Opinión

El segundo semestre de Alberto

Los primeros seis meses del año, fueron la continuidad de una tendencia que se reafirma desde hace por lo menos tres años y medio, la de la caída del salario real.

Son muchas las expresiones de ministros o presidentes para referirse a la economía que forman parte del acervo cultural de nuestro país y que quedaron marcadas a fuego en la memoria colectiva. Desde el invierno que había que pasar en boca de Alsogaray hasta el "les hable con el corazón y me respondieron con el bolsillo" en pleno gobierno alfonisista o la analogía de los salarios por escalera y los precios por ascensor que dijo Perón hace 50 años y nos resulta tan vigente.

La experiencia de Cambiemos en el poder estuvo plagada de eufemismos y metáforas que prometen engrosar los anales de las promesas incumplidas en la casi siempre esquiva realidad económica argentina. El "segundo semestre" de Macri era el momento en el que finalmente llegaban las inversiones que nos devolverían al mundo, esos "brotes verdes" que nunca aparecieron porque, en palabras del ex presidente, "pasaron cosas".

Ahora es el turno del Frente de Todos. Un año y medio después de asumir se mete en la campaña electoral con la pandemia como la mejor justificación para su performance económica: el empeoramiento de casi todas las variables y, fundamentalmente, de las condiciones de vida de la mayor parte de la población.

Los primeros seis meses del año, fueron la continuidad de una tendencia que se reafirma desde hace por lo menos tres años y medio, la de la caída del salario real. La gran diferencia con el primer año de convivencia con la peste pasa por el resultado fiscal ya que el déficit disminuyó de un 6,5% en 2020 a un 0,3% en el periodo que va de enero a junio de 2021.

Semejante cambio -por más contradictorio que parezca- se debe en buena parte a la inflación, que impacta aumentando la recaudación por IVA, al mismo tiempo que colabora en la licuación de las jubilaciones y los salarios estatales. Si a este combo se le agrega el recorte del IFE, el ATP y una menor inversión en materia sanitaria, se entiende la incomodidad con la que algunos sectores de la coalición oficialista recibieron las buenas nuevas.

Es que ya no quedan dudas de que la austeridad fiscal con la que Guzmán hizo buena letra con el Fondo redujo las expectativas electorales del gobierno. Hoy la apuesta en la Casa rosada pasa por desandar ese camino y meter (con el margen que le queda tras el sobrecumplimiento de las metas fiscales) un sprint final de gasto público que se perciba antes de las elecciones, que aumenten los índices de consumo y con él, la cantidad de desencantados que se ilusionen una vez más con que "volveremos a ser felices".

Lo mismo ocurre en materia de paritarias, donde se pasó de promover que sean apenas por encima de la inflación estimada en el presupuesto (29%) a una reapertura que redondee un promedio de 42%, probablemente menor a la inflación del año, pero que busca generar la sensación de cambio de ciclo.

Para poder cumplir con el objetivo de atenuar la caída del salario real no alcanza solamente con una mejor actualización salarial; es necesario también controlar la evolución de los precios. De lo contrario, todo aumento puede ser nuevamente consumido por las remarcaciones y convertir lo que parecía una carroza en calabaza.

En este sentido, en la previa de la final que coronó a la selección argentina como la mejor de América, la Comisión Nacional de Valores (CNV) y el Banco Central impusieron una nueva normativa para la compra-venta de dólares. La estrategia gubernamental pasa por controlar el precio de la divisa y en las vísperas electorales evitar todo ruido cambiario. Muchos analistas se adelantaron a pronosticar el fracaso de la medida planteando que generará exactamente lo que busca evitar, pero en el gabinete económico confían en poder patear los problemas para después de noviembre.

A Guzmán le preocupa particularmente esta cuestión en un escenario en que será obligado a inyectar más pesos en la economía. Si una parte de esos pesos buscaran refugio en moneda dura será una prueba importante para conocer el poder de fuego del BCRA, en un contexto en el cual ya pasó el grueso de la cosecha y los dólares del fondo se destinarán a pagarle al mismo organismo que los envía.

El destino de los DEGs fue uno de los temas de debate interno dentro del gobierno. A diferencia de lo ocurrido en materia tarifaria, acá gano el ministro. Pareciera ser él quien termina teniendo la última palabra en todo lo que se refiere al vínculo con los organismos internacionales y con los acreedores. A pesar de ser el interlocutor estrella, resulta difícil de creer que vaya a llegar a un acuerdo benevolente con el FMI, por mas que se quiera pintar a las nuevas autoridades como contemplativas y heterodoxas. Aunque el Fondo se vista de seda, Fondo queda.

Con muchos temas todavía por definirse y sin un rumbo claro de cómo serán abordados, el gobierno se encamina a la campaña electoral. El segundo semestre de Macri fue una promesa que se perseguía y nunca llegaba. Alberto Fernández se encuentra casualmente frente al mismo desafío en el calendario, luego de una primera mitad de su mandato donde la recuperación nunca llegó ¿Su segundo semestre será otra entelequia o llegará alguna vez?