Italia

Italia se prepara para unas presidenciales sin candidatos oficiales

El lunes comienza el intrincado sistema de elección del presidente. Berlusconi mantiene el suspenso sobre su candidatura y Mario Draghi se prepara para una eventual transición.

 El próximo lunes 24 de enero comienza el engorroso proceso para elegir al nuevo presidente de Italia, pero sin que los contendientes con más chances hayan oficializado sus candidaturas. La incertidumbre es aún mayor si se tiene en cuenta que la jefatura de Estado bien podría recaer en el cuestionado Silvio Berlusconi o en el actual premier Mario Draghi. Con todo, ni siquiera está definido el juego de alianzas que respaldaría a uno u otro de los candidatos al Palacio del Quirinal.

La candidatura de Draghi a la presidencia desata un temblor político en Italia

El magnate y exprimer ministro cuenta con el apoyo de todo el arco de la derecha y espera a este sábado para confirmar si finalmente competirá. Los aliados de Berlusconi, el líder de la Liga, Matteo Salvini, y la jefa de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, avisaron que si depone su candidatura deberán consensuar una alternativa propia. Berlusconi es percibido como una figura de alto perfil, aunque polarizante y asociado con la evasión de impuestos y los escándalos sexuales, lo que lo aleja de la imagen tradicional del presidente de la República.

Buena parte de estos dilemas dependen del sistema para elegir al jefe de Estado. Su elección no corresponde a los ciudadanos, sino a los 630 diputados, 321 senadores y 58 representantes de todas las regiones del país, es decir, un grupo de 1009 superelectores, y se prolonga por varios días, ya que el proceso es por rondas y concluye cuando uno de los candidatos recibe la mayoría absoluta de los votos. 

Buena parte de estos dilemas dependen del sistema para elegir al jefe de Estado. Su elección no corresponde a los ciudadanos, sino a los 630 diputados, 321 senadores y 58 representantes de todas las regiones del país

Sergio Mattarella, el actual presidente, es la opción favorita de los italianos, por representar la tradición del cargo, esto es, un hombre de acuerdos. Luego de siete años, el mandatario declaró que no está interesado en continuar. Entre las funciones del jefe de Estado está la designación del primer ministro, que se traduce como estabilidad política, y es la cara de Italia en el exterior. Por esta razón, Berlusconi podría ser la persona equivocada para el puesto.

Los detractores de Berlusconi consideran que, en caso de resultar elegido, echaría por tierra el prestigio que ha ganado el país en los últimos tiempos por la gestión de la pandemia y el ritmo de la recuperación económica. Incluso dentro de las filas conservadoras y de la ultraderecha que apoyan públicamente su candidatura, esperan que demuestre una capacidad de negociación para reunir los votos que le faltan. De momento, no consigue los dos tercios necesarios para los primeros tres turnos ni la mayoría absoluta para la ronda final.

Matteo Salvini, Giorgia Meloni y Silvio Berlusconi. 

Si fracasa en el intento, sería el final de la carrera política de Berlusconi. Quien parece contar con un mejor pronóstico es Draghi, pero su elección también conlleva riesgos. Fuera de la jefatura de Gobierno, el extitular del Banco Central Europeo comprometería el futuro de la legislatura, lo que obligaría a adelantar elecciones.

Draghi es considerado la garantía de la estabilidad del Ejecutivo de "unidad nacional" que lidera -que incluye a formaciones de izquierda y derecha- y de la recuperación post pandemia. También recuperó la influencia de Italia dentro de la Unión Europea. La salida anticipada del cargo abre otra incógnita. 

Más allá de las exigencias de una campaña prematura, entre los partidos prima el acuerdo tácito sobre la continuidad de la legislatura para impulsar los fondos de recuperación que llegan desde Bruselas

Berlusconi está agotando las conversaciones con los legisladores del llamado Grupo Mixto -sin pertenencia a los grandes bloques parlamentarios- para conseguir los 60 votos que lo consagrarían presidente. A Draghi le resulta más fácil hacerse con esos votos, porque cuenta con una base más amplia de respaldos, con el Movimiento 5 Estrellas, el Partido Democrático y Libres e Iguales a la cabeza, y con la posibilidad de sumar a Italia Viva. Las negociaciones se extenderán hasta minutos antes del comienzo de la primera ronda.

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En medio de la indefinición, Draghi se mueve entre dos escenarios. Presentarse y dejar el Ejecutivo en manos de otro perfil técnico y sin partido. Marta Cartabia, la ministra de Justicia, podría sucederlo. Pero la segunda opción consiste en promoverla para la presidencia y permanecer él mismo en el cargo. Todo obedece a las condiciones que logre imponer para asumir la jefatura de Estado.

A excepción del partido de Meloni, las formaciones que integran el Ejecutivo de Draghi quieren evitar una elección anticipada. Más allá de las exigencias de una campaña prematura, entre los partidos prima el acuerdo tácito sobre la continuidad de la legislatura para impulsar los fondos de recuperación que llegan desde Bruselas. Recién cuando se resuelva la transición de Draghi habrá algo más de certeza en la votación presidencial.