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El ausentismo en barrios populares, la causa de la derrota que desató la crisis en el Gobierno

La participación bajó como nunca en el sur del Gran Buenos Aires y el norte del país, bastiones de poder del oficialismo. El campo, el otro protagonista.

Santiago Cafiero se abatató el lunes cuando la periodista María O'donnell le preguntó en una entrevista radial porqué si el gobierno de Mauricio Macri fue tan "desastroso" como repite, el frente Juntos obtuvo el 41% de los votos en las primarias del domingo. 

"Está en peligro de extinción la repregunta", fue la respuesta que encontró el jefe de Gabinete. Si hubiera tenido más tiempo para mirar los resultados, tal vez hubiera señalado que, en verdad, las variantes de Juntos lograron en estas primarias los mismos votos o hasta menos que el "Macri desastroso" de la primera vuelta de 2019, que cayó por 17 puntos y selló el final de su historia en la Casa Rosada.

Pero esta vez les alcanzó para ganar por el récord de ausentismo, votos en blanco o anulados. Lo más doloroso en la Casa Rosada es que la participación fue muy baja en zonas populares que suelen acompañar a cualquier variante peronista, como el sur del conurbano bonaerense o el norte del país. Y hubo una caída libre en la región rural del centro, con la que Alberto se había propuesto empatizar.  

En su carta, Cristina Kirchner interpretó la ausencia de los votantes propios como un mensaje contra la gestión, que no los contuvo como esperaban de las consecuencias económicas de la primera pandemia en 100 años. 

Cristina propuso a Manzur como jefe de Gabinete y advirtió a Biondi: "No voy a tolerar operaciones de prensa"

Los referentes locales dan excusas parecidas y hasta hubo algún legislador de Juntos en charlas informales de estos días admitió haber engrosado su electorado con los ex beneficiarios del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), un aporte de 10 mil pesos que se entregó a desocupados en 2020 y este año fue eliminado.

"Es la primera vez que un gobierno peronista le saca una ayuda del bolsillo a los pobres. Y lo sintieron un montón", admitía quien recorre el Gran Buenos Aires y vio el proceso de desencanto oficialista en la campaña. 

Lo más exasperante para los referentes del Frente de Todos es que para no votar a Juntos hubo miles de personas que se quedaron en sus casas, la mayoría de zonas humildes, sin interesarles que ayudaban todavía más a los candidatos opositores porque la baja participación levanta los porcentajes de los ganadores. Fue la manera que encontraron de expresar su descontento, que no será fácil de revertir en dos meses. 

Juntos celebró una victoria nacional con el 41% de los votos acumulados en las 24 provincias, el mismo porcentaje que Macri en 2019 pero que esta vez representa una cantidad de gente menor. 

El Frente de Todos perdió mucho respaldo, porque además de las zonas humildes con escuelas vacías, hubo una migración a la izquierda, que promedió 5% en casi todas las provincias, y un récord de votos blancos o nulos. Como si una buena parte del electorado le hubiera escapado al oficialismo sin saber bien que hacer.  

El caso más llamativo es La Matanza, ciudad emblema del peronismo y con más de 1 millón de electores. La lista de Victoria Tolosa Paz obtuvo 303 mil votos, 200 mil menos que la fórmula Alberto-Cristina en las primarias de 2019.

Sólo esta mítica ciudad puede explicar parte del fracaso de las encuestas en boca de urna: la caída del respaldo oficialista representa más del 50% de la diferencia que, sumadas, las listas de Diego Santilli y Facundo Manes le sacaron en toda la provincia, que fue de 360.967 votos. 

En La Matanza, ciudad emblema del peronismo y con más de 1 millón de electores, la lista de Victoria Tolosa Paz obtuvo 303 mil votos, 200 mil menos que la fórmula Alberto-Cristina en las primarias de 2019. Sólo esa cifra explica más de la mitad de la diferencia que obtuvo Juntos en toda la provincia. 

Lo más curioso es que Juntos sólo consiguió el domingo en La Matanza mil votos más que en las primarias de hace dos años. Esa fue su mejora tras una pandemia y una crisis económica sin precedentes que, por ejemplo, congeló algunas actividades habituales de los barrios como la ferias. 

La bronca no se pintó de amarillo sino de ausencia: hubo 170 mil matanceros menos que asistieron a las urnas con respecto a 2019, aun cuando la jornada fue soleada y primaveral. La falta de contención y de cercanía a estos sectores es uno de los disparadores de la pelea entre Alberto y Cristina, para quien se atrincheraron porque no llegan a fin de mes. 

Victoria Tolosa Paz con Axel Kicillof. 

Los números son más representativos si se toma toda la tercera sección electoral, sur del conurbano bonaerense, una franja de 4 millones 600 mil electores que tiene a La Matanza y en la que siempre gana el peronismo. El domingo no fue la excepción, pero la diferencia fue menor y el ausentismo histórico.

 Participó el 64.83%, 6% para dejar el sobre vacío, y el Fdt consiguió 1.193.648 votos, 800 mil menos que en las primarias de 2019. O sea, más del doble de la diferencia que Juntos consiguió en la provincia. La fusión Santilli y Manes sólo agregó 41 mil votos a la última cosecha de Macri en la tercera: 910.287 contra 869.161. 

En la sección primera, norte y oeste del gran buenos aires, con un electorado también mayor  4 millones de electorales,  la situación no fue muy diferente: sólo el 64% fue a votar y 6% para no elegir a nadie. 

Juntos ganó por 4 y hubo distritos con historia peronista y performances magras del Frente de Todos como Moreno, donde sólo la mitad de los electores hizo un voto válido y el oficialismo perdió casi 100 mil votos respecto a 2019. La intendenta es Mariel Fernández, quien desplazó a Walter Festa en la última elección. La ecuación es simple: hubo muchos votantes de Alberto-Cristina que no quisieron participar de estas elecciones y los llevaron a una inesperada derrota. 

En barriadas pobres de otras provincias la ausencia también fue récord y explicó caídas oficialistas. En Chaco las tres listas de Juntos aventajaron por 10 puntos al Frente de Todos, con el 59% de participación y 7% entre votos blancos o nulos. De esta manera, sólo la mitad de los chaqueños eligió por algún candidato.

Cambiemos acumuló 247 mil votos y el oficialismo orilló los 200 mil, cuando hace dos años la fórmula presidencial superó en esa tierra los 388 mil. Los asesores del gobernador Jorge Capitanich descubrieron que la ausencia fue mayor en barrios populares de Resistencia como Guiraldes, Juan B Alberdi y Santa Ines. 

En Roque Sáenz Peña no llegó a la mitad en Puerta del Sol y en Margarita Belén no apareció casi nadie en las urnas del barrio norte. Eran escuelas en las que el peronismo esperaba tener muchos votos.

En Salta era feriado provincial por el día de la Festividad del Señor y Virgen del Milagro y mucha gente no quiso suspender su viaje pautado desde antes que se cambiara la fecha de las primarias. Sumado a la rebelión de los barrios populares, la participación fue tan baja que hasta cuesta analizar la elección.

Fue a votar el 58% del padrón pero 10% no colocó una boleta en el sobre. El Frente de Todos ganó por uno pero sus referentes quedaron preocupados porque advirtieron que muchos viajeros de la capital no los elegirán en noviembre. 

Otro mazazo electoral fue Río Negro, donde menos del 60% votó: la participación fue del 67.85 y un 10% anuló su sufragio. El partido gobernante Juntos Somos Río Negro logró su primer triunfo en una legislativa con 122 mil votos y Juntos le ganó el segundo lugar al Fdt por 7 mil votos. Ese puesto vale nada menos que una de las dos bancas en juego. 

Además del ausentismo en zonas populares, hubo un fracaso del Gobierno en retener la pequeña porción de votos en el campo que le permitió escalar a 48 puntos en 2019, un trabajo que en aquella oportunidad Alberto tomó en forma personal, con viajes permanentes a Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.

Claro que en estos años las noticias que llegaron a esos sectores no fueron las mejores: la fallida expropiación de Vicentin, la suspensión de las exportaciones de carne y la reciente ley de biocombustibles, que bajó el corte obligatorio de biodiesel y bioetanol. En ningún caso el Gobierno logró explicarle a su pequeña porción de votantes rurales que había un bienestar superior que justificaba estas medidas. 

En Córdoba, en la boleta de Diputados hace dos años el Fdt llegó a 22 y el domingo último bajó a 10. La lista del gobernador Juan Schiaretti, quien puso sus diputados sólo para leyes económicas, subió de 17 a 24%. 

La participación fue de sólo 63% y, en la tierra en la que Macri se dice local, hubo 300 mil votantes menos para las listas de su partido, pese a que animaron la elección con una primaria de cuatro candidatos. 

En Entre Ríos fue una masacre de Juntos, con Rogelio Frigerio a la cabeza de la lista ganadora: las tres sumadas ganaron por 22 puntos y casi 100 mil votos más que Macri en las primarias. El Frente de Todos ni siquiera ganó en Concordia, una de las ciudades más pobres del país y la primera en recibir la tarjeta alimentar.  

La asistencia de entrerrianos fue por encima de la media nacional (72%) y el Frente de Todos perdió nada menos que 140 mil votos. Aunque modere su perfil, si el ex ministro del Interior retiene el voto del frente en noviembre será el principal fenómeno electoral de las primarias, porque más allá de los porcentajes logra como nadie llevar la gente a votar. 

En Santa Fe acudió el 64.8 y la interna del peronismo gobernante entre Marcelo Lewandowski y Agustín Rossi estuvo lejísimos de atraer como la fórmula Alberto-Cristina en 2019: acumularon 482.872 contra los 874.154 del mismo frente hace dos años. Una merma que deberá revertirse para una contienda presidencial. Son números que se empezaron a mirar con lupa. Y a buscarle explicaciones.