Economía

La radicalización política de Bolsonaro daña las proyecciones económicas de Brasil

Cada vez los analistas brasileños pronostican menos crecimiento. Bolsonaro necesita de la economía para frenar a Lula, pero la conflictividad en aumento le juega en contra.

La conflictividad creciente en Brasil afecta cada vez más a las proyecciones de crecimiento para el país. El último relevamiento de expectativas del Banco Central (o Focus) puso de manifiesto que el consenso de los analistas volvió a achicar la expansión que se esperaba del PBI. Ahora creen que a duras penas al terminar este año, el país habrá recuperado el nivel de 2019.

Lejos quedaron las proyecciones del año pasado que hablaban de 7,7% de crecimiento del PBI de este año de la mano de las reformas estructurales de Paulo Guedes, en oposición a la caída del 4,1% de 2020. El último consenso habla de 5,15% para este año, es decir un crecimiento acumulado en los últimos dos años del 0,8%, es decir, por debajo del crecimiento vegetativo.

El punto es que no solo se espera menor crecimiento para este año. Producto de la radicalización, se proyecta que las tensiones y sus efectos se prolonguen en el tiempo. Por eso, también se redujeron las expectativas de crecimiento para el 2022, que cayeron debajo de 2%, y también las de 2023, que se redujeron al 2,35%.

Hasta el mes pasado las expectativas de crecimiento iban en alza y llegaron al 5,3% para este año -incluso con la crisis energética ya en boca de todos- y 2,1% para el 2022. En tanto que para los dos años siguientes se sostenían en un moderado 2,5%. Estas estimaciones estaban alentadas por la determinación de Bolsonaro de impulsar la economía para comerle margen en las encuestas al ex presidente Lula da Silva, que figura en los sondeos como el ganador de los comicios del año que viene.

El mercado ahora desconfía de Bolsonaro y no descarta un diálogo con Lula

Sin embargo, la decisión del Banco Central do Brasil de subir la tasa de interés ante la creciente inflación le dio un primer golpe a las expectativas de recuperación económica: al subir un punto la tasa Selic al 5,25%, las proyecciones de crecimiento se achicaron al 5,28% (apenas dos centésimas) para este año y al 2,04% para el 2022; pero no frenaron las expectativas inflacionarias que siguieron en ascenso hasta el 7,05% en 2021 y 3,9% en 2022, más en línea con la suba esperada de precios de los Estados Unidos que con la señal de la autoridad monetaria local.

Luego llegó el dato del segundo trimestre que mostró una economía más estancada de lo que se esperaba. Más bien lo que se observó fue un crecimiento meramente estadístico del 0,1% trimestral, la mitad de lo que se esperaba. Esto obligó a los analistas locales y bancos internacionales a revisar sus pronósticos para este año y el próximo. El empeoramiento del panorama hídrico también alimentó el pesimismo y el elevado desempleo tampoco ayudó.

El desempleo en Chile cayó al 8,9% y se convierte en el más bajo de la región detrás de Paraguay 

Y finalmente el recrudecimiento del clima político en Brasil fue mucho más duro sobre las proyecciones del PBI, que por primera vez impactaron sobre la prospectiva de largo plazo para 2023 con una caída marcada de 15 décimas en línea con la reducción del crecimiento esperado para este año.

Mientras tanto la inflación continúa en alza: esta vez las expectativas de inflación subieron a 7,58% para este año y a 3,98% para el año próximo. En tanto que para 2023 y 2024 se mantuvieron 3,35% y 3%, respectivamente.

Ya la semana pasada, el economista Rodolfo Maragato de XP Inversiones había señalado en un informe que "Advertimos el surgimiento de algunos vientos en contra para la actividad económica brasileña. El aumento de la percepción de riesgo fiscal, incertidumbres en el campo político y la alta inflación empeoraron las condiciones financieras de forma negativa en las últimas semanas".