Brasil

Los militares salen al rescate de Bolsonaro para que no termine como Trump

Pretenden que lance un megaplan de obra pública y mantenega las subsidios sociales, para asegurar su reelección.

Jair Bolsonaro comenzó el 2021 con interrogantes e internas que puede condicionar su gestión e impedir su principal objetivo: ganar las elecciones de octubre de 2022.

El primer dilema que se le presenta gira en torno al auxilio de emergencia, un subsidio de 120 reales que ayudó a 70 mi­llo­nes de per­so­nas, re­du­jo la po­bre­za y la mi­se­ria a niveles de 1980 y le permitió crecer en las encuestas en los sectores que no votaron por Bolsonaro en 2018, pe­ro fi­na­li­za en enero por or­den del presidente en un gesto hacia su ala liberal que propone retomar la agenda ortodoxa, ante el déficit histórico que enfrenta la economía brasileña. "Brasil está quebrado", reconoció Bolsonaro días atrás.

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La pandemia hizo crecer el poder de los militares que bajo el pretexto de estar ante un situación de emergencia lograron frenar la agenda de privatizaciones del ministro de Economía, Paulo Guedes, forzando la renuncia de buena parte de su equipo. 

Los uniformados entienden que la agenda económica prometida en campaña electoral es incompatible con la necesidad de paliar los efectos sociales y económicos del coronavirus y, mucho menos permitirá que Bolsonaro reelija en 2022. Por eso, el año pasado empujaron un acuerdo de gobernabilidad con el grupo de partidos de centroderecha denominado Centrao que permitieron alejar el fantasma del juicio político, se bajó la tensión con el Poder Judicial, el ala ideológica quedó reducida a un puñado de funcionarios y algunos tuits de los hijos de Bolsonaro.

La pandemia hizo crecer el poder de los militares que lideran Mourao y Braga Netto. Bajo el pretexto de estar en emergencia frenaron la agenda de privatizaciones de Paulo Guedes y forzaron la renuncia de buena parte de su equipo.

Los militares proponen para este año un mega plan de obra pública que genere empleo y reactive el crecimiento. 

El retiro de la ayuda social tuvo efecto inmediato y elevó el índice del desempleo al 14,3 por ciento, datos que agravan una situación social límite. Desde que Bolsonaro asumió, 1,3 millones de familias cayeron en la miseria, según datos del Ministerio de la Ciudadanía.

El desafío para Bolsonaro no es sencillo. Si se pliega a la estrategia de los militares, perderá a su ala liberal y con ella, la confianza de los mercados y los objetivos iniciales de privatización de las empresas públicas y reducción de la deuda pública y el déficit. Pero si no sigue el consejo de los generales podría perder capital político, enfrentarse a una crisis social agudizada por la segunda ola del virus y, finalmente, caer en las urnas ante una oposición que, si bien permanece dividida, está empezando a mostrar algunos signos de unidad. 

Braga Netto y Mourao, dos de los más influyentes militares en el gobierno.

LPO conversó con Mauricio Santoro, jefe del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Río de Janeiro quien señaló que "la popularidad estándar de Bolsonaro ha sido alrededor de un tercio del electorado, pero ha aumentado con la ayuda de emergencia, que incrementó su respaldo entre los más pobres. Es de esperar que con el fin del beneficio pierda parte de sus partidarios, cuando los efectos económicos negativos de la pandemia lleguen con fuerza". 

Existe tensión entre los liberales que quieren controlar el aumento de la deuda pública y los militares que se han comprometido en el proyecto de mantener la popularidad del presidente y garantizar su reelección, lo que significa un aumento del gasto estatal.

 Sobre la interna del gobierno, Santoro planteó que "existe tensión entre los liberales que quieren controlar el aumento de la deuda pública y los militares que se han comprometido en el proyecto de mantener la popularidad del presidente y garantizar su reelección, lo que significa un aumento del gasto estatal". 

"Estos conflictos han existido antes, pero los liberales se han acomodado a otorgar beneficios salariales e impositivos a las Fuerzas Armadas, como dejarlas fuera de la reforma de pensiones", aclaró. 

Mauricio Santoro, Jefe del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Río de Janeiro.

"En 2020 el PIB brasileño probablemente cayó alrededor del 4%, el porcentaje más alto en la historia del país desde el inicio de la república. Este terrible resultado se suma a años muy difíciles de bajo crecimiento, poco más del 1% anual. El país aún no había recuperado lo que había perdido en la recesión de 2014-2016", agregó Santoro y anticipó que "la pandemia aumentará la pobreza y la desigualdad, con impactos negativos concentrados en los grupos más vulnerables de la población, como los trabajadores del sector informal".  

El retiro de la ayuda social tuvo efecto inmediato y elevó el índice del desempleo al 14,3 por ciento datos que agravan una situación que desde que Bolsonaro asumió registra 1,3 millones de familias cayeron en la miseria, según datos del Ministerio de la Ciudadanía.

Otro problema para Bolsonaro es que al eliminar el auxilio de emergencia, le regala agenda a la oposición, sobre todo con los partidos de derecha moderada con quien disputará -con Arthur Lira como postulante- la conducción de la Cámara de Diputados en febrero y lleva de candidato a Baleia Rossi con el apoyo del Partido de los Trabajadores. "¿Por qué no debatir la vuelta del auxilio de emergencia? La pandemia no terminó", dijo Rossi en el acto de lanzamiento de su candidatura. 

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El tiempo corre para el presidente. Con 200.000 muertos por Covid-19 y la segunda ola ya instalada en territorio brasileño, el gobierno prefiere sostener una retórica antivacuna para contener a su núcleo duro, en lugar de acelerar el proceso de adquisición de dosis en el país más importante de Sudamérica. 

La encuestas también empiezan a reflejar descontento. Data Poder publicó un relevamietno que indica que el rechazo a su gestión llegó al 44 por ciento contra un 35 que todavía lo apoya. El 2021 será determinante para definir su suerte y, en virtud de lo que vimos estos dos años de gestión, todo indica que, sin apoyos internacionales de peso y una tormenta económica y social a la vuelta de la esquina, el pragmatismo militar podría terminar diseñando la hoja de ruta que viene y evitar que Bolsonaro termine como Trump denunciando fraude en soledad.