Voto 2018

Peña Nieto todavía no está seguro de que la segunda vuelta sirva para frenar a López Obrador

El ballotage divide a la cotidianidad de Los Pinos. Los escenarios y el valor de las estructuras.

 Enrique Peña Nieto no está seguro de la utilidad de la segunda vuelta electoral para frenar el envión de Andrés Manuel López Obrador hacia la presidencia. Así lo ha expresado en las últimas horas en contraposición a otros entornistas (Luis Miranda Nava, Emilio Gamboa, César Camacho o Aurelio Nuño) que insisten con que solo esa innovación electoral frustrará el ascenso morenista.

En las últimas semanas el presidente consume encuestas, revisa focus group y habla con directivos de medios de comunicación y publicistas. Así como hace dos meses decía que su tema del momento no eran las elecciones sino "Trump", ahora ha cambiado el foco y casi todos sus encuentros (especialmente los que transcurren en las madrugadas) van en esa dirección, en busca de ideas y pistas que le permitan escrutar el futuro de la elección de Edomex que es también el futuro del último tramo de su sexenio.

En este escenario sucede el clamor interno de Los Pinos que dice que si Alfredo Del Mazo gana la elección, al otro día se debe introducir la discusión por la segunda vuelta electoral.  Los plazos reglamentarios marcan que esa chance se agota en Mayo pero los gurús jurídicos del Gobierno, siempre liderados por Humberto Castillejos, habrían encontrado un atajo conveniente.

Pero Peña Nieto no termina de aceptar ese camino. Cree que un ballotage instala la dicotomía "continuidad o cambio" y entiende que en el contexto actual la población votará por lo segundo. Noches atrás dijo que en las personas no es lo mismo el enojo que la decepción. Para quienes no lo entendieron Alejandro Quintero (publicista presidencial) se encargó de decodificar:  el enojo motiva una fuerte participación ciudadana y en 2015 y 2016 en los estados donde hubo fuerte afluencia a las casillas, el PRI perdió. En cambio la decepción y la idea de que "el sistema no sirve" facilita las cosas a quienes tienen estructuras poderosas o gran capacidad de movilización.

El mandatario cree que hoy México está más cerca del primero de esos dos mundos y que la polarización terminará facilitándole las cosas a Morena. Asume que en los sectores medios urbanos el temor al cambio de paradigma político ya pesa menos que la aversión al signo político actual (por eso la idea de cambiar el nombre del PRI y de generar candidatos ciudadanos sigue escalando niveles en la cúpula).

El efecto Macron ha calado muy fuerte en el establishment político y económico. La idea de que un abanderado de centro pueda vencer a la "opción populista" es repetida hasta el cansancio. El presidente escucha aunque aporta la correspondiente tropicalización: en una primera vuelta, con satélites que le quiten votos a AMLO y donde lo que quede de estructura todavía conserve su peso específico.