Deuda externa

Kiguel: "El acuerdo con el FMI debería estar antes de 22 de marzo"

Pronosticó un "verano complicado" y no descartó que el acuerdo se postergue por el poder de bloqueo de La Cámpora, lo que llevaría a inflación al 70%.

Si para Álvaro Alsogaray había que pasar el invierno en el año 59, para Miguel Kiguel este 2022: "Hay que pasar el verano". Así lo expresó en una conferencia este martes para la financiera Puente.

Para el economista, los dos grandes interrogantes sobre el corto plazo pasan por el tipo de cambio y por el acuerdo con el FMI. En este sentido, consideró que el acuerdo debería estar listo antes del 15 de febrero para llegar al 22 de marzo con todo aprobado y cerrado. La fecha límite tiene que ver con el desembolso de 7.500 millones de dólares de capital e intereses necesarios para afrontar el vencimiento en el actual cronograma para el que la Argentina no tiene ni va a tener los dólares.

Vivir y morir bajo el FMI

Sin financiamiento alternativo, la única opción para no entrar en atrasos es que el mismo FMI cubra esos pagos con un desembolso de un nuevo programa. De lo contrario, se entraría en default con el Club de París y se cortaría el escaso financiamiento externo que tiene el país del BID y del Banco Mundial.  

Mientras tanto, al FMI se le seguirá pagando. En enero, después de pagarle los 1.800 millones de dólares de vencimientos, las reservas van a quedar "rascando la cacerola", lo que deja a la economía urgida de revisar su política cambiaria.

No obstante, este escenario en el que Guzmán llega a un acuerdo con el FMI a tiempo no está garantizado. Por eso, él le asignó una probabilidad del 50% de ocurrencia. En cambio, a llegar a un acuerdo tardío -entre mayo y junio- le asignó una probabilidad del 40%; y a no llegar a un acuerdo, el "escenario talibán", una del 10%. Y en esto, consideró que es clave "el poder de daño, de bloqueo de La Cámpora", a la que, de cualquier manera, no la proyectó como el ala que vaya a tomar el liderazgo de la coalición gobernante tras las elecciones.  

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En el escenario positivo, "Cristina se va a Calafate y no habla, Guzmán hace su trabajo y llegamos a un acuerdo en marzo". En consecuencia, la inflación del 2022 va a ser más alta que la de este año -que va rumbo al 50%- porque va a haber ajuste de tarifas, una corrección cambiaria por falta de reservas, se revierte la pérdida de reservas y la economía se encamina y en la segunda mitad del año se retoma el crecimiento.

 En el escenario positivo, 'Cristina se va a Calafate y no habla, Guzmán hace su trabajo y llegamos a un acuerdo en marzo' y la inflación del 2022 va a ser más alta y en la segunda mitad del año se retoma el crecimiento

En el escenario de postergación del acuerdo, "va a haber turbulencia cambiaria y financiera, va a subir todavía más la inflación y más el tipo de cambio y va a caer el producto", consideró Kiguel; "pero hacia el 2023 la economía se encamina".

En cambio, en el escenario "talibán", la inflación puede llegar a las tres cifras, estimó, y lo comparó con un regreso a los ‘70 de "vivir con lo nuestro, o sea con nada, un escenario miserable". Y aunque este sea poco probable, para él "Esto es lo que les preocupa a los inversores" y, por eso, este lunes en el mercado no se vio un rally alcista en bonos y acciones, pese al triunfo de Cambiemos.

Para él, igualmente lo más probable es que se llegue a un acuerdo porque hay voluntad de ambas partes y el FMI va a ser "muy flexible, pero no puede cerrar un acuerdo a cambio de nada, de no achicar el gasto, no cerrar la brecha, no ajustar tarifas, nada".

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Sea cual sea, el escenario para el año que viene, lo que para él es seguro es que se viene un verano complicado. "Primero, hay que pasar el verano", sintetizó.

¿Y con el dólar?

Respecto del tipo de cambio, Kiguel se planteó un ejercicio teórico que consistió en simular a partir de los 4.000 millones de reservas netas que tendrá la economía argentina a enero, una corrección cambiaria como la que aplicaron Fábrega y Kicillof en 2013. El planteo no es casual; fue una devaluación exitosa en la medida en que "funcionó, no fue una solución, pero descomprimió la presión sobre las reservas" y fue acompañada por un aumento de tasas de interés del 19% anual al 26%.

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En este punto, aclaró que aquella fue una devaluación precautoria cuando todavía había 17.000 millones de dólares en las reservas netas: "Había margen, no estaban en la encerrona en la que estamos hoy", dijo al tiempo que recordó que de todos modos no logró eliminar la brecha cambiaria, sino reducirla al 70%.

Este Gobierno parece que vive en otro mundo. No se entiende que la política monetaria no existe y la cambiaria tampoco

Por el contrario, Kiguel se lamentó de la inacción del Banco Central de Miguel Pesce: " Este no hace nada, no devalúa más rápido, no sube la tasa de interés. No se entiende. Este Gobierno parece que vive en otro mundo", aseguró y agregó que "Otra cosa que no se entiende es que la política monetaria no existe y la cambiaria tampoco".

No obstante, reconoció que ir por el camino de Fábrega no está exento de riesgos, en particular porque se parte de una inflación mucho más alta y con un cuarto de las reservas netas.

El punto del que "nadie quiere hablar porque es un tema espinoso" es "cuándo habría que devaluar". Y lo cierto es que la corrección cambiaria no es tanto una urgencia por el lado del comercio exterior, si bien el tipo de cambio real se atrasó 20% este año, sino por el lado de la cuenta capital: "El contado con liquidación no refleja la realidad de largo plazo de la Argentina, pero sí la de corto plazo y por eso está en niveles astronómicos", consideró.

Guzmán juró sobre la Biblia que no iba a haber devaluación. Muchos ministros juraron lo mismo y devaluaron

Por eso, para él, el Gobierno tiene tres opciones: o acelera el ritmo de las microdevaluaciones diarias al 4 o 5% mensual -como también intentaron Fábrega y Kicillof antes de devaluar- y se va un esquema similar al de la tablita cambiara de los ‘70; o se opta por un salto discreto del tipo de cambio; o se va a un desdoblamiento cambiario que, en su opinión, "es Frankenstein" porque las experiencias con este esquema discrecional de asignación de mercados cambiarios "son pésimas".

Respecto de la primera opción, que es la que Guzmán sugirió para el año próximo, "el problema es que nunca se llega y al final hay que devaluar igual. Probablemente cuanto antes sea lo mejor", dijo. Pero consideró que "el Gobierno va a intentar dilatarlo lo más posible".

Y recordó que "Guzmán juró sobre la Biblia que no iba a haber devaluación. Muchos ministros juraron lo mismo y devaluaron".