Estados Unidos

Rex Tillerson está drenando el Departamento de Estado

Senadores cuestionaron el plan de sacar a casi 2,000 funcionarios, muchos de ellos afroamericanos y latinos.

 A tan sólo 9 meses de su llegada al Departamento de Estado, una de las instituciones clave para la hegemonía norteamericana, Rex Tillerson ha cambiado radicalmente la forma en que se maneja Estados Unidos en el mundo. Donald Trump y Tillerson, quizá por adherirse a la agenda presidencial o quizá por inexperiencia, ha dejado vacantes cientos de posiciones diplomáticas clave alrededor del planeta, y junto con la política presidencial de diplomacia vía Twitter. Este mes, sin embargo, el New York Times reveló que decenas de funcionarios del servicio diplomático del más alto nivel están abandonando el departamento, debilitando aún más la posición de la nación en el plano global.

Por si fuera poco, en repetidas ocasiones Trump ha colaborado cuestionando públicamente a su secretario de Estado, diciendo en una ocasión, por ejemplo, que estaba "perdiendo su tiempo tratando de negociar con el pequeño hombre cohete", el mote con el que llama al líder norcoreano Kim Jung Un. "Salva tu energía, Rex", recomendó el mandatario un día después de que Tillerson anunciara que estaba en pláticas con el régimen de Kim, algo que Trump ve como debilidad.

Funcionarios diplomáticos perciben al secretario como poco comunicativo y distante, y según reportes de hace unos meses, despertó el enojo de muchos al darle prioridad a la reestructuración de la dependencia por encima de asuntos de política exterior

El Times reportó ayer que, a pesar de las críticas que recibió Hillary Clinton cuando ocupaba la cancillería por no darle prioridad a los asuntos de seguridad, situación que según los republicanos tuvo como consecuencia el fatal ataque a la embajada en Libia, Tillerson no mostró mayor acercamiento con el ex jefe de seguridad Bill A. Miller. De acuerdo con fuentes al interior del Buró de Seguridad Diplomática, Tillerson rechazó múltiples reuniones con el equipo, algunas incluso de carácter urgente. Miller se vio forzado a recordarle que el Congreso, tras la tragedia en Bengasi, pasó legislación que le da al jefe de seguridad acceso inmediato e irrestricto al canciller cuando así lo considere pertinente. Poco después del desacuerdo Miller abandonó la dependencia.

Funcionarios diplomáticos perciben al secretario como poco comunicativo y distante, y según reportes de hace unos meses, despertó el enojo de muchos al darle prioridad a la reestructuración de la dependencia por encima de asuntos de mayor importancia, como la política exterior del país.

Los demócratas del Comité de Relaciones Exteriores del Senado enviaron una misiva al canciller cuestionando el "éxodo de más de 100 funcionarios senior del Servicio Exterior" desde que Tillerson tomó la dependencia. Los legisladores se dijeron preocupados "por lo que parece ser el desfondo intencional de nuestros rangos diplomáticos senior".

El republicano John McCain, líder del comité senatorial de las fuerzas armadas, también envió una carta al canciller diciendo que "el poder diplomático de Estados Unidos está siendo debilitado desde adentro mientras crisis globales crecen afuera".

La embajadora Dana Shell Smith, que en junio renunció a su cargo como embajadora en Qatar, declaró que "estas personas o no creen que Estados Unidos deba ser un líder mundial, o son por completo incompetentes".

The Hill señaló un problema adicional. Al parecer asistentes del canciller declararon que muchos de los diplomáticos de alto nivel que están siendo expulsados son afroamericanos y latinos, aunque la embajadora Linda Thomas-Greenfield, secretaria para asuntos africanos, declaró que no sentía atacada como afroamericana, "me siento atacada como profesional".

Tillerson está implementando un plan para expulsar a casi 2 mil colaboradores de varios niveles al interior del departamento, y dejar sin asignar varias posiciones. A los funcionarios les están ofreciendo 25 mil dólares como compensación adicional para que salgan por propia voluntad. Para finales de año se espera que los funcionarios de más alto nivel sean reducidos de 39 a 19, mientras que permanecen desocupados 34 de 44 puestos que debió nombrar para este momento.