Carrió y Patricia buscan quedarse con la presidencia de Diputados

Lilita lo pidió después de las primarias. La jefa de PRO está decidida y recluta sus halcones. Larreta, Monzó, Coti y un incipiente espacio federal podrían detenerlas.

Sólo tres semanas después de las elecciones generales del 14 de noviembre la Cámara de Diputados debe elegir las autoridades y, si se cumple la tradición inalterable desde 2001, el Frente de Todos definirá al presidente, que de no pasar nada extraño continuaría siendo Sergio Massa.

Sin embargo, en la interna de Juntos apareció una idea que por esas horas toma forma y vuelve a poner frente a frente a halcones y palomas, como se definen los espacios más y menos intransigentes con el Gobierno que conviven en el principal espacio opositor.

Consiste en reunir los 129 votos necesarios para el quórum con opositores y elegir un diputado propio como presidente de la Cámara, además de repartirse la mayoría de todas las comisiones.

El plan lo anticipó Lilita en una de sus distendidas charlas con TN, en la que dijo que por "ser la primera minoría", a Juntos le correspondería la presidencia de la Cámara.

La historia reciente la desmiente: cuando Macri arribó a la Casa Rosada, Emilio Monzó fue elegido como presidente de la Cámara de Diputados y el Frente para la Victoria era por lejos el bloque más grande.

Y seis años antes, la oposición se había unido para repartirse a gusto las comisiones, pero dejó que la casa siga controlada por el jujeño Eduardo Fellner.  Los protagonistas de aquellos días recuerdan que fue la propia Carrió la que se negó a desplazarlo y por alguna razón ahora cambió de idea.

Otra artífice de aquella geste opositora es Patricia Bullrich, quien militaba en la Coalición Cívica. Ahora es presidenta del PRO, se entusiasmó con la idea de ir por la presidencia de la Cámara y empezó a porotear a sus halcones para hacerse oír y tirarla sobre la mesa cuando sea necesario. 

Bullrich y Carrió hace una década, cuando compartían bloque en Diputados. 

El argumento principal que usará es que en Estados Unidos es habitual que la oposición de turno presida Diputados si reúne la mayoría y no por eso provoca la renuncia del presidente.

En Argentina el único antecedente no puede ser peor: el 10 de diciembre de 2001 el peronismo eligió a Eduardo Camaño como presidente de la Cámara baja y a fin de año ocupó el sillón de Rivadavia en la Casa Rosada ante las renuncias de Fernando de la Rúa y el resto de la línea sucesoria, que se completa con el vicepresidente (Chacho Álvarez no estaba hace un año) y el presidente provisional, el senador de más alto cargo elegido por sus pares.

Por ahora, a Bullrich, que opera desde afuera como Lilita porque no tiene banca, sólo la acompaña su grupo más cercano, pero sus operadores se entusiasman en hacerlo crecer hasta llegar a 20 diputados en diciembre. Es lo que ya contabilizan como propio. 

El argumento que usarían Bullrich y Carrió para ir por la presidencia de Diputados es que en Estados Unidos es habitual y no desestabiliza al Gobierno. En Argentina sólo pasó en 2001 y a los diez días renunció Fernando De la Rúa. 

No alcanzarían a dominar el bloque, pero si para intervenir en las decisiones de Cristian Ritondo, el jefe del PRO y con aspiraciones a reelegir e ir por la presidencia del interbloque.

El escenario se abriría si Rogelio Frigerio y Emilio Monzó arman un sub bloque de 8 diputados y, más aún, si algunos PRO del interior que Patricia cuenta como adherentes crean su propia terminal, denominada "espacio federal".

Esta construcción la promueve el mendocino Omar De Marchi, elegido vicepresidente de la Cámara en diciembre con respaldo de Mauricio Macri. Desplazó a Álvaro González, confidente de Larreta.

Los diálogos entre los federales habían empezado en diciembre de 2019, cuando las autoridades recayeron en porteños y bonaerenses. Las presiones por zoon derivaron en la designación de la cordobesa Soher el Sukaria como subjefa de bloque y el pronto arribó De Marchi a la vice de la Cámara.

En la campaña electoral, Bullrich viajó por cada rincón del país para apuntalar a sus candidatos y se convirtió en hacedora de muchos triunfadores, pero algunos reniegan puertas adentro de quedar presos de la interna capitalina y se entusiasman con ser un músculo partidario propio. 

Omar De Marchi, promueve un espacio federal en el PRO. 

Entre los halcones no les preocupa esa queja. "El giro discursivo de Larreta y Santilli hacia el ‘basta' demostró que esa es la línea de la oposición. Y Patricia sabe llegar más al votante del interior", señalan, sin preocuparse tanto en las vanidades de dirigentes. 

Claro que de ahí a llegar a 129 votos para repartirse los cargos de la Cámara hay un trecho largo, sobre todo porque lilita no puede acercar mucho más que sus 10 leales. Además de torcer a Larreta, que por ahora no se muestra cercano a esa jugada, necesitan a Monzó, quien controló el recinto con la tradición que le proponen que romper.

Y entre los radicales también hay dialoguistas como el grupo cercano a Enrique Coti Nosiglia, apadrinado también por Martín Lousteau, que supieron colaborar en las sombras con varias leyes del Gobierno. Se llevan muy bien con el tándem Mozó-Frigerio y hasta compartieron listas en algunas provincias, como Buenos Aires y Entre Ríos. 

En general, a los radicales no les seduce demasiado repetir una escena de 2001, aunque les toque estar del otro lado del mostrador. Aun si hubiera consenso, con los números de las primarias, Juntos rondaría los 116 o 117 diputados propios, a 12 del quórum. Si mejoran, podrían crecer un poco más pero necesitarán aliados de todos modos si quieren manejar la agenda. 

Patricia cree tener en el bolsillo a los 4 o 5 liberales que ingresarían. De hecho, Javier Milei ya dijo en sus incursiones televisivas que trabajará con "los halcones" del PRO.

Emilio Monzó y Graciela Camaño, pueden ser claves en el debate. 

Descartados los partidos provinciales de Neuquén, Misiones y Río Negro, reacios a chocar de frente con el Gobierno, la mayoría la definiría el interbloque federal, que se la dieron al Frente de Todos en 2019, en ese entonces sin demasiada resistencia del PRO y la UCR.

Ese grupo seguiría con 9 miembros y lo integrarían los bonaerenses Graciela Camaño, Alejandro Rodríguez (elegidos en la boleta de Roberto Lavanga) y Florencio Randazzo, dos socialistas santafesinos y cuatro cordobeses cercanos al gobernador Juan Schiaretti.

Estos últimos está en la mira de los halcones, porque comparten con el PRO el electorado antikirchnerista de Córdoba. Pero Schiaretti necesita sostener un vínculo con el Gobierno para que prosperen sus demandas, como el de la cobertura del déficit previsional. 

El tablero lo completarían los cuatro diputados e izquierda, quienes por tradición dan quórum en la sesión preparatoria que elige autoridades, pero se abstienen. En este caso, esa actitud podría resultar decisiva si un grupo junta más votos pero no llega a abrir la sesión. Tal vez deberán pensar con más detalle qué hacer. Y no queda tanto tiempo.