Chartlottesville

Tras un alud de críticas Trump finalmente condenó a los neonazis

Cuarenta y ocho horas después de la tragedia en Virginia el presidente decidió condenar a los racistas públicamente.

 Tras la tragedia del sábado en Charlottesville, Virginia, donde una mujer murió arrollada por un supremacista blanco en medio de un choque de manifestantes, Donald Trump se negó a condenar abiertamente a los neonazis y miembros de la llamada alt-right que organizaron la marcha. En un evento ya programado, el presidente lamentó lo sucedido y culpó al odio y la violencia que mostraron "muchos bandos". Es decir, el presidente tácitamente puso el mismo peso de responsabilidad tanto en los neonazis como en los anti fascistas que protestaron su manifestación.

Casi de inmediato personajes prominentes de la clase política de ambos partidos criticaron al presidente por su tibieza. Líderes republicanos como el senador y excandidato presidencial Marco Rubio, o el senador Orrin Hatch, exigieron que Trump denunciara públicamente a los neonazis y racistas. Hatch dijo que su hermano no había sacrificado su vida en la Segunda Guerra Mundial para que el discurso nazi floreciera en Estados Unidos.

Trump, fiel a su costumbre, no claudicó de su postura. El domingo el presidente no amplió sus declaraciones. La Casa Blanca y "oficiales" de la administración afirmaron que el presidente condenaba el racismo y a los grupos de odio, pero Trump no se pronunció, hasta hoy.

"Dos días después de los trágicos acontecimientos, el mensaje del presidente se siente insuficiente y resulta difícil imaginar que sea efectivo en cambiar la narrativa que desde el sábado impera en la opinión pública"

A medio día, el presidente se reunió con el Fiscal General Jeff Sessions y el director del FBI Christopher Wray. Saliendo de la reunión, frente a las cámaras, Trump finalmente condenó a los racistas que lo han apoyado desde el inicio de su campaña, cuando llamó a los inmigrantes mexicanos criminales y violadores.

"El racismo es maligno y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales y bandido, incluyendo al KKK, neonazis, supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnante para lo que, como estadounidenses, es sagrado".

Sin embargo, 48 horas después de los trágicos acontecimientos, el mensaje del presidente se siente insuficiente y resulta difícil imaginar que sea efectivo en cambiar la narrativa que desde el sábado impera en la opinión pública. Para este momento se han publicado docenas de editoriales y columnas a todos lados del espectro político criticando la tibieza, cuando no complicidad, de Trump.

De hecho, el presidente arrancó la semana no con un nuevo mensaje de unidad, sino atacando, como suele, a uno de sus críticos en Twitter. Por la mañana el CEO de Merck Pharmaceuticals, Ken Frazier, renunció al Consejo de Manufactura Americano, un grupo que asesora al presidente en temas de manufactura e industriales.

"Siento que es mi responsabilidad tomar una postura contra la intolerancia y el extremismo", declaró el ejecutivo.

"Los líderes norteamericanos deben honrar nuestros valores fundamentales y rechazar de manera clara las expresiones de odio, fanatismo, y supremacía de grupo, que van contra el ideal de Estados Unidos de que todas las personas son creadas iguales".

Cincuenta y cuatro minutos después Trump tuiteó irritado: "Ahora que Ken Frazier de Merck Pharma ha renunciado del consejo presidencial de manufactura, tendrá más tiempo de ¡BAJAR LOS PRECIOS DE ESTAFA DE LAS MEDICINAS!".

Horas después y probablemente bajo la presión de su gabinete y asesores, Trump cambió el tono y finalmente denunció al grupo de odio con quien ha mostrado mayor tibieza desde que lanzara su campaña en junio de 2015.