Comercio

El muro comercial de Trump podría abrir las puertas a un desembarco chino en México

Los empresarios ya hablan de buscar nuevos socios. Los antecedentes y las trabas en la relación con China.

La victoria de Donald Trump es tan impactante acaso por la imposibilidad de calcular las verdaderas consecuencias que generará en el plano político, social y también económica. Dirigentes políticos, diplomáticos, empresarios, líderes sociales, todos intentan trazar un plan de contingencia para estar preparados para lo que puede venir.

El proteccionismo que vocifera el presidente electo de los Estados Unidos enciende una alarma en toda la región, pero especialmente en México por los niveles de integración que existe en plano comercial. La revisión de Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) podría incluso convertirse en la abrupta salida del gigante norteamericano. 

¿Cuál será la estrategia ante este posible -poco probable, para los más optimistas- escenario? Es le pregunta que líderes empresariales le hacen todos los días a Ildefonso Guajardo. Entre los propios empresarios ya se habla de pensar en un Plan B, que incluye la búsqueda anticipada de nuevos socios comerciales. 

"Tenemos que fortalecer acuerdos con otras regiones y diversificar los mercados", dijo esta mañana Juan Pablo Castañón, líder de la CCE. Otros ya piensan en China como un potencial nuevo aliado.

China representa un enorme mercado pero también inversiones para proyectos de infraestructura que cuadrarían con los planes del Gobierno: reducir la inversión con fondos públicos y en cambio apostar por asociaciones público-privadas.

¿Qué podría ofrecer China? Un enorme mercado pero, sobre todo, posibles inversiones para proyectos de infraestructura que cuadrarían con los objetivos del Gobierno: reducir al máximo la inversión con fondos públicos -para recuperar así el superávit- y en cambio apostar por asociaciones público-privadas que fondeen estas obras.

Hay un ejemplo reciente que podría funcionar como caso testigo: el polémico tren México-Querétaro, cuyo consorcio era encabezado por China Railway Construction Corporation (CRCC). La acompañaban tres compañías mexicanas: Constructora y edificadora GIA, Promotora y Desarrolladora Mexicana y TEYA, filial de Grupo Higa.

La explosión de la "Casa Blanca" de Peña Nieto, y la vinculación con el Grupo Higa, forzó al Gobierno a cancelar este proyecto, no sin consecuencias económicas y diplomáticas: pagó más de 250 millones de pesos en concepto de indemnización.  

La Política Online dialogó con dos expertos en comercio exterior para analizar la posible vinculación con el gigante asiático, que en diciembre espera su ratificación como miembro pleno de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

El Dr. Ignacio Martínez Cortés, internacionalista de la UNAM, señaló que China podría tomar un nuevo estatus con la definición en la OMC: "Eso implicará una nueva dinámica de libre mercado, a menos que se tenga una protección jurídica como es el caso de México, que tiene acuerdos claros en cuestión de comercio exterior con el país asiático".

Para la investigadora del CIDE, Luz María De la Mora, queda claro que habrá una necesidad de abrirse a otros mercados. "China sí se abre como una posibilidad para México", consideró la analista, aunque también resaltó que hasta ahora las reglas han sido justas entre ambos países.

"Entre ambos países existen acuerdos de cooperación, pero son específicos. No existe un tratado amplio. Además, esta relación comercial se centra en cinco ramas: siderúrgica, electrónica, autopartes, textiles y químicos. Y en la balanza es más lo que les compramos que lo que podemos venderles", agregó De la Mora.

La investigadora cree que México todavía cuenta con algunas dificultades y desventajas para colocar sus productos en el mercado chino: "Ellos tienen un marco preferencial para desembarcar, nosotros no. Recordemos los diversos conflictos que ha tenido la industria siderúrgica, que hizo denuncias por prácticas desleales. Habría que exigir reglas claras". 

Martínez Cortés es un poco más cauto. Por un lado, por la escasa variedad de productos que podrían ser demandados por China. "Además, si logramos ingresar, la competencia sería mucho más áspera", opinó.

En ese sentido, el experto de la UNAM asegura que el trasporte y la adaptación del idioma serían costos que incrementarían los precios de los productos mexicanos en un mercado demasiado competitivo. 

“En estos 22 años de TLCAN no hicimos nada por fortalecer nuestro mercado interno, ni en una estrategia de diversificación y ampliación de nuestras exportaciones. De hecho, en los últimos años ha descendido los volúmenes de lo que exportamos", puntualizó.