Narro quiere jugar en el futuro del PRI y dice que los gobernadores traicionaron a Meade

Conversaciones con los históricos Augusto y Ruiz para serenarlos. El futuro tricolor.

José Narro fue de los primeros que el domingo por la noche se retiraron de Los Pinos cuando la debacle ya era ineludible. Desde esa noche fatídica para el PRI que el secretario de Salud emprendió contactos para tener juego igual que Miguel Angel Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones y Alfredo Del Mazo en el futuro tricolor.

El día lunes Narro estuvo en a reunión que organizó René Juárez en la sede de Insurgentes donde se dieron los primeros datos del nivel de la caída electoral. Narro no estaba contemplado pero al tanto del encuentro, le pidió a Juárez asistir a esa reunión con algunos funcionarios del partido y donde tuvo peso Ernesto Gándara, senador saliente y figura cercana a Del Mazo.

Narro tiene un discurso muy práctico para explicar la caída del PRI: dice que los gobernadores del tricolor  abandonaron a José Antonio Meade y cuando llegó el dinero para activar las campañas ya era demasiado tarde y nunca se llegó a gastar con inteligencia. De ahí que casi no hubo éxito en la movilización de voto estructural.

Su aparición sorprende porque se creía que era una figura de salida y que se recluiría en la UNAM con el grupo de la Facultad de Medicna que controla la política de dicha casa de estudios. 

Tuvo un cierre de 2017 muy duro porque el periodista Carlos Marín y algunos hombres de negocios lo habían convencido de que iba a ser el candidato tricolor. Se había entuciasmado con la figura de ser el Bernie Sanders mexicano pero en Los Pinos le vetaron por su alto nivel de desconocimiento.

Luego le pidieron si aceptaba ser candidato en CDMX y se negó rotundamente alegando que era una carrera perdida de antemano. Luego le ofrecieron el Senado y lo rechazó.  Dice que Eruviel Avila lo destrató.

En los últimos meses redujo sus actividades y ya se lo veía en el retiro pero ahora está de regreso y dice que tiene una primer misión: tranquilizar a los históricos César Augusto y Ulises Ruiz, que ya manifiestan una retórica demoledora contra el Gobierno saliente y contra el presidente.