Financiamiento

Sin atractivo para el mercado, el crédito sin subsidios al sector privado cayó casi 6%

El crédito total creció 28,2% por la multiplicación de líneas de crédito subsidiadas. Antes de la pandemia ya había caído 18% por la recesión.

Argentina no tiene crédito de largo plazo y eso no es novedad. El último intento por revivir el mercado hipotecario de la mano de las UVAs quedó mortalmente herido con la aceleración de la inflación. Para la producción sucedió lo mismo dentro del sistema bancario tradicional.

Con la pandemia, lo que se disparó fue el crédito subsidiado para que las empresas pudieran seguir a flote, la refinanciación de saldos de deuda de consumo con tarjeta y no es menor. Estos créditos crecieron 784% en un año con motivo de la pandemia y supusieron el equivalente al 42,5% de los créditos al sector privado. 

De hecho, fue gracias a estos créditos que el total del crédito al sector privado terminó creciendo. Si se suma el crédito tradicional y las líneas específicas para paliar la pandemia, el financiamiento creció 28,2% interanual hasta marzo de este año, último dato disponible.

Así y todo, el crédito tradicional y formal al sector privado -a la inversión, al capital de trabajo y al consumo- se contrajo, con hincapié en el financiamiento de largo plazo. La caída fue del 5,8% en términos reales desde marzo del año pasado a marzo de este año, de acuerdo a datos del Banco Central, y del 31% para el sector público.

La ironía es que mientras las empresas no consiguen créditos razonables, algunos bancos privados buscan la manera de no recibir grandes depósitos a plazo fijo. La manera en la que está arbitrado el mercado del crédito hace que los bancos sí o sí deban pagar una tasa del 37% nominal anual o mayor a sus depositantes, pero luego al sumarle los demás costos y el riesgo crediticio, las tasas resulten exorbitantes para el sector productivo, y de bajar esas tasas, no les resulta atractivo. 

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Más seguro es depositar los pesos en el Banco Central mediante la compra de Leliqs o en el Tesoro nacional, mediante la compra de bonos a 2022 que se habilitó a comienzos de este mes.

En otras palabras, los bancos son reticentes a recibir pesos de los depositantes y los que reciben los vuelcan mayormente al Banco Central. Regulación mediante, parte de los depósitos se vuelcan a préstamos subsidiados. Como la liquidez se reparte en esas dos canillas, para el sector privado la oferta de crédito es menor y a tasas que explican por qué en marzo de este año el crédito había crecido 34,3% (lo que frente a la inflación, se traduce en una caída del 5,8%), versus los títulos propios que crecieron 66,3% interanual (o sea, aumentaron 16,6%).

La caída del 5,8% a marzo empeora si se tiene en cuenta que ya entre marzo de 2019 e igual mes de 2020, el crédito al sector privado ya había caído 18% en términos reales. 

En este punto, las acusaciones se cruzan a nivel microeconómica. Los bancos señalan que vuelcan la liquidez excedente al Banco Central porque la demanda privada de créditos cayó tras la pandemia. Y las empresas acusan a los bancos de poner la oferta crediticia a precios que no se condicen con la capacidad productiva.

A nivel macroeconómico, este escenario en el que los bancos dejan de ser intermediarios del sector privado entre depositantes y tomadores de créditos, y pasa a ser financista del sector público se lo conoce como "efecto desplazamiento" o "crowding out".

Como explica el director de Eco Go y profesor de la Maestría en Finanzas de la UTDT, Federico Furiase: ya hay 3,7 billones de pesos en Leliqs y otros pasivos remunerados, lo que es prácticamente el 10% del PBI, "Estamos en un nivel comparable al de marzo-abril de 2018 con las Lebacs. Este 'crowding out' refleja claramente el costo del BCRA de haber emitido por sobre la demanda de dinero y hoy estar aspirando pesos para que no impacte en la brecha cambiaria. Es el límite que marca la demanda de dinero frente al déficit fiscal y la emisión monetaria".

"Y además tenés los $200.000 millones de financiamiento neto positivo que se lleva el Tesoro para financiar el déficit, son todos pesos que no van al sector privado. Y esto es porque el déficit es muy grande en relación al tamaño del mercado financiero argentino. La sábana corta radica en que, si el Banco Central intentara relajar la esterilización de pesos, en este contexto de incertidumbre e inestabilidad de la demanda de dinero, los bancos no tomarían los pesos del Banco Central y los prestarían al sector privado, bajarían las tasas a los depositantes y ese desarme de Leliqs generaría más presión en la brecha", agregó.