Elecciones 2021

Sputnik (con los dedos en) V

La vacuna rusa como símbolo de "pertenencia" al campo nacional y popular.

Al poco tiempo de asumir como gobierno en el 2003, lo que luego sería ungido como "kirchnerismo", comienza a instalar en la sociedad argentina una lógica eminentemente antinómica ("quien está con nosotros" y "quien no está con nosotros"), definiendo y redefiniendo en forma vertiginosa a sus diversos oponentes. Así pasan a integrar el campo antagónico, sin solución de continuidad, las FF.AA., los grandes multimedios, la Iglesia, el campo, asociaciones empresarias, partidos políticos, sindicalistas, etc.

En este nuevo período de gobierno que se inicia en diciembre del 2019, luego de una primera etapa de tono conciliador actuada por el Presidente Alberto Fernández, se reactiva esta lógica "laclauniana" de antagonismos o contradicciones. Quien no queda articulado dentro de la construcción propiciada desde el oficialismo ("nosotros"), se sitúa necesariamente por fuera, pasando a formar parte de lo "anti", o sea, "los otros". La ecuación se completa con un componente valorativo: "nosotros los buenos" vs. "ellos los malos".

Si bien, como queda dicho, esta interpretación de la realidad en términos antitéticos no es novedosa, lo interesante es que hoy se ha extendido a un significante no relacionado con personas o corporaciones, alcanzando a las vacunas Covid 19. Entre las que se aplican en nuestro país, está la Sputnik V ("la nuestra"), y luego, "las otras".

En el terreno de la fantasía uno hasta podría imaginarse que en la boleta electoral del Frente de Todos se incluyera el logotipo de la Sputnik V. Al menos, en el plano simbólico, está funcionando de esta manera.

Quien no se haya inoculado con esta vacuna corre el riesgo de quedar fuera del campo nacional y popular ("nosotros"). Quien ha logrado hacerlo, y pertenece al núcleo duro de adherentes del oficialismo, es merecedor de una cucarda y, por supuesto, no pierde la oportunidad de difundir su foto de tan preciado momento con los dedos en V. Aplicarse la Sputnik es un pase directo a "pertenecer".

Quien no se haya inoculado la Sputnik corre el riesgo de quedar fuera del campo nacional y popular. Quien ha logrado hacerlo, y pertenece al núcleo duro de adherentes del oficialismo, es merecedor de una cucarda y, por supuesto, no pierde la oportunidad de difundir su foto de tan preciado momento con los dedos en V. Aplicarse la Sputnik es un pase directo a "pertenecer"

Más allá de cualquier fundamento científico (que lo hay), el punto central es que estos segmentos leales depositan la fe y absoluta confianza en esta vacuna simplemente porque es la que más apoyan y patrocinan los voceros oficiales. Y aunque se escucharan argumentos en contra, de ninguna manera los tomarían en cuenta.

De igual modo, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, por poco pasa a ser considerado un verdadero revolucionario. No importa cuántos opositores haya encarcelado o tratado de envenenar. Ni siquiera las dictaduras con las que mantiene alianzas. Él es un verdadero demócrata. Si las autoridades "de arriba" así lo evalúan, no hay discusión al respecto.

Quedan al margen o en el olvido episodios como el del grupo punk Pussy Riot, dos de cuyas integrantes fueron presas por criticar al Presidente ruso, siendo un colectivo feminista que hace hincapié, curiosamente, en temas como los derechos de género y de la comunidad LGTB. Ni hablar del incidente con el opositor Alexéi Navalny o el apoyo al líder de Bielorrusia, Alexander Lukashenko.

Desde hace tiempo en ciencia política se viene estudiando un fenómeno, ya tratado por la psicología cognitiva, denominado en inglés "motivated reasoning" y cuya traducción literal sería "razonamiento motivado".

El mismo hace referencia a un razonamiento emocional básicamente "sesgado", del que se derivan justificaciones que llevan a decisiones y acciones más deseadas que racionales. En otras palabras, es la tendencia a encontrar los argumentos necesarios para sostener lo que se desea creer, argumentos que resultan más fuertes que cualquier evidencia que pueda oponerse a ello y, por ende, descartando todo elemento de la realidad -por más contundente que sea- si amenaza o desmerece aquello que queremos creer.

Este tipo de razonamiento se diferencia, entonces, del pensamiento crítico, que tiende a ser más escéptico y no sesgado. En el "razonamiento motivado" se buscan y toman en cuenta los hechos que respaldan nuestras necesidades y creencias, a los que se les asigna mayor credibilidad que a cualquier otra evidencia que pueda no confirmarlas. Y aunque no lo hagan en forma lineal, se los reinterpretará para que terminen ajustándose. En la persona opera un filtro que afecta su evaluación de la realidad, desviándola hacia el lugar que menos pueda afectar sus convicciones.

Llevado el "razonamiento motivado" al terreno partidario, el mecanismo concurrente es que los ciudadanos tienden a apoyar medidas y políticas simplemente porque están avaladas por el partido con el que se identifican fuertemente, y a las que probablemente se opondrían en caso contrario. De modo que todo pasa a ser relativo, dependiendo del cristal con el que se lo mire.

Considero innecesario citar más ejemplos de ello, ya que todos los podremos encontrar sin ayuda y, además, porque precisamente la selección de los mismos variará según nuestra propia motivación.

Si, por un lado, es una tranquilidad que lo que acá nos ocurre ya sea - por su extensión- objeto de estudio de la ciencia, por el otro, se podría pensar que "mal de muchos, consuelo de zonzos".