Presupuesto 2022

El gobierno no podrá enviar otro presupuesto hasta marzo y gastará por decreto

Es porque la Constitución impide tratar el mismo tema dos veces en el año. Sólo una ley puede crear nuevos impuestos. El Senado podría ser clave.

Aunque quisiera, Alberto Fernández no podrá pedirle al Congreso que debata otro presupuesto hasta marzo, porque la Constitución impide tratar un mismo proyecto dos veces en un año. Tampoco le será fácil camuflarlo en el plan plurianual que el presidente anunció el 14 de noviembre y nunca envió. 

No tendrá otra opción que gastar por decreto pero sin retocar impuestos, porque es uno de los temas que sólo pueden definirse por ley, junto a los penales y electorales. Se los llama "materias vedadas". 

Por estas horas los asesores jurídicos de la oposición rastrean antecedentes para definir en qué casos el presidente puede firmar decretos simples y en cuales decretos de necesidad y urgencia, los famosos DNU, que deben ser refrendados por el Congreso.

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Hay certeza que para prorrogar el presupuesto del año anterior alcanza con un decreto simple, porque así lo habilita la ley de administración financiera y fue el recurso que se usó en 2011 y 2020, los dos años que el país se quedó sin esa norma. 

Es por eso que en la Coalición Cívica de Elisa Carrió creen que lo mejor hubiera sido votar a favor del presupuesto en general y anular los artículos más polémicos en la votación en particular, un modus operandi habitual cuando Mauricio Macri gobernaba en minoría.

Este sábado, el partido de Lilita emitió un comunicado para ratificar su posición. "Para la Coalición Cívica voltear el presupuesto no era una opción. Entendemos que la tensión y la insensatez del oficialismo puede haber encerrado a Juntos por el Cambio, pero necesitábamos aplomo para tener una posición más inteligente y responsable", señalaron.   

Una vez prorrogado el presupuesto, para ampliar gastos son habituales los DNU, aunque hay antecedentes de decretos simples para gastar a gusto. 

En 2020 Alberto abusó de los DNU pero la pandemia explicaba el carácter de "necesidad y urgencia" que se requiere para justificar no haber pasado por el Congreso. En 2021 no sería el caso y la oposición bien puede reclamar que envíe proyectos de ley por cada ampliación presupuestaria. 

En 2020 Alberto no tenía presupuesto y gobernó por DNU pero contó con el el blindaje del Senado para que no se lo volteen. Pero facultó al jefe de Gabinete a reestructurar partidas sin límite y a mitad de año envió una ampliación de gastos e ingresos a mediados de año. 

Pero no tendría fuerza para hacer valer esa postura en los recintos, porque los DNUs sólo pueden anularse si las dos Cámaras del Congreso lo deciden y con que una sola no lo trate queda vigente. Una vez más, el Senado es el talismán de Alberto: si bien el Frente de Todos perdió la mayoría propia, puede conseguirla con los aliados de Misiones y Río Negro, que este jueves en Diputados demostraron estar alineados a la Rosada. 

Esa supremacía podría darle al Frente de Todos el control de la bicameral de trámite legislativo, que trata los decretos en primera instancia, una comisión que aún no se constituyó y se activa con un trámite de los presidentes de las Cámaras. Pero lo más importante es que el control del Senado le permitiría al Gobierno impedir que le volteen alguno en el recinto y por lo tanto todos sigan vigentes. 

Juristas del Congreso con lectura frecuente de los fallos de la Corte aseguran que ya hubo posiciones de algunos de sus miembros sobre la inconsistencia de sostener decretos con respaldo de una sola Cámara. Por ahora, no hay un fallo que lo impida. 

El jefe de los senadores peronistas, José Mayans.

Lo que sí no tiene margen de dudas es el artículo 81 de la Constitución: "Ningún proyecto de ley desechado totalmente por una de las Cámaras podrá repetirse en las sesiones de aquel año", señala.

De esta manera, como el año legislativo empieza el 1 de marzo, antes de esa fecha el Congreso no podrá debatir cuestiones relativas a ingresos y gastos.

El plan plurianual, prometido por el presidente para diciembre, debería enmarcarse en otro rubro para ser debatido en enero y febrero, consideradas una extensión del período legislativo de 2020. No parece sencillo. 

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Entre diciembre y febrero los recintos sólo pueden abrir por decisión del presidente y con temario definido por la Rosada, en lo que se conoce como sesiones extraordinarias.

En el Congreso no se registran rechazos del presupuesto, pero si años en los que no se aprobó como 2010, cuando la oposición unida no acompañó el presentado por el Gobierno y presentó el suyo.

Pero aquella sesión terminó con el pase del proyecto a comisión y no hubo votación. Este viernes sí la hubo y dio negativo.

El otro antecedente cercano es 2020, cuando, recién asumido, Alberto decidió que sus legisladores no traten el proyecto de ley de presupuesto enviado por Mauricio Macri, prorrogó el de 2019 y engrosó las partidas durante el año.

Y usó varios DNUs como el 457, que además de remover partidas habilitó al jefe de Gabinete a reestructurarlas a gusto y no con el tope del 5% del presupuesto que rige desde 2017 y resulta por demás escaso si se gestiona con un presupuesto desactualizado.

La medida fue rechazada por Juntos que hizo un intento de por juntar una mayoría en Diputados para derogarla, pero no consiguió una mayoría. En la última sesión sí la alcanzó cuando le puso fecha al tratamiento de la ley de bienes personales, con la ayuda del interbloque federal y los liberales.  Y repitió la alianza para votar en contra del presupuesto. Un arma que hasta ahora no tenía.

Pero además, Alberto envió una ampliación del presupuesto a mediados de 2020 donde reacomodó las partidas y cuestiones tributarias, que requieren de la mayoría de ambas cámaras del congreso, sin importar cuantos legisladores haya sentados. Es el número que no consiguió este viernes el Frente de Todos. Y no le será fácil tenerlo alguna vez.