Denuncian que Ortega "montó elecciones a su medida con una oposición falsa"
El presidente nicaragüense Daniel Ortega se aseguró un cuarto mandato en unas elecciones cuestionadas dentro y fuera del país. Es que el proceso no contó con una oposición real y competitiva, aseguran sus críticos, luego de las detenciones de potenciales candidatos en los últimos meses, y su resultado solo fue celebrado por los aliados del régimen, es decir, Venezuela, Cuba, Bolivia, Rusia y dos estados títere de Moscú, Abjasia y Osetia del Sur.
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De acuerdo a las autoridades electorales, Ortega y su mujer Rosario Murillo obtuvieron el 74,9% de los votos, muy por delante del Partido Liberal Constitucionalista, aliado del sandinismo en la Asamblea legislativa, cuyo candidato Walter Martínez sacó el 14,4 %, y del pastor evangélico Guillermo Osorno, que completa el podio con el 3,44 %. El Consejo Supremo Electoral también habló de una participación del 65,34% del padrón, pero el observatorio Urnas Abiertas señaló que la abstención fue del 81,5%, un récord histórico en Nicaragua.
"Lo que vimos es un proceso de culminación de una dinámica bastante fraudulenta", asegura un destacado profesor de una universidad nicaragüense a LPO, bajo condición de anonimato por el temor a represalias del gobierno. "Ortega ha neutralizado la interdependencia de los poderes. Lo ha hecho con el Poder Judicial y se ve en los procesos irregulares de encarcelamiento y judicialización de gente inocente, entre ellos los precandidatos presidenciales, acusados de lavado de dinero y terrorismo", continúa.
El académico fue testigo de la represión de las protestas estudiantiles de abril de 2018 y habla de "una indefensión jurídica fuerte". "La Procuraduría debe fiscalizar los abusos a los DDHH y no lo hace. Los magistrados del poder electoral son militantes y la Corte Suprema anuló en 2019 un artículo de la Constitución que prohibía a Ortega elegirse de manera indefinida, cuando le correspondía hacerlo a la Asamblea", señala.
Ortega comenzó a allanar el camino a su reelección en junio pasado, con la detención de Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barros de Chamorro y potencial rival en los comicios de ayer domingo, y siguió después con el arresto de otros posibles contendientes, entre ellos Antonio Cruz, exembajador de Ortega entre 2007 y 2009, el dirigente campesino Medardo Mairena y la exguerrillera sandinista Dora María Téllez. Todos ellos fueron acusados de lavados de activos, terrorismo y traición a la patria.
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El presidente aprovechó su mayoría en la Asamblea para darle un marco de legalidad al acoso contra los opositores, mediante las leyes de ciberdelitos y de "agentes extranjeros", con las cuales el gobierno dice pretender un control sobre la injerencia estadounidense, y que la disidencia nicaragüense asegura que buscan acallarla. Más tarde condicionó la participación de los competidores, cuando el tribunal electoral inhabilitó a las coaliciones opositoras con mayores posibilidades. Después de votar el domingo, Ortega soltó que la oposición "le vendió el alma al imperio hace rato y vive de rodillas pidiendo agresiones contra Nicaragua" y que las elecciones eran un desafío a "los que promueven el terrorismo".
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó las elecciones de "pantomima" y el alto representante de la de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, dijo que la votación no ofreció "garantías democráticas y sus resultados carecen de legitimidad". Para el canciller español, José Manuel Albares, fueron directamente una burla, mientras que el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, que alberga al mayor número de migrantes nicaragüenses, desconoció los resultados y pidió la liberación de los opositores que permanecen encarcelados.
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El profesor universitario relata que las calles de Managua y otras localidades estaban prácticamente vacías el domingo y que "solo se movilizó el voto duro del sandinismo", lo cual dotó de cierto movimiento a los centros de votación. "Ortega ha montado elecciones a su medida con una oposición falsa. Esta es una votación sin elecciones", dice.
- ¿Cómo se mantiene entonces Ortega en el poder? -pregunta LPO.
- Hay un sector, el bancario, condescendiente, y el sector minero está alineado porque ha crecido el número de concesiones y fronteras nuevas. Hay que saber que hay una elite económica sandinista que se ha enriquecido a finales de los 90 y que se ha beneficiado con la cooperación venezolana. No es solo una maquinaria política, sino económica.
- ¿Y en cuanto al apoyo internacional?
- Ortega ha hecho un cálculo un poco perverso. Un sector de América Latina ha tenido una posición muy condescendiente. Venezuela, Argentina, México y Cuba son bastante tolerantes apelan a la soberanía y a un discurso antiimperialista, pero este es un tema de democracia y DDHH. Hay más de cien denuncias de tortura documentadas. Tienen pruebas de ello. Saben que tiene el liderazgo opositor encarcelado y a militantes exiliados. Ortega los tiene acorralados a pura bala.