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Carso y Vitro quieren subirse al boom de obras que promete Trump

El magnate propone exenciones a aquellas firmas que inviertan en obra pública.

Uno de los puntos centrales del programa económico de Donald Trump es la llamada "revolución de infraestructura". El nuevo presidente de los Estados Unidos plantea un aumento de la inversión estimado en un billón de dólares a lo largo de la próxima década, cifra cuatro veces superior a lo que propuso su rival en las elecciones, Hillary Clinton. El objetivo sería reconstruir carreteras, aeropuertos y otros nodos de transporte.

La idea es clave para firmas mexicanas que pueden interactuar en el segmento de la construcción en EU.   Carlos Slim, a través de su empresa de materiales de construcción Elementia, abordará "de forma inmediata" la anunciada compra del 55% del capital de Giant Cement Holding, la filial cementera de FCC en el país limítrofe.

La operación supone la adquisición de un compromiso mayor por parte de Slim con Cementos Portland, la filial cementera de FCC, grupo español de construcción y servicios que el mexicano también controla

Por su parte el conglomerado regiomontano Vitro viene de adquirir  cuatro plantas de vidrio plano a PPG en Estados Unidos, junto con cuatro centros de procesamiento en Canadá y otro de investigación. Los niveles de venta de Vitro son muy cercanos a los de antes de septiembre del 2015, cuando la vidriera vendió la parte de su división Envases para alimentos y bebidas a la estadounidense Owens Illinois en 2 mil 150 millones de dólares.

La iniciativa de Trump ha generado fuertes críticas entre analistas liberales y conservadores que temen que un presidente de derechas acabe adoptando el mismo tipo de medidas keynesianas que tanto revuelo causaron cuando las impulsó Barack Obama. 

El presidente lecto asegura que  su plan no aumentará la deuda pública. El proyecto fue diseñado por Wilbur Ross que estará a cargo del departamento de Comercio. La Administración Trump aplicará deducciones fiscales por un monto total de 167.000 millones de dólares. Esta cifra equivale al 23,4% del gasto anual del gobierno federal, pero estirada a lo largo de una década, supone apenas el 2,34% del presupuesto de Washington o, lo que es lo mismo, menos del 0,5% del PIB.